El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Recuerdo la primera vez que leí la historia de Eliseo y su reacción cuando le llamaron calvo: me quedé anonadado. Por Jesús Guerrero Corpas.
La pregunta es quién eres tú, un creyente de masas o un cristiano genuino. De la respuesta depende la vida y la eternidad.
Piensen lo que piensen otros hermanos –los cuales lo verán meramente como excusas-, expondré el porqué muchos no quieren ser parte de una iglesia evangélica contemporánea.
Un sinnúmero de prácticas que hasta hace pocas décadas estaban mal vistas ahora están institucionalizadas.
Los solteros adultos, los ancianos, los viudos y los divorciados, por norma general, se sienten muy solos.
La Invitación, película ganadora del Festival de Sitges, es un thriller de suspense que nos muestra lo sencillo que es caer en las redes de una secta, peligro del cual no se libra ninguna persona –por muy inteligente que sea-, ni siquiera un cristiano con buenas intenciones.
Sutilmente, en la mentalidad de algunos de nosotros se ha infiltrado la idea de que la consagración está enfocada exclusivamente en participar frecuentemente de los cultos, cantar, orar, evangelizar, etc.
“Podía culpar a los demás por los errores pasados, las decisiones que tomé, los amigos que hice, pero al final, todo se trataba de mí. Esto era entre Dios y yo.”
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