El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Es casi pecaminoso transformar el mensaje más increíble del mundo en algo aburrido, soporífero, carente de chispa, fuego, convertir la sencillez del Evangelio en algo intragable, lo profundo del mensaje en confusión y la “locura” del evangelio en algo domesticado.
Dios sigue obrando y haciendo milagros. Sigue curando, protegiendo, resucitando, pero sobre todo sigue resucitando muertos espirituales a vida. Y su principal herramienta es nuestra boca, nuestro amor y nuestras vidas.
Vivimos y predicamos como si las personas tuvieran que decidir voluntariamente a Cristo pero descansamos en que la decisión de nuestra salvación fue iniciativa divina.
Lo que hizo Jesús fue declararse Mesías Divino sin decirlo literalmente y por lo tanto decir la verdad sin ser culpable de blasfemia.
El desarrollo de la representación simbólica marca un antes y un después en la historia de la humanidad.
Si crees que las buenas obras te salvan, nunca harás una buena obra por el motivo correcto sino por egoísmo.
No hay camino a la recuperación, a controlar los comportamientos adictivos sin pasar por la verdad y encontrar un lugar donde decir la verdad, sin tapujos ni excusas.
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