El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Su poesía exalta la dignidad del hombre y la búsqueda de Dios.
“Hallado y perdido a cada instante, está el nombre de Dios en la poesía de todo poeta auténtico. Y así en la de Leopoldo Panero”, escribía Dámaso Alonso.
Poesía religiosa es la que hace patente la corriente interior de hombres y mujeres, su espiritualidad, sus vivencias religiosas, su testimonio de unidad entre lo divino y lo humano hasta llegar a las alturas donde habita el Eterno.
Considerado como uno de los principales representantes de la poesía social de su tiempo, fue un gran estudioso de Cervantes, Rubén Darío, Quevedo, Unamuno y de otros gigantes de la literatura española.
Fue especialmente conocido por su libro Los muertos, “Obra donde reflexiona sobre Dios, el tiempo y el fin de la existencia humana en lucha agónica por alcanzar la inmortalidad”.
Dedicado por entero a la poesía, en 1981 obtuvo el Premio Nacional de Poesía en euskera.
La poesía de Emilio del Río “se mantiene transparente a pesar del paso del tiempo –dice Enriqueta Soriano– adornada con profundidad del mensaje cristiano. Piensa que el hombre es la gloria de Dios”.
Alencart es uno de los poetas más universales que tiene la España contemporánea.
“No te alejes, Dios mío, que el ala inútil siento que se derrama y hasta hueca me nace la plegaria”, escribía en uno de sus poemas.
"Dios está aquí, sobre esta mesa mía, tan revuelta de sueños y papeles", escribía Murciano.
El malagueño escribía su artículo diario con un gran sentido de la actualidad y con unas dosis de humor que no encuentro en otros periodistas.
La crítica la acogió con calor, colocándola en primera línea de la poesía de su tiempo y considerándola como la sucesora de Rosalía de Castro.
"¡Ay, angustia de Dios, del Dios que falta en sus ardientes, solitarias venas!", escribía en uno de sus poemas.
La producción poética de Ruiz Peña se caracteriza por una sensibilidad muy personal.
Su primer libro, Cántico Espiritual, apareció en 1942. Fue un homenaje a san Juan de la Cruz.
“¿Por qué te veo, Señor? ¿Por qué casi me tocas y mi mano contiene tu caricia?”, escribía Torres en un poema.
Respondiendo a algún crítico dijo que ella escribía “porque sí, porque le sale y, a fin de cuentas, porque Dios lo quiere”.
Algunos de sus libros han sido traducidos al francés, inglés, italiano, indio, vietnamita y otros idiomas.
Destacó por su profundidad lírica y su constante intento de hacer una poesía analítica.
“Es, quizá, el más intenso poeta de los que constituyen un grupo independiente del valor de los líricos que se forman aparte”.
"Es Dios sobre la mar camino", escribía el célebre poeta español.
"Duerme Dios y respira, durmiendo, su sueño, y es un mar su respiro, mar de lumbre de alba; es el mar del amor que a las cosas envuelve".
Su primer libro de poemas, Alma, representa un preludio y síntesis de la orientación más personal y genuina que su poesía iba a adoptar en los años siguientes.
Autor dramático y fecundo, una de sus representaciones de más éxito fue El divino impaciente, basada en la vida de San Francisco Javier.
Fue un poeta de técnica cerebral, algo frio al escribir versos, pero a partir de 1947 su cerebraísmo se desheló en una honda y trascendental humanidad que le colocó entre los más intensos poetas de su tiempo.
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