El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
¿Cuál está siendo el papel de los evangélicos en la situación de Cataluña? Tres evangélicos nos dan su opinión.
El 1 de octubre de 2017 marcó un punto de inflexión en la situación política y social en Cataluña. Un año después, aunque la tensión es menor a lo que se vivió entonces, las soluciones prácticas parecen lejanas, al revisar las posturas de unos y otros partidos y gobiernos.
Aunque solo hayan pasado 365 días, ha habido muchos cambios. Se produjeron acontecimientos inéditos como la declaración de independencia, la aplicación del Artículo 155 de la Constitución, la convocatoria de elecciones por parte del Gobierno de España, la judicialización del proceso con el encarcelamiento provisional de varios líderes independentistas y la huída de otros al extranjero, por señalar algunos de los hechos más relevantes. En estos doce meses, ha cambiado el Gobierno de Cataluña, pero también el de España.
Esta vorágine política también se ha vivido con intensidad en la calle, en las conversaciones, en los espacios de contacto entre diferentes, y por supuesto en las redes sociales, esa nueva plaza pública que tanta importancia tiene en nuestra sociedad actual.
Buscando un punto de referencia que nos ayude a reflexionar, preguntamos a algunos evangélicos de Cataluña sobre su percepción de los acontecimientos.
1-O: TODO ES DISTINTO, PERO TODO ES IGUAL
Roberto Velert es pastor de la iglesia evangélica bautista Piedra de Ayuda, en Barcelona, y director de la radio Bona Nova. En su opinión, la situación política y social es “por un lado caótica”, ya que “hay unas claras divisiones entre la sociedad catalana, que afecta no sólo en la generalidad, sino también en el seno de muchas familias”.
Para Roberto Velert la acción de los políticos está contribuyendo a generar caos: “Salvo honrosas excepciones, se dedican más a descalificarse que a construir puentes sabios de comunicación”.
“Se ha generado una mayor controversia debido al posicionamiento sobre el encarcelamiento y el exilio de los políticos independentistas”, apunta Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española, que ve un ejemplo de esta controversia en la polémica en torno a la puesta y retirada de lazos amarillos que se ha vivido en los últimos meses.
“A nivel político -continúa- hay un par de hechos que definen la actual situación: Por una parte, los votantes de Cataluña volvieron a dar la mayoría parlamentaria a las fuerzas que promovieron el referéndum” y por otra parte “el gobierno de España que había en el momento del referéndum ha sido sustituido por otra mayoría parlamentaria. El resultado de estos cambios es un lenguaje distinto pero con los mismos resultados”.
“Creo que como cristianos -razona Jaume Llenas- siempre tenemos que alegrarnos de los entornos más favorables al diálogo y menos propicios a la tensión. Pero queda mucho por hacer para plantear una solución al problema entre España y Cataluña, es obvio que ésta no llegará con la imposición de soluciones unilaterales. Si alguien piensa que puede hallarse una solución que implique la victoria de unos sobre los otros está haciendo un pobre análisis de la situación”, concluye.
Febe Jordà, escritora y pedagoga, apunta a que los acontecimientos del pasado 1 de octubre han marcado y reafirmado el anhelo de independencia en aquellos que pedían un referéndum. “¿Alguien cree en serio que aquí se va a olvidar para siempre este anhelo de autodeterminación, que viene de siglos y permanece en el inconsciente colectivo a través del tiempo? ¿Alguno piensa que va a poder borrársele de la memoria el 1 de octubre de 2017 a alguno de los que lo vivió? De los que realmente lo vivieron, no de los que se lo han contado: porque fue la comunión de un pueblo más allá de todo lo imaginable para poder expresarse votando. Y que quería hacerlo en paz”.
Es por ello que, considera Jordà, “difícilmente se va a convencer a las personas de que no es posible la soberanía, o de que es vergonzoso tener un punto de vista político independentista, o de que la superficie del territorio español actual lo va a ser por toda la eternidad, o de que la única opción sabia e inteligente es la que no implica ningún coste ni riesgo, o de que las vigentes leyes españolas son sagradas e inmutables, o de que lo más digno es renunciar”.
La situación de división de opiniones lleva a que “en muchos lugares se opte por no hablar del tema, todos saben ya lo que piensa el otro, y no se trata de ir discutiendo continuamente”. Roberto Velert cree que cierta parte de la ciudadanía se siente algo saturada con el tema político. “El famoso estilo catalán del “seny”, sentido común”, lleva a muchos a acudir “a sus trabajos, cumplen sus obligaciones” y vivir “con leve indiferencia el espectáculo que estamos viviendo”. Así, un debate presente en la sociedad no es ya monopolizante. “Quizá -agrega Febe Jordà- se ha convertido en un tema tabú en algunos ámbitos. O simplemente se obvia, porque hay vida más allá de estas cuestiones”, afirma Febe Jordà.
