¿Por qué los jóvenes se van de la iglesia? La entrevista realizada Por Protestante Digital a Daniel Pujol, autor del libro 'La fuga', generó multitud de comentarios y reacciones ante un asunto que sin duda preocupa entre cristianos evangélicos de distintos países y denominaciones.
El libro recoge la experiencia que este joven vivió cuando, con diecisiete años, se alejó de la iglesia. Después de volver, años después, comparte lo que experimentó e intenta afrontar esta “fuga” que tantos jóvenes experimentan. Entre otras razones, apunta la siguiente: “no se van por falta de inquietudes sino por falta de coherencia entre aquello que oyen y aquello que ven; y entre aquello que ellos mismos creen y lo que viven”.
¿LE PREOCUPA A LA IGLESIA?
El tema preocupa – o al menos debería - en la iglesia evangélica actual. Dani Oval es el pastor de jóvenes de Asamblea Cristiana en Madrid, y en una reciente entrevista comentaba la crisis que sufre la juventud. “De generación en generación vemos nacer a nuestros hijos en la iglesia o llegar a ella en la adolescencia. Aprenden un poco de Biblia, participan de las actividades, pero cuando ya son algo mayores terminan por irse de la iglesia. Las estadísticas dicen que tres de cada cinco jóvenes abandonan”, afirma.
Reconoce además que es “difícil” acertar en un diagnóstico sobre qué se debe hacer para evitar 'la fuga'. Pero apunta a la necesidad de que los jóvenes vivan una experiencia personal con Jesús. “Hay veces que damos por sentado que los chicos son creyentes por el hecho de que han estado toda su vida en la iglesia, pero puede que no hayan experimentado una verdadera conversión”, dice Dani Oval. La cultura cristiana se sustituye por la verdadera vida cristiana, por lo que “pueden llegar a pensar que el evangelio no funciona y terminan por abandonar la iglesia”.
Son muchos los jóvenes que han vivido este desencanto.
Keila es una joven gallega que pasó por esta situación. “Vivía con mis padres, e ir a la iglesia era una norma”, cuenta a Protestante Digital, “lo que por cierto me produjo más rechazo. La verdad es que no encontraba a Dios en la iglesia. La iglesia era para mi un rito que la gente seguía por costumbre, no me aportaba nada”, dice.
Junto a ello se une la falta de coherencia, a la que apunta Daniel Pujol en su libro. “Viví mucha incoherencia entre lo que se decía y se hacía el domingo y la vida entre semana”, explica Keila, que reconoce también que “mi propio carácter rebelde y ciertos traumas de infancia fueron un motivo para alejarme de la iglesia”.
COSTUMBRES, NORMAS... PERO POCA VIDA
“Veía que algo no encajaba. Se predicaba que éramos una iglesia mejor que las de alrededor porque enseñábamos y vivíamos la sana doctrina”.
Marcos fue otro joven criado en una iglesia evangélica en Asturias. Nos cuenta también su historia de búsqueda de Dios que le llevó a alejarse primero de su iglesia local, y luego de cualquier otra.
En su historia aparece también la palabra 'hipocresía'. “Yo sabía internamente que no era mejor que nadie y veía la hipocresía en mí, así como en las vidas de las personas a mi alrededor. Esa vida no me llenaba”, dice Marcos.
Sin embargo reconoce que su ruptura no fue total. “Decidí asistir a otras iglesias, conocer a otros jóvenes y otra manera de vivir las cosas. También acabé decepcionado con la hipocresía de la mayoría de las personas en el liderazgo”, comenta. Pero su búsqueda no terminó: “Estudié en un seminario, pensando que el conocimiento de Dios me acercaría a Él, pero no lo hizo”.
MARCHARSE
En el caso de Keila, llegó a pensar que lo único que importaba era su asistencia a los cultos.
“A mi entorno evangélico sólo parecía importarle que fuera el domingo a la reunión, no había preocupación genuina por mis inquietudes y problemas. La semana que iba a la iglesia el domingo todo estaba bien”, recuerda.
