El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Obras como “1984” o “Rebelión en la granja” supieron anticipar el peligro de la pesadilla del totalitarismo que representa el poder de un Gran Hermano, cuya fuerza va más allá del Estado, ya que se basa en su completo dominio del lenguaje.
George Orwell nos mostraba la pesadilla de un totalitarismo que basa su dominio en el lenguaje, en lo que muchos consideran un libro profético.
La figura de Orwell se nos antoja todavía a la de un profeta sombrío, cuando lo cierto es que la realidad ha ido más allá de sus más oscuros vaticinios.
La clásica distopía de Orwell parece escrita para una época como la nuestra, donde la posverdad y los “hechos alternativos” se han vuelto a apoderar de la política.
Incómodo y heterodoxo, George Orwell entendía la libertad como “el derecho a decir a la gente lo que no quiere oír”.
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