El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Dios mismo nos salva en Jesús: la historia de su encarnación sigue inspirando canciones y películas que nos hablan de ese hecho singular, incluso entre aquellos que detestan la Navidad.
El pastor luterano de la Zionskirche se llamaba Hans Simon. Solía ir con un jersey de cuello alto y una pipa siempre en la mano. La Stasi espiaba todos sus movimientos.
En medio de tantas malas noticias, las buenas noticias sorprenden. Lucas presenta la historia de Zacarías y una canción que ha trascendido hasta llegar a músicos contemporáneos.
Su vida nos habla sobre todo de la verdad de un Dios de amor, perdonador, clemente, paciente y bondadoso; pero también de lo increíblemente débiles que somos.
A medida que nos vamos haciendo mayores, nos vemos enfermos de nostalgia. Insatisfechos con la vida que tenemos, nos preguntamos qué hubiera sido si nuestras circunstancias fueran diferentes.
La obra del neoyorquino Mark St. Germain es ahora llevada a la pantalla por Anthony Hopkins como Freud y Matthew Goode como Lewis.
Comenzamos nuevo libro para traer luz al camino de la vida: el evangelio según Lucas, que comienza con una introducción sobre la verdad.
Fue el intento evangélico de apropiarse de este movimiento en un festival que reunió a 85.000 jóvenes en Dallas en junio de 1972. Godstock lo empezaron a llamar en un juego de palabras entre Dios y Woodstock.
La resurrección de Jesús es el anuncio de algo más que la vida después de la muerte: es una vida mejor, sin lágrimas, dolor ni tragedia. Es la buena noticia del cristianismo.
El 17 de abril del 72 llega David Berg con María al aeropuerto de Heathrow, donde se presenta como un hombre de negocios que viene a vivir en Londres con su hija. Había empezado la Batalla de Inglaterra.
Nos preguntamos por el final de la historia de Jesús en este evangelio, meditando también en el final de nuestra historia.
Esta idea de Larry, de la “Iglesia en el corazón”, se convierte en uno de los principales problemas de la Revolución por Jesús.
Retomamos la serie sobre la Revolución por Jesús allá donde la dejamos, a principios de los años 70 en Estados Unidos.
La muerte de Jesús nos presenta un relato singular. En el Getsemaní, el evangelio revela las emociones intensas que pasó Jesús en las horas que quedaban hacia la cruz.
El hombre puede conquistar la luna, pero no su corazón. La más grande aventura de la vida no es viajar al espacio, sino confiar en el Dios vivo, que se revela en unas montañas aún más trascendentes que las de la luna.
Una de las grandes tragedias de la religión a lo largo de la historia es ver que se ha buscado en la fuerza y violencia una solución. Meditaremos sobre lo que significa la espada, en el relato de Marcos cuando Jesús es capturado.
Lo singular de él creo que es la insistencia en mantener “la diferencia entre gracia y religión”, la convicción evangélica de que “sólo la gracia produce una transformación por el Espíritu de Dios”.
En toda celebración hay sentimientos encontrados. Así ocurría en los últimos días de aquella Pascua, a la que Jesús se dirigía con un propósito.
Ha hecho falta que venga alguien como Delibes a recordar a los españoles en estos tiempos, que aquello que llaman ortodoxia no es a veces más que herejía.
Tememos que todo lo que nos rodea pueda desaparecer cualquier día y sucumbir, desintegrándose. Pero Jesús nos dice que no ocurrirá sin que haya unas señales antes.
Una de las paradojas de nuestro tiempo es que huimos de leyes y autoridad, y al mismo tiempo se busca establecer reglas y normas hasta en los aspectos más privados. Hoy consideramos cuál es la importancia de la ley, y la norma que ha de regir nuestra vida.
La compleja figura de este gigante del soul nos sigue dejando perplejos. La religión de Gaye nos llena de preguntas.
Muchos dicen hacer lo que quieren con su vida, pero es una falacia: todos servimos a algo o a alguien, como cantaba Dylan, conectando con la enseñanza de Jesús.
Lo importante de su obra no es además su teología, sino una apologética razonable e imaginativa.
Los antiguos romanos creían que los primeros cristianos eran ateos, porque no tenían templo, ni santuario alguno. Para muchos, el cristianismo sigue sin ser una religión.
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