Romper con los lazos fue difícil para Marcos. Cuenta que “el entorno donde crecí me rechazó en general cuando decidí asistir a otras iglesias. Tuve que irme de casa de mis padres, y el liderazgo de la iglesia no entendía mi búsqueda. Esa búsqueda por algo real en mi vida me llevo a diferentes iglesias y finalmente a dejar que la iglesia fuera el centro de mi vida”.
Para Keila, hubo sin embargo
un momento que considera fundamental para haberse reencontrado con Jesús. “Con 20 años en la universidad, en uno de los peores momentos de mi vida; conocí a una chica, Bea, que me invito a conocer un grupo de chicas y chicos que formaban parte la asociación universitaria GBU. Ahí conocí a Dios de verdad”, explica hoy.
VOLVER A LA RELACIÓN CON JESÚS
En el caso del autor de 'La Fuga', pudo conocer a Jesús “cuando ya hacía años que no asistía a ninguna iglesia”. Daniel Pujol dice que “tuve un encuentro con él en mi habitación después de retarle pidiéndole que si existía me sacara de la situación en la que me encontraba y pudiera conocerle de verdad”.
Marcos experimentó algo semejante.
Por eso ahora dice a jóvenes que puedan estar en una situación parecida a la suya “que busquen, porque si buscan sinceramente encontrarán a Dios. Y que aunque muchas veces se sientan incomprendidos por aquellos que parecen ser más sabios que ellos, no se rindan y sigan buscando algo real en sus vidas. Solamente buscando descubrirán que la única opción real para una vida plena es una vida dependiente de Dios”.
Para Keila vale la pena buscar a Dios “sin importar el lugar”. Si un joven pasa por una situación semejante aconseja “que nunca piense que Dios no existe por no encontrarlo en su iglesia o en su casa. Que le pida a Dios que le ponga hijos suyos de verdad en su vida para que le ayuden a entender”.
“En el peor momento de mi vida – agrega - me arrodillé y le pedí a Dios que me ayudase; y aparte de encontrarme con Él directamente, me puso en el camino a un grupo maravilloso de creyentes. Dios no nos abandona si le buscamos de corazón”.
Desde la experiencia, cree además que es necesario ser “sincero” con uno mismo y aceptar también la parte de culpa. “Que intenten entender que a veces algunos 'creyentes' de años están tan perdidos como ellos y que ese es el motivo por el que no los guían, porque no saben”.
DESAFÍO PARA LA IGLESIA
Dani Oval trabaja desde hace diez años con los jóvenes de su iglesia local, además de ser el responsable de Alianza Joven. Reconoce que hay un gran desafío para la iglesia en cuanto a los jóvenes.
“Los jóvenes y los niños necesitan ver el evangelio encarnado en personas”, apunta. Además “deberíamos ayudarles a tener un proyecto de vida que de verdad merezca la pena, que entiendan que ser cristiano es una aventura digna de ser vivida. Ayudemos a los chicos a entender qué significa de verdad entregar sus vidas a Cristo”.
Para Keila una de las claves pasa por “preocuparse de forma genuina” por los jóvenes.
“No abandonarlos nunca ni juzgarlos aunque ellos no asistan a la iglesia. Debemos ser un ejemplo a seguir en acciones y mostrarles nuestro amor incondicional; igual que Dios hace con nosotros”, explica.
Marcos mantiene que
“las iglesias deberían animar a los jóvenes a tener una relación personal con Dios y que él sea el centro de sus vidas, no la iglesia. El Espíritu Santo es el que debe enseñar a los jóvenes, porque solamente así, sabrán que lo que están viviendo es algo real y no una religión. Forzar a los jóvenes a seguir las tradiciones de la iglesia solo puede llevar a adultos viviendo vidas religiosas o jóvenes hastiados de la iglesia buscando cualquier otra alternativa”.
“No consintamos que se vayan de la iglesia porque el proyecto de vida que les ofrecemos es irrelevante y carente de sentido”, apunta en la misma línea Dani Oval. Seguir a Jesús no es “una lista de lo que pueden hacer y lo que no pueden hacer. La vida cristiana nace dentro, en el corazón, y se manifiesta fuera en unos frutos”.
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