El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El himno invita a la gente a convertirse y acudir a Dios. Jesús llama a todos y lo hace de una manera dulce y amorosa.
La canción es una invitación a despertar para todos aquellos que ahora mismo están espiritualmente dormidos.
Lo que resulta atractivamente hermoso en Jesús es su persona, su conducta y sus enseñanzas.
Debemos recordar que Dios está esperando a que acudamos a El para ayudarnos.
Los que creen que la salvación deriva de los propios méritos o de las propias obras no pueden entender ni lejanamente el amor de Dios.
Si alguien desea conocer a Dios, el Padre, existe un camino – el único – que es Su Hijo.
El himno reflexiona de manera conmovedora en el coste de la redención.
Hasta lo peor de nuestras vidas puede resultar beneficioso y útil si sabemos ver que El tiene todo en Sus manos.
Les animo a escuchar buena música compuesta para honrar a Dios.
El mesías nació hace más de dos mil años y cuando se es consciente de lo que eso significa dan ganas de subirse a una altura y gritarlo a los cuatro vientos.
El salmista se pregunta de dónde vendrá su socorro y responde que éste viene del Creador.
Fijar los ojos en Jesús es una guía de conducta y también un camino a la esperanza porque él es “el Camino, la Verdad y la Vida”
Aquellos que hayan sido aceptados por fe el sacrificio expiatorio de Jesús en la cruz estarán para siempre con Dios.
Jesús nos invitó a seguirlo aunque eso implicara dejar todo y llevar la cruz.
Dios puede trazar y traza caminos donde no los hay.
Esta canción recoge hermosamente el llamado a aceptar a ese Mesías que ya ha venido.
Independientemente de lo que puedan hacer los demás, sabemos que podemos volvernos hacia Dios y decirle: Señor, toma mi mano.
Habla este himno de un amor que nunca nos dejará, el amor de Dios.
Sé que la libertad del espíritu no la gané sino que Dios me la regaló en la persona de su Mesías.
El mensaje de Jesús insiste en que todos somos pecadores y en que Dios nos llama a ir a Su lado no porque somos buenos sino porque no lo somos.
Es imposible comprender los tiempos en que vivimos sin disponer de una visión que sólo puede dar Dios.
Jesús es el único camino de salvación. No uno más. Ni siquiera el más importante. Es el único.
Si este mundo discurriera de acuerdo a la visión de Dios y no a la de los hombres que incluso a veces pretenden que lo representan, sería un lugar infinitamente mejor.
Hay algo realmente relevante, y es que Dios es real y que podemos sentirlo en nuestro ser.
Jesús sigue siendo la presencia de Dios en este mundo y Su Espíritu Santo puede transformar cualquier existencia mucho más de lo que podamos imaginar.
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