El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Habla este himno de Geroge Matheson sobre un amor que nunca nos dejará, el amor de Dios.
Nuestra existencia – nos demos o no cuenta de ello – es un terreno seco y árido que necesita del agua de vida que sólo puede dar Dios para sobrevivir.
El mensaje de Jesús insiste en que todos somos pecadores y en que Dios nos llama a ir a Su lado no porque somos buenos sino porque no lo somos.
Imagino que entre las personas que leen estas páginas habrá algunos que deseen conocer al Jesús real y encontrarse con Dios como Padre. Incluso es posible que ansíen hacerlo ya. Pues bien, está al alcance de su mano.
Dios es mi tesoro, el único Ser al que rindo culto, la explicación de toda mi vida y Aquel al que profeso el mayor amor.
El encuentro con Jesús cambió radicalmente las vidas de Melody y Keith Green que, de manera casi inmediata, tras su conversión, iniciaron una obra de evangelización entre madres solteras adolescentes, vecinos y drogadictos.
Dios es digno que cualquier criatura le rinda la gloria y el honor porque es el Creador. Una explicación del himno.
Tengo la absoluta seguridad de que, cuando llegue a la otra orilla, descubriré que todavía existieron mucos peligros ocasiones que yo nunca conocí.
Se trataba de una de las composiciones más hermosas, profundas y dulces que he escuchado nunca. Su autor, de Zaragoza, es Javier Gacías.
En 1957, Elvis fue invitado al show de Ed Sullivan y allí manifestó al conocido presentador que iba a cantar góspel. Sullivan le aclaró que podía hacer lo que quisiera, pero que no contara con la orquesta del programa.
En esta canción, Charles Wesely se pregunta: “¡Amor sublime! ¿Cómo puede ser?” Así es de grande el amor de Dios.
Recordar el nacimiento del mesías esperado durante siglos no es un aniversario más. Es anunciar que hay esperanza para este mundo ahora y mañana.
Dios se complace al ver que lo adoramos y que no tiene en cuenta la modestia de aquello que podamos ofrecerle.
Ese Cordero es el verdaderamente digno de recibir “la honra y la gloria y el poder” (5: 13) aunque semejante afirmación provocaría incomprensión, desprecio y perplejidad en millones de personas.
Dios tiene sus ojos posados hasta sobre los gorriones. Lo he vivido una y otra vez en medio de una existencia no poco azarosa y me consta que no soy ni lejanamente el único.
Lo mejor que se puede hacer es envolver todo en los harapos en que se ha convertido la vida y colocarlo ante la cruz del Calvario.
“Oh, libertad sobre mi. Antes que ser esclavo prefiero estar en la tumba y marchar a casa a reunirme con el Señor y ser libre”.
Se trata de la oración de un alcohólico que se dirigía a Dios. Suplicaba a Dios que igual que Su Hijo tiempo atrás había convertido el agua en vino ahora convirtiera el vino en agua.
John Keble fue catedrático de poesía durante una década en Oxford, pero con posterioridad se convirtió en pastor de una humilde iglesia en Hursley.
Que el papa haya formulado contra una la bula de excomunión y que, al mismo tiempo, el político más importante de la época te haya proscrito no es, desde luego, una suerte envidiable.
Creo en el mensaje de la canción de manera total y absoluta: puedo acudir a Jesús porque sé que me salvó y que ha transformado mi alma. Si no sabe a quién ir… vaya al Señor
George Matheson desarrollaba musicalmente el contenido del final del capítulo 8 de la carta a los Romanos y, a la vez, la experiencia de millones de cristianos que han vivido a lo largo de los siglos.
Charles Wesley advierte en esta canción que ni un millar de lenguas entonando al unísono serían suficientes para describir la maravillosa gracia de Dios.
Escuché esta canción al poco de convertirme, allá en el año 1977, y debo decir que me sentí identificado totalmente por ella ya que reproducía musicalmente lo que era mi propia experiencia.
Hee querido escoger una de sus canciones más sencillas y hermosas de los Jesus People. Se trata de aquella que invita a alabar de manera sencilla a Dios, es decir, a cantar Aleluya.
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