El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Una reflexión sobre nuestra contribución al bienestar o malestar de aquellos que nos rodean.
Jesús entregó su vida en una cruz y resucitó para expresar la justicia y el amor de Dios por cada uno de nosotros.
El estado natural de un hijo de Dios es la despreocupación y la confianza en su Padre Celestial.
Sea cual sea la situación, Dios sabe qué hacer con ella y cómo cuidarnos.
Eso es lo que hace la religiosidad en nuestra vida: matar la relación con el Señor.
Demasiadas veces, incluso en nuestra vida cristiana, queremos hacer muchas cosas sin darnos cuenta de que la clave de todo es Jesús.
A veces caemos en la trampa de pensar que nosotros somos los que decidimos todo.
Todo lo que Dios creó nos da placer y nos enseña a disfrutar. Cualquier situación, circunstancia, relación, etc., fue diseñada para nuestro bien.
A veces nos sentimos desesperados y solemos orar aguardando lo imposible, pero siempre deberíamos preguntarle: "¿Es tu voluntad hacerlo?"
A veces nos sentimos desesperados y solemos orar aguardando lo imposible, pero siempre deberíamos preguntarle a Dios "¿Es tu voluntad hacerlo?".
Ni siquiera la oscuridad más absoluta puede vencernos cuando estamos en las manos de Dios.
Cuando lo vemos, no podemos dejar de llorar y temblar, mientras él nos regala una gracia imposible de definir.
Una reflexión sobre el trabajo a la luz de los primeros capítulos de Génesis.
Alguien sabe exactamente qué notas tocar, qué silencios colocar y qué ritmo debe existir para que mi vida llegue a ser una de las más impresionantes melodías de la historia.
Dios creó al ser humano el sexto día, así que lo primero que este aprendió del carácter de su Creador es que tenía que descansar.
Todos fuimos creados por Él, aunque alguna que otra vez nuestra “música” no sea la más adecuada.
La Biblia nos enseña a vivir de una manera completamente diferente: la clave está en disfrutar mientras recorremos el camino. La felicidad no está tanto en la llegada sino en lo que vivimos cada día.
Una reflexión sobre Eclesiastés 2:24.
Lo único que puede llenar nuestra vida es lo eterno, aquello que tiene que ver con un corazón “lleno” de Dios.
Debemos esperar siempre, esperar a que él haga lo que parece imposible.
Podemos sentir la dulzura de nuestro Creador en cada momento del día a día.
Necesitamos recordar que Dios está con nosotros y nos ayudará a ser lentos para la ira: es parte del fruto del Espíritu de Dios.
Tenemos que poner toda nuestra vergüenza en las manos del Señor, porque él puede darle la vuelta a todas las circunstancias.
Dios nos diseñó de tal manera que cuando amas a una persona el tiempo suficiente, puedes llegar a comprender quién es realmente.
Aún ante lo que parece imposible, Dios siempre tiene la última palabra.
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