El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Jesús era lo contrario a alguien aburrido, y por eso le vemos como invitado a una fiesta.
La verdad última es teológica, no filosófica. Cuando el cristianismo reconoce que Jesús es la Verdad (Juan 14:6), relativa al relativizador y busca la trascendencia de ese Dios infinito que se revela en lo personal.
Es esa conciencia de la gracia de Dios la que le hizo mostrar esa misma gracia a otros.
Cuando uno se para a pensar en el propósito de la existencia, solo hay dos respuestas: o todo ocurre por azar, o realmente hay un propósito. Para Juan, la pregunta más importante es quién es Jesús.
Novelas como esta nos preguntan "¿de qué sirve ganar el mundo, si se pierde el alma?" (Marcos 8:36).
El mensaje cristiano no solo es que hay vida después de la muerte, sino que nos espera la resurrección y el juicio: por eso, sigue siendo un mensaje incómodo.
El recuerdo del matrimonio con Lilly ocupa gran parte del episodio, en el que Escobar también repasa su experiencia en el pastorado y la definición de lo que es ser evangélico.
La huella del movimiento evangélico es particularmente importante en la capital irlandesa.
A muchos les sigue resultando extraño que para entender quién es Jesús, tengamos que preguntarnos por qué murió, pero esa es la lógica del Evangelio.
Nunca, hasta ahora, se había publicado un libro tan exhaustivo sobre un tiempo esencial y decisivo en la trayectoria de Dylan como este “Slow train coming. Bob Dylan y la cruz de Jesús”, de Ana Aréjula y Luis Lapuente.
La vida está llena de decepciones y errores, una y otra vez convivimos con nuestros propios fracasos. En este texto clave, encontramos dos ejemplos con un final distinto: Pedro y Judas.
Cuando no entendemos nuestra relación con Dios, a cuya imagen hemos sido creados, creemos que somos autónomos, tanto los seres humanos como el resto de la naturaleza. Buscamos el valor de la Creación en sí misma.
Para él no tenía sentido hablar de salvación sin haber experimentado la realidad del pecado.
Las señales de lo que viene no son para inspirar miedo o pánico, sino para traer esperanza en su persona si estamos preparados para ese día.
El desafío del totalitarismo se expresó tanto en la izquierda marxista como en los golpes de Estado que llegarían en los años 70 a países como Chile o Argentina.
Sus tres primeros libros son meras transcripciones de conferencias, editadas por distintas personas. La enorme influencia que tuvo fue personal, no por sus libros.
La unión de la política y la religión produce siempre mucha confusión. Te lleva a encrucijadas sin salida, como la cuestión que le plantean a Jesús en este capítulo.
Los libros acompañan a Samuel Escobar, dándole una formación que se nutre asimismo con uno de sus mentores, Alejandro Clifford.
A diferencia de los actuales debates de apologética como espectáculo, Schaeffer no entendía que se podía dar testimonio de la fe sin interesarse por las personas.
Nuestra cultura está dirigida por la codicia, llevándonos tantas veces a la destrucción social o personal. El dinero se puede convertir en un dios para nosotros, y Jesús advirtió de su peligro.
Junto a René Padilla y Pedro Arana, Escobar funda la Fraternidad Teológica Latinoamericana en 1970. El impacto de su desarrollo teológico será notorio en la preparación del gran congreso de evangelización mundial del 74, en Lausana (Suiza).
Era un gran discutidor, pero no agresivo, sino amablemente persuasivo. Trataba de convencerte hasta con lágrimas en los ojos. El interés no era académico, sino sobre la verdad de la vida.
El Dios que nos presenta Jesús no es un relojero ciego, sino un Dios presente, que escucha y se relaciona con su creación.
De Berlín 66 a Lausana 74, Escobar habla de la influencia de referentes no solo en enseñanza, sino en un estilo de vida sencillo y generoso. Además repasa su experiencia de tres años en Canadá, sirviendo entre estudiantes.
Historias como la de L´ Abri quedan para los libros sobre “héroes de la fe”.
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