La Alianza Evangélica Española se pronunció la pasada semana en un
comunicado explicando su postura hacia el Anteproyecto de Ley reguladora de los derechos de la persona ante el proceso final de la vida. Dentro de la comisión que trabajó en esta respuesta al Gobierno se encuentra
Manuel Suárez, médico de profesión y vicepresidente de la Alianza Evangélica, que en una entrevista ha explicado el trabajo de la comisión y por qué se ha llegado a la conclusión de solicitar la retirada y reevaluación del Anteproyecto.
Manuel Suárez reafirma que la Alianza no persigue la “descalificación absoluta del proyecto”, ya que considera que “la intención es buena y es posible elaborar una ley que sea menos imprecisa, que tenga en cuenta las consideraciones” que aporta la sociedad civil.
Para el médico,
el asunto que quiere regular la ley “afecta a todo el mundo” y por eso la sociedad “debería tener más oportunidad de participar con un debate social tranquilo”, porque en su opinión “no debería ser tan difícil ponernos de acuerdo” ante algo que a todos nos llega: la muerte.
“Esta ley no puede quedarse en el debate político -agrega Suárez-, debe reevaluarse” dando lugar “al diálogo, a posturas que enriquezcan y conformen un consenso que creo que no es difícil”. El vicepresidente de la AEE
aboga porque el Gobierno busque “el consenso en la sociedad y en los grupos parlamentarios” ante un proyecto de esta envergadura.
ASPECTOS POSITIVOS
Suárez agradeció que el Gobierno consultase a organizaciones y entidades civiles de todo tipo sobre la ley, aunque entiende que “hubo muy poco tiempo” para dar una respuesta sosegada. Por eso quiso valorar especialmente el esfuerzo que la Comisión de la Alianza hizo para dar propuestas. “Como Alianza Evangélica
no queremos negociar con el Gobierno sino dar propuestas y ofrecer criterios como protestantes en este país” aclara Suárez.
El informe de la Alianza rescata aquellos aspectos que consideran positivos sobre la ley. “Nos parece oportuno que se haya pensado poner por escrito aspectos sobre la dignidad y el acompañamiento a personas en los momentos finales de la vida”, explica Suárez, destacando que esta ley “va más allá de los cuidados médicos: habla de la privacidad, del apoyo emocional, del cuidado espiritual. Que haya una ley que garantice esto es una sensibilidad importante por los redactores del Anteproyecto”.
POCAS GARANTÍAS
@MULT#IZQ#43690@Sin embargo, la Alianza mantiene que la ley tiene algunos déficits importantes. Entre ellos, que no aprovecha la oportunidad de garantizar que haya mecanismos para aportar los cuidados paliativos que se regulan. Suárez puso el ejemplo de Ourense, donde sólo un médico es el responsable de cuidados paliativos para toda la ciudad.
Por otra parte la Alianza concluye que
la Ley no sería necesaria si simplemente se desarrollaran los aspectos que contenía la ley de 2002. “Una vez que se quiere hacer una ley a partir de ella debería ser más ambiciosa, y no cargarse de elementos ideológicos, como es el tema del menor maduro, que parece algo más ideológico que racional”.
Se pide, por tanto, la retirada de la ley porque “los objetivos son muy ambiciosos, afectan a cuestiones muy profundas que compartimos todos, de sensibilidades distintas” y debería abordarse “con menor carga ideológica y garantizando medios para los médicos que se ocupan de este tema, tanto en los hospitales como a domicilio”
ASPECTOS NEGATIVOS
Suárez pone énfasis sobre algunos aspectos que consideran claramente negativos y detecta en ellos una clara carga ideológica. Entre ellos se encuentra el concepto de “menor maduro” o el derecho de menores de edad que superen los 16 años de tomar las decisiones sin el consentimiento paterno.
Hay un “afán pseudoprogresista de reducir cada vez más la edad” en la que los menores pueden tener relaciones sexuales consentidas o en la que pueden decidir sobre el aborto. Aspectos que Suárez considera que “desprotegen al menor”. Y en el caso de la ley, la propuesta aparta a los padres de una decisión tan trascendental como la de la muerte. Por eso Suárez piensa que “es una barbaridad inaceptable” que se aparte a los progenitores de esta forma.
Otro aspecto es el de
la indefinición de las fronteras de la ley,
ya que ésta no aclara qué es un enfermo terminal o un enfermo en agonía. Esto puede provocar “muchos problemas”, y Suárez apunta a que sería necesario recoger lo que la sociedad española ya ha avanzado en este sentido con los cuidados paliativos.
Quizá el mayor problema de la ley se desarrolle hacia la limitación de la labor del médico. La ausencia de la “lex artis”, es decir, el derecho del médico a decidir el tratamiento correcto hacia el paciente que está atendiendo, supone una inversión de la relación médico-paciente. “La medicina se basa en conocimientos y en la experiencia. Cuando un médico toma una decisión, la toma pensando en lo mejor para el paciente”, y no se puede dejar decisiones médicas en manos de un paciente que no cuenta con la formación adecuada para tomar una decisión tan trascendente.
“Debe haber una relación de confianza con el médico. Al médico se le debe dejar decidir en cuestiones técnicas (…). Hay un compromiso personal. Somos algo más que chips informáticos. Eso es un elemento que debería ponderar en la normativa que estamos planteando”, concluye Suárez.
Para Suárez,
la ley es “imprecisa porque se queda en generalidades”, y reduccionista porque “parece que sólo piensa en la sedación paliativa, y los compañeros que trabajan en este terreno saben que esta es un arma entre muchas otras que se puedan utilizar”.
Así, razonan finalmente que a pesar de que haya elementos positivos en la ley y pueda tener una buena intención, es necesario atender a los elementos que presentan como negativos.
SOBRE LA POSICIÓN EVANGÉLICA
Suárez considera, a raíz de la encuesta planteada en Protestante Digital, que este asunto debe ser examinado y estudiado con cuidado por los evangélicos ya que es necesario tener un criterio definido. “
Es una buena oportunidad para que hagamos una reflexión común. Me preocupa que haya cerca de un 20% que no sabe, que no tiene un criterio claro. Supongo que no sabe de qué va el tema. Esto es preocupante y animo al pueblo evangélico que profundice esta cuestión”, dice Suárez.
Además, piensa que
como evangélicos “tenemos mucho que decir en este debate”, por eso entiende que la Alianza en este caso ofrece “recursos y servicio” al pueblo evangélico para formarse un criterio.
“No presento el trabajo de la Alianza para imponer ningún criterio, sino como un servicio. Dios ha permitido que algunos de nuestros miembros sean grandes profesionales, pero no es para ponernos por encima, sino como servidores de nuestra comunidad evangélica”, agrega.
Suárez concluye que es “un momento oportuno para que la comunidad evangélica dé su opinión”, y para ello “tenemos que recurrir a la Biblia y a las aportaciones que los profesionales deban hacer” para hacer una reflexión adecuada.
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