El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Muchos creen que Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. Pero en este capítulo vemos lo contrario, que Dios ayuda a quien no puede.
Nos cuesta entender que nuestra visión de la realidad es limitada. En la conversación del pozo, Jesús se muestra como el salvador del mundo.
Si hemos sido hechos para el Autor y Señor de la vida, no es extraño que al prescindir de Él, nos da esa sed para descubrir que solamente en Jesús podemos ser satisfechos.
En la vida, solemos lamentar los errores y soñamos con volver a empezar. La buena noticia es que a través de Jesús, es posible tener nueva vida, como explica él mismo en su conversación con Nicodemo.
Jesús era lo contrario a alguien aburrido, y por eso le vemos como invitado a una fiesta.
Cuando uno se para a pensar en el propósito de la existencia, solo hay dos respuestas: o todo ocurre por azar, o realmente hay un propósito. Para Juan, la pregunta más importante es quién es Jesús.
El mensaje cristiano no solo es que hay vida después de la muerte, sino que nos espera la resurrección y el juicio: por eso, sigue siendo un mensaje incómodo.
Dios, el autor intelectual de nuestra existencia, nos ha enseñado a amar la vida, como nadie más puede hacerlo.
A muchos les sigue resultando extraño que para entender quién es Jesús, tengamos que preguntarnos por qué murió, pero esa es la lógica del Evangelio.
La vida está llena de decepciones y errores, una y otra vez convivimos con nuestros propios fracasos. En este texto clave, encontramos dos ejemplos con un final distinto: Pedro y Judas.
Las señales de lo que viene no son para inspirar miedo o pánico, sino para traer esperanza en su persona si estamos preparados para ese día.
La unión de la política y la religión produce siempre mucha confusión. Te lleva a encrucijadas sin salida, como la cuestión que le plantean a Jesús en este capítulo.
Nuestra cultura está dirigida por la codicia, llevándonos tantas veces a la destrucción social o personal. El dinero se puede convertir en un dios para nosotros, y Jesús advirtió de su peligro.
El Dios que nos presenta Jesús no es un relojero ciego, sino un Dios presente, que escucha y se relaciona con su creación.
Todos nos vemos mejor de lo que somos, pero se trata de una ceguera muy común. Hoy nos paramos a examinar lo que Dios tiene que decir de cada uno.
El amor al dinero es el origen de muchos males. Jesús veía la avaricia en el corazón y denunció la hipocresía de los religiosos.
Todos tenemos un sentido de extravío, pero Jesús nos muestra en qué sentido necesitamos ser rescatados, a través de tres historias: la oveja perdida, la moneda perdida y los hijos perdidos.
El problema de la religión es que nos puede volver engreídos. Por eso Jesús le da la vuelta a esa aspiración, enfatizando que los últimos serán los primeros.
Aunque creemos tener la vida por delante, lo cierto es que enfrentaremos el final en el momento más inesperado.
La mirada hacia delante que nos hace cambiar nuestra perspectiva en la Biblia viene marcada por la profecía. Porque no solo importa mirar al pasado, sino también al futuro.
La ambición económica parece que controla nuestras vidas, lo que se expresa en nuestra relación con el dinero y lo que en él buscamos. Jesús advirtió que las riquezas se pueden convertir en idolatría.
La neutralidad es un mito, dado que todos acabamos creyendo en algo. A Jesús le demandaban una señal, pero les mostró cómo aquellos que lo pedían ya habían decidido.
Hay oscuridad en nosotros, pero hay además una dimensión profunda, con un poder invisible operando. El evangelio nos muestra que el mal está presente en aquel que se ha rebelado contra Dios, pero que Jesús es más poderoso.
Todos tenemos cosas que hacer en la vida y sentimos a menudo una sensación de agobio, incluso de ansiedad. Por eso es importante pararnos para considerar hacia dónde va nuestra vida.
¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? En esta parada en nuestro viaje por la vida a la luz de la historia que Jesús mismo nos cuenta, reflexionamos sobre la parábola del buen samaritano.
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