“Los europeos aman el arte, las bellas artes, pero también todo tipo de arte: arquitectura, música, jardines, festivales”. Los comentarios son de Charles Kelley, un artista californiano que vive en Letonia. En una gran sala llena de obras y esculturas, responde brevemente a las preguntas antes del comienzo de una nueva sesión.

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Kelley lidera la red de artistas cristianos, un grupo de 25 personas reunidas en Wisla (Polonia) como parte del programa de la Conferencia Europea de Liderazgo (ELF).

“Los artistas necesitan aliento, y ese es mi objetivo número uno”, continúa, mientras la conversación a su alrededor comienza a calmarse después de la pausa para el café. “Tienes que reconocer que tu talento es de Dios, y Dios da talento y responsabilidad. Queremos que las personas tengan la oportunidad de inspirarse mutuamente y de hacerse la pregunta: ¿qué podemos hacer juntos que no podamos hacer solos?”, explica.

Otro deseo es ver que se produzcan conversaciones. “Estoy muy interesado en reunir a artistas, no solo cristianos, sino también no cristianos. Porque el arte es un puente increíble en innumerables situaciones y escenarios”, dice Kelly antes de levantarse para abrir una discusión grupal sobre el tema: “por qué la creatividad requiere riesgo”.

Explorando la eternidad y las cuestiones bioéticas a través del arte

Uno de estos puentes artísticos debe construirse entre la teología y la tecnología, piensa Eglé Tamulyté, más conocida por su nombre artístico, Aglaja Ray. Formada en la Vilnius Academy of Arts (Lituania), define su trabajo como interdisciplinar: “arte gráfico, performances, videoarte, pintura sobre lienzo…”

[photo_footer]El arte como puente hacia conversaciones de fe inexploradas. Eglé Tamulyté, de Lituania./ Foto: J. Forster[/photo_footer]

“Debemos entender los tiempos que estamos viviendo”, explica. “La tecnología avanza muy rápido y movimientos como el transhumanismo son fuertes. Necesitamos plantear cuestiones bioéticas porque mucha gente se apoya en la ciencia para cuestiones que importan, por ejemplo, la eternidad”.

Recientemente, Aglaja se ha interesado cada vez más en la investigación. “Exploro los lugares donde la teología y la tecnología se cruzan, mi arte describe estas preguntas con narraciones visuales”.

“Tengo este proyecto en el que muestro las dos formas que hay de acceder a la eternidad: una identidad artificial, a través de la cual algunos creen que pueden llegar a la eternidad con tecnologías como la singularidad. Pero también está el enfoque cristiano, que dice que se puede alcanzar la eternidad a través de Jesucristo”, apunta.

Los esfuerzos creativos tienen “algo metafísico” en ellos, un sentido de trascendencia. “Nos llevan a algo que no se ve pero que existe. Por eso creo que deberíamos tener arte a nuestro alrededor como un recordatorio de estas realidades invisibles”.

[photo_footer]Adi Hunyadi, de Rumania. / Foto: J. Forster[/photo_footer]

Entendiendo el don de Dios

Adi Hunyadi es otro de los participantes de la Red de Artes de la ELF de este año. Es mitad húngaro y mitad rumano. "Soy pintor. Impresionista, conceptual, en un sentido bastante tradicional. Óleo sobre lienzo, óleo sobre cartón. Pero quiero ir más lejos”.

Él dice que se encuentra ahora mismo en un viaje personal. Le tomó algún tiempo darse cuenta de que “este regalo es de Dios. Antes era diseñador de interiores, estaba en el mismo patio pero en otra habitación, por así decirlo. Me di cuenta que la pintura es lo mío, para mi alma, y ​​la forma en que puedo hablarle al mundo de Dios”.

También Elena Kaminiené de Lituania lleva años experimentando, pero en el campo de la poesía. Ahora ha podido publicar el libro Another Kind Of Love, una colección de poemas de los últimos 20 años. “Las considero oraciones a Dios. Intento expresar un grito a Dios que está también en muchos otros corazones”.

