El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Escobar estudió Letras en Lima, donde también conoció a Lilly, su esposa. Uno de sus maestros será el misionero Juan A. Mackay, que había sido alumno de Unamuno en Salamanca.
Me admira ese convencimiento de que un misionero extranjero, que llegaba con todo un bagaje de raza y cultura, se despojara de todo para encarnarse en esa nueva cultura que le acogía.
Hay que pensar en lo más profundo de la vida y el destino, como decía Unamuno, quien quería que sus compatriotas abandonaran la fe del carbonero y que había que trastornarles esa paz de cementerio en que han pasado la vida.
Se podría decir que Mackay llegó a comprender la persona de Jesucristo y su significación para un continente sumido en tumultuosos cambios sociales y luchas para poder alcanzar un orden más justo y una plena liberación.
La película ‘Mientras dure la guerra’ retrata la amistad de Unamuno con Atilano Coco, pastor protestante que fue fusilado por los militares. Escobar y Alencart explican los puntos en común con el pensamiento protestante.
Algunos han intentado emular este compromiso de Jesús con el hombre. Mackay y Unamuno intentaron seguir esa estela dejada, que se puede percibir en esa intensa y apasionada lucha por la causa de los más débiles y desamparados.
Cuando el buscador se interna en las páginas de la Biblia, se ve en un mundo nuevo, que no es un mundo de ideas donde el buscador encuentra información sobre Dios, sino que Dios es el que habla y los hombres escuchan, y suceden cosas increíbles.
Mackay aprendió de Unamuno la importancia de identificar los rasgos culturales esenciales de una cultura antes de proponer modificaciones en su forma de pensar y actuar.
Las ideas de Unamuno le servirán para entablar diálogo con la cultura iberoamericana, y tendrán gran influencia sobre su visión misionera y su postura teológica.
El teólogo es un caminante que se ha encontrado con Dios en un encuentro que ha cambiado profundamente toda su perspectiva.
"Es en ese caminar del peregrino a lo largo del Camino de su búsqueda, por donde va tratando de descubrir jalones que lo dirijan a un Rostro que ansía encontrar y a una Ciudad en que mora la justicia".
En varias de sus obras se nota que era un investigador, 'indagando el por qué de la misión y cómo llevarla a cabo'.
El Camino es el símbolo de una experiencia inmediata de la realidad, en que el pensamiento, engendrado por un serio y vivo interés, genera a su vez la decisión y la acción.
Veremos textos que comentan acerca del contenido del libro 'El otro Cristo español', de Juan A. Mackay, que muy mucho he estado citando.
No separó lo sagrado de lo secular, ni se limitó a juzgar la vida de las personas desde el balcón, sino que caminó con ellos.
Fue Unamuno quien ejerció una profunda influencia sobre la visión misionera de Mackay y su postura teológica, como dice el teólogo Samuel Escobar.
La reflexión teológica de Mackay fue movida por un impulso misionero lanzado siempre hacia el futuro.
El legado misionero de Juan A. Mackay se puede medir por la marca profunda que su vida dejó en el mundo y en la Iglesia durante eL siglo XX.
Samuel Escobar dice que es indispensable una breve referencia histórica para comprender la continua pertinencia de viejas cuestiones.
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