El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las congregaciones que imponen normas humanas y prescripciones pesadas en aras de buscar la santidad, están corriendo en la dirección contraria.
Hablar del legalismo en la cristiandad no es fácil, pues suele causar crispación entre los mismos creyentes.
El “diotrefismo” ha pasado de ser una anomalía en la iglesia de Cristo a la norma predominante en muchas iglesias.
Me gustaría mencionar algunas de las diferencias entre la Escritura y la Persona de Jesucristo, así como algunos de los riesgos a los que nos exponemos cuando no tenemos esto en consideración.
Debemos ser sumamente humildes en expresarnos de una forma extremadamente dogmática en puntos como este.
Más del 90% supo contestar correctamente que la iglesia no era un simple edificio, sino el conjunto universal de creyentes en Cristo nacidos de nuevo.
Es cierto que en ocasiones se ha enfatizado más la parte divina de las Escrituras, pero la iglesia siempre ha reconocido la doble autoría de la Biblia; la humana y la divina.
Todo comenzó con la idea de hacer una encuesta anónima sobre el dogma trinitario. Con más de 12.000 respuestas, las estadísticas son sorprendentes.
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