[photo_footer]Elena Kaminiené, de Lituania. / Foto: J. Forster [/photo_footer]

Pastores con vocación artística

El grupo también incluye líderes de la iglesia. Entre ellos se encuentra Luca Illiano, un escultor italiano. “Trabajo en un proyecto de plantación de iglesias en el lugar donde nací. Veo muchas barreras, personas que son escépticas y no quieren tener una charla sobre el evangelio, pero están más abiertas al arte”.

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Últimamente, Luca ha estado trabajando en una serie de esculturas de arcilla llamada Los Profetas. “La idea es comunicar a los espectadores que Dios habló y sigue hablando. Cada escultura simboliza la idea principal que Dios quiso decir a través de ese profeta específico”.

[photo_footer]Luca Illiano, de Italia. / Foto: J. Forster [/photo_footer]

¿Siguen los italianos tan interesados en el arte? “Sí, las estadísticas recientes muestran que los domingos por la mañana hay más gente en los museos y galerías de arte que en las iglesias. Como artista, esto me hace pensar que debo hacer algo para involucrarme donde está la gente”.

También Sasa Nikolinovic dirige una iglesia local, en su caso, en Bosnia Herzegovina. Su objetivo es concienciar sobre la importancia del arte para la vida espiritual. Organiza exposiciones en contextos eclesiásticos pero también en esferas públicas más amplias.

Su diagnóstico es que “en el mundo evangélico muchos tienen una relación problemática con el arte. Con la Reforma protestante tiramos al bebé con el agua sucia, entonces en esta generación estamos tratando de reintroducir el arte en nuestras formas de vivir el cristianismo, tanto en nuestras comunidades eclesiales como en nuestra espiritualidad individual”.

Arte, no propaganda

Si los cristianos quieren marcar la diferencia en una Europa secularizada, “nuestro arte primero debe ser muy, muy bueno”, concluye Charles Kelley.

Cita a un autor sueco: “Si entiendes el arte inmediatamente, es propaganda, si tienes que pensar, es arte”. “Muchos cristianos están influenciados por sus iglesias y subculturas para comunicar propaganda”, admite. El desafío es alentar a más y más artistas a crear puentes de belleza en una cultura que a menudo ha perdido su capacidad de conectar con las realidades espirituales más profundas.

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[title]Un himno inusual[/title]

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Una entrevista con Cristian Cazacu, músico y director de Imago Dei Rumania.

Pregunta. ¿Cómo describes tu propia vocación artística?

Respuesta. Mi llamado es algo de lo que no puedo escapar. Sus acentos pueden cambiar con el tiempo, y cada temporada puede tener un énfasis diferente (compositor, artista, facilitador, maestro, mentor), pero en esencia me atrae expresarme a través de la música, promocionar las obras de otros artistas y enseñar sobre la importancia de las artes en la adoración y el testimonio cristiano dentro de la cultura más amplia.

P. En una de las sesiones plenarias de ELF 2022 invitaste a la multitud a cantar una canción muy especial. Cuéntanos un poco al respecto.

R. La canción “Un imn domnesc” (Un himno real), nació de la forma más insólita. En 2004 trabajé durante una semana como intérprete para un equipo misionero estadounidense en un orfanato local. Todos los niños allí no hablaban, sufrían de distrofia muscular, lo que los hacía incapaces de hablar, caminar y moverse correctamente. Entonces, no había mucho que traducir, excepto que un niño mayor seguía tarareando la misma “melodía”. Me di cuenta de que era una melodía solo unos días después cuando tomé mi guitarra y la descifré.

Sonaba bastante melodioso, y decidí terminarlo para él y pulirlo. Tenía un sonido medieval, compás de 3/4, realmente hermoso.

Muchos años después, durante mi maestría en el Seminario Teológico Fuller en Pasadena (EE.UU.) cuando estudiaba Filipenses 2:5-11, también conocido como “Un himno de Cristo”, decidí construir la letra en torno a la persona y obra de Cristo.

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