El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Este es el manifiesto de Nazaret proclamado por Jesús sobre el año 30 de nuestra era en la sinagoga de su ciudad.
El poder del Evangelio sigue cambiando vidas, familias y comunidades enteras, de lo contrario solo sería un fiasco o simplemente un simulacro.
Esta afortunada experiencia nos da la oportunidad de poder tener un encuentro con nuestro Creador.
Al parecer, el signo de este tiempo, es el que cada uno va a lo suyo.
En medio de esta hora de gran prueba mundial, la Iglesia de Dios sigue en marcha.
El antivirus del miedo es la valentía, que en la experiencia cristiana nos viene dada por la Divinidad como una fortaleza interior capaz de afrontar amenazas imprevisibles.
En esta aventura de nuestra peregrinación terrenal, lo más importante es ser un verdadero ciudadano del reino de los Cielos.
Hemos de reconocer, con la necesaria humildad, que la escasez de milagros entre nosotros hoy tiene mucho que ver con nuestra falta de fe.
Sabemos que los que confían en el Señor no tendrán falta de ningún bien necesario en tiempos difíciles.
Ser un peregrino significa convertirse en un desarraigado de tantas pasiones humanas y sentimientos culturales que confunden nuestra verdadera identidad en Cristo Jesús.
Él y solamente Él es la Luz que ilumina nuestra existencia.
El cielo nos ha hablado una y otra vez a lo largo de la historia, pasando por la estrella que guio a los magos hasta Belén y la voz celestial durante el bautismo de Jesús en el Jordán.
En estos días pudimos recorrer las Ramblas de principio a fin, uno de los bulevares más bonitos del mundo, sin duda alguna.
La resurrección de Jesucristo es el hecho más portentoso de toda la historia humana.
Somos muchos los que estamos deseosos de ese “nuevo día” de Dios sobre nuestro país.
En medio de tantas turbulencias humanas como las que ya estamos viviendo, comienza a emerger un creciente clamor mundial por el retorno de Cristo en todos aquellos que amamos su venida.
El cielo nos está enviando mensajes muy potentes y claros de nuestras limitaciones y vulnerabilidades.
Mucho tiempo después, pude descubrir el verdadero significado de la Nochebuena, como fue la bendita llegada de Jesús al mundo.
La irrupción del Mesías ignorado por los suyos en Israel nos demuestra la deliberada aproximación del Dios que se hizo hombre hacia la raza humana caída.
Me parece preocupante la impresionante indiferencia y pasividad del pueblo cristiano evangélico en todo lo que está sucediendo ante nosotros.
La luz brilla en medio de la oscuridad y ejerce una influencia benigna sobre todas las actividades humanas.
Jesús ha dicho y es verdad: "El que en mí cree tiene vida eterna"; y yo creí en Él y tengo vida eterna, y la empecé a disfrutar desde que le conocí.
Es la hora de mirar al cielo y reconocer nuestro orgullo y total impotencia para salir de este atolladero en el que nos encontramos.
Dios tiene la última palabra de la historia y en su perfecta justicia sentenciará a cada ser humano conforme a sus propias decisiones.
El desafío para nosotros hoy es convertirnos en los mensajeros de esperanza para esta generación final.
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