EVANGÉLICOS: ¿SONORO SILENCIO?
El tema, en todo caso, no ha pasado desapercibido en ningún ámbito, tampoco en el evangélico, donde se presentan diversas posturas. Pero, ¿hay una participación activa, propia e identificable en la sociedad del pueblo evangélico en este debate social y político?
Nuestros entrevistados coinciden en que el papel de los evangélicos no está siendo destacable. “En general tiene un perfil bajo”, afirma Jaume Llenas. “Es, para seguir con la triste realidad del “silencio de las ovejas”, simplemente de termómetro”, comenta Roberto Velert. “Seguimos siendo invisibles para la sociedad catalana, en esto también”, añade Febe Jordà.
Jaume Llenas cree que esto se debe a un déficit “en términos muy generales” de preparación para “pensar sobre la realidad con una mente bíblica”. La consecuencia es que la participación evangélica se tipifica de dos maneras principalmente: “la del hooligan de un lado y del otro, que ha asumido la opinión de su sector sin que sea influenciada por la cosmovisión bíblica”, y “la del que quiere mojarse poco pensando que existe una división entre lo sagrado y lo secular y que la política es una cosa que no tiene que ver con el cristianismo”.
Para Roberto Velert, se echan de menos “voces proféticas, que denuncien que la frivolidad ante la Carta Magna, el menosprecio de las sentencias judiciales, que tendrá y tiene graves consecuencias. Hay una ausencia de contrastar los valores políticos y demagógicos, a la luz de la Palabra de Dios”.
Febe Jordà, por su parte, lamenta que “algún pastor ha usado el púlpito para propaganda unionista, sin pluralidad, asumiendo el sagrado texto de ‘una, grande y libre’, pero sobre todo una”. Y aunque “en otros lugares, y según la composición natural del espectro social, las iglesias han dado ocasión a participar de la vida ciudadana proponiendo debates, invitando a personas relevantes de la política”, esto es “apenas testimonial”.
Jaume Llenas cree que aún se está a tiempo y “también existe otro sector que está realizando una reflexión y permitiendo que lo que conoce de Dios a partir de las Escrituras moldee su pensamiento”.
VIVIENDO LA FE EN MEDIO DE LA DISCREPANCIA
Las opiniones diversas en la sociedad, en muchos casos, han dado paso al insulto del que piensa distinto y la creación de burbujas ideológicas donde es difícil que se genere debate. Para nuestros entrevistados, es importante que los cristianos en este aspecto podamos dar un ejemplo diferente, sobre todo al tratar con aquellos con una posición opuesta.
Jaume Llenas considera el principio de tolerancia bíblica, diferente de la tolerancia posmoderna que pretende dar igual validez a todas las ideas. “La tolerancia bíblica es aquella que considera que no todas las ideas son iguales, que sí existe la verdad y la mentira, que existe el bien y el mal, que ajustarnos a esa verdad es el bien. A la vez que tenemos criterios claros y opiniones firmes, daríamos la vida para que aquel que sostiene otras opiniones pudiera expresarlas. Nuestro intento no es que el que piensa distinto no pueda expresarse, no existe el derecho a no escuchar al otro. Queremos una sociedad del diálogo, del pacto entre lo que proponen unos y otros”, expone Llenas.
En la misma línea, Roberto Velert considera que “la fe en Jesús implica capacidad de razonar con justicia” lo que “influye en el respeto hacia los que piensan de diferente manera. Un respeto que se adorna con los frutos del Espíritu: Templanza, dominio propio, mansedumbre, benignidad, bondad y algo de lo que deben ser los hijos de Dios: pacificadores”.
“El factor de la fe es positivo y minimiza (el conflicto) de un modo que no podemos alcanzar a valorar adecuadamente, porque lo más importante de nuestra vida es el Señor y la salvación que nos brinda, y eso es lo que nos une”, expresa Febe Jordà.
Sin embargo, no siempre los cristianos cumplen con este estándar. “La verdad es que la constante comparación de los que no piensan como yo con el régimen nazi, con golpistas, con terroristas, etc. no favorece ni el diálogo ni el entendimiento”, dice Llenas.
“Si miramos las redes sociales -agrega Febe Jordà- es tristísimo comprobar que no solo no se aplica la gracia, que uno recibió gratuitamente, para tratar con el prójimo, sino que los ataques más despectivos, feroces e inmisericordes vienen de algunos que pasan por hermanos en la fe, llegando a borrar personalmente del libro de la vida al de opinión distinta”.
Roberto Velert apunta además a una sociedad que se dice cristiana. “Si los políticos de Cataluña, que pueden llenar una basílica como la de la Merced, en días de festividad patronal, viviesen algo de la fe cristiana, muchos problemas serían resueltos con mejor tino, pero no siendo así, se vive como se vive, en el desconcierto y en las posiciones vanidosas”.
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