El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las iglesias cristianas y otros movimientos que se invocan como parte de la fe bíblica han estado transitando a través de esta tendencia reivindicatoria de pedir perdón.
El corazón de la doctrina de Jesús está en su pasión y muerte, la cual constantemente comunicó el Señor como una necesidad y parte de su naturaleza mesiánica.
Existe un clamor emergente desde la neortodoxia que personalmente me parece que representa uno de los ataques más sutiles a la autoridad de la Biblia. A diferencia de los embates flagrantes y frontales a los que nos tienen acostumbrados los emergentes, esta ofensiva suena bastante cristiana, piadosamente reflexiva y profunda, y aún fundamental.
Esta hipersimplificación del significado de inerrancia se antoja para creer de ella que invita a una lectura pueril de la Sagrada Escritura. Porque en su artículo Máximo García no se detiene a esclarecer que “lectura literal” y “literalista” son cosas diferentes.
Las ‘nuevas masculinidades’ resultan de una lectura parcial de los hechos y de la Biblia.
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