El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Cansado de manos inmersas en guantes de hierro y de barro, fuertes cuando al débil golpean pero sumisas siempre al tirano.
Veo agonías contenidas en prosa descarnada, veo esperanza donde apenas queda nada.
Un poema de Amalia Bautista. (Selecciona Isabel Pavón)
Ciegos y guías de ciegos, con música de tamboriles para bailar entre el cieno.
Poema inspirado en Lucas 13:34.
Un poema de Hamlet Lima Quintana. (Selecciona Isabel Pavón)
Paráfrasis poética del Salmo 139: “Vieron tus ojos mi embrión, y fue mi ser misterio y poema”.
Un poema al hermano/a que no dejaron nacer.
Un poema de Pilar Olmedo. (Selecciona Isabel Pavón)
La justicia y la paz se besaron.
Un poema de Luis Cernuda. (Selecciona Isabel Pavón)
La flor que el Señor ha cortado aún permanece, toda apariencia, orgullosa sobre su verde tallo
Un poema de Gloria Ramírez Trillo. (Selecciona Isabel Pavón)
Tu no habitas tras los muros del Templo...
“Sinfonía breve”, en donde alude al profeta Jonás, fue leído y releído, disfrutado al máximo y fotocopiado para no perder el hilo de su aportación instalada de manera inmediata en la memoria.
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo (MAteo 4:1-11).
A lo bueno llaman malo y a lo malo dicen bueno ideólogos de rebaño, intelectuales gregarios que nunca miran al cielo.
No me dan nombre mis obras; aunque entre los surcos queda el fruto y cosecha de mis horas, de mi labranza y mis poemas.
Y tus manos poco a poco van tensando las promesas, el futuro y los versos...
Un poema de Chari Morillo. (Selecciona Isabel Pavón)
Aunque tus alas estaban rotas me enseñaste a volar.
Fui inmoral por tocarme la prostituta, traidor mi abrazo al recaudador Zaqueo. Irreverente defender a la mujer adúltera, y fanático con los mercaderes del templo.
Un poema de Antonio Vergara. (Selecciona Isabel Pavón)
Pronunciaste mi nombre como nadie lo ha pronunciado. Sonó como un vuelo de alondras en un campo de trigo.
A veces la sombra no es más que la prueba de que hay luz cerca, el valle es oscuro, sí, pero no eterno, y lo que se aprende allí, en esa profundidad, no se olvida jamás.
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