El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El pastor luterano de la Zionskirche se llamaba Hans Simon. Solía ir con un jersey de cuello alto y una pipa siempre en la mano. La Stasi espiaba todos sus movimientos.
“La gente sabe tan poco de la Biblia que el discipulado comienza mucho más abajo”, dice James Ros, líder de un movimiento regional de plantación de iglesias.
Los desequilibrios entre este y oeste persisten en cuestiones como inmigración y empleo, dicen voces cristianas en el país que abogan por “afrontar los problemas de la desigualdad”.
Nunca podré olvidar aquellas terribles imágenes de familias separadas por el Muro y los años, de modo muy especial en Navidad.
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