¿Qué dice la Biblia sobre la corrupción? Después de tratar el impacto social y posibles medidas de prevención, Jaume Llenas continúa la serie de entrevistas con un enfoque bíblico sobre esta lacra social. El secretario general de la Alianza Evangélica Española opina que gran parte del problema está en hacer un análisis equivocado de la naturaleza del ser humano.
“El ser humano es creado para ser bueno pero la caída en el pecado le corrompe completamente”, dice Jaume Llenas en una entrevista con Pedro Tarquis. La Biblia es clara en este aspecto:
“Tenemos una tendencia natural hacia el mal”. ¿Significa eso que sólo podemos hacer el mal? No, pero la Biblia sí confronta el paradigma social. Desde el punto de vista de las Escrituras, la corrupción en las personas y en la sociedad no es una sorpresa.
El licenciado en Derecho y pastor evangélico ha dedicado mucho tiempo en su trabajo como secretario general de la AEE a pensar sobre cómo la involucración pública de los evangélicos puede marcar una diferencia en la sociedad. Recuerda que el debate sobre “si el ser humano es intrínsecamente bueno o intrínsecamente malo” es una pregunta que ha estado ahí históricamente. La Biblia es clara. “El ser humano por ser una creación de Dios tiene la imagen de Dios y esta no la ha perdida completamente, a pesar de que ha habido una caída en el pecado… el ser humano se ha separado de Dios”.
El pecado puede definirse como la “declaración de independencia”,una acción de “darle la espalda a Dios, de autogobernarse”. Esto es “un estado en el que vivimos, y no sólo un hecho”, cree Llenas. Una condición que está ahí desde el nacimiento y que “nos acompaña el resto de nuestra vida”.
EL CONCEPTO DE “CORRUPCIÓN”
La palabra “corrupción” tiene que ver con “algo que se pudre, algo que se echa a perder, algo que de alguna manera ha dejado de servir para aquello para lo que fue creado”. Es una definición que no sólo se aplica a la realidad del ser humano “sino que también se corrompen las instituciones, los poderes públicos, el Estado, que fueron creados por el bien del ser humano”.
“Todo el sistema se corrompe” por estar formado por los propios hombres. La extensión de la corrupción a una institución complica las cosas. “Es mucho más difícil luchar contra la corrupción de un sistema”.
CONTRASTE ENTRE COMOVISIÓN BÍBLICA Y HUMANISMO
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Esta visión dura de la Biblia choca, sin embargo, con la idea general en la sociedad, mucho más optimista. El ser humano es definido como un ser bueno, del que no se espera que caiga en corrupción.
“Si nosotros partimos del punto de vista de que el ser humano es bueno, lo que vamos a hacer es eliminar los controles hacia ese ser humano”, advierte Llenas.En cambio Dios, que es “un buen conocedor del ser humano”, muestra que “hay un problema” y eso nos debería llevar a tomar precauciones.
Si lo aplicamos a la crisis actual, el principal error habría sido “quitar los sistemas para prevenir que el mal ocurriera”. Esto muestra la importancia del punto del que partimos. Nuestra premisa sobre la maldad o bondad intrínseca marcará cómo se previene o no la corrupción.
Llenas lamenta que en España no ocurra igual como en muchos países de cultura protestante, donde se corta de raíz la corrupción mucho antes.
“En nuestra sociedad a veces creamos ídolos sociales, que se convierten en intocables, seres a los que no se les puede pedir cuentas”.
“El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Por tanto “todo el mundo debería tener sistemas de control. En cada instancia del poder debe haber alguien a quien rendir cuentas”. Cuando estas medidas de control no se ponen en práctica, “el mal crea sistemas del mal difíciles de detener”.
“LA ESPERANZA NO ESTÁ EN EL SER HUMANO”
Visto el diagnóstico, ¿dónde está la esperanza ante esta realidad corrompida?Llenas opina que “la esperanza no está tanto en el ser humano”. “El mensaje de esperanza comienza en el reino de Dios, que consiste en la soberanía de Dios, en el gobierno de Dios, incluso en medio del contexto del caos creado por el ser humano”.
El mensaje de Jesús fue precisamente este: “El Reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y creed en el evangelio”.
El plan de Dios es “todo un programa para volver a la justicia, devolverle la justicia a los pobres, devolverle la dignidad a la gente que la ha perdido, que el propio mal creado por el ser humano les ha quitado”.
La lucha de los cristianos debería ser la misma que la de Jesús. Sea ante “un mal económico, un mal social, un mal cultural”, él se enfrentó a situaciones de corrupción de todo tipo.
“La corrupción se combate con justicia, verdad y amor, que son los valores del reino de Dios y que nosotros hemos recibido un encargo de llevarlos a este mundo”, opina Llenas. Y no se trata sólo de hablar de esos valores, sino de “vivirlos”.
LAS IGLESIAS COMO MOTOR DE CAMBIO
La iglesia (como comunidad no como institución) es clave en este punto. Tiene que ser “una comunidad alternativa, una isla de integridad”, no sólo en el discurso, sino en las acciones. Es importante
“la transparencia interna de la iglesia” en todas sus estructuras, una actitud que lleve a luchar contra la corrupción en todas sus formas, y enseñarlo en el contexto del discipulado, “en el uno a uno”.
Por ejemplo, en casos tan sencillos como la piratería. “España es uno de los países donde existe menos respeto por la propiedad intelectual, la copia de vídeos, las películas, la música, el software”. Llenas opina que “la iglesia debe ser una lugar libre no sólo de la gran corrupción en el sentido de aquello que es grande y visible, sino que debe luchar contra la corrupción en todos los niveles donde esta se presenta”.
Es más, Llenas enfatiza en que “la voz de la iglesia no debe escucharse simplemente en el territorio de la iglesia sino que debe escucharse en todo el territorio de la sociedad”. De ahí el concepto de voz profética, que sin embargo, debe empezar aplicándose en uno mismo.
ASUMIR EL COSTE DE SER ÍNTEGRO
Como conclusión, Llenas termina la entrevista animando “a cada uno de nosotros a seguir el ejemplo de Jesús”.
El suyo fue “un ejemplo costoso”. Él mismo “se ganó la enemistad” de muchos en su lucha contra la corrupción y en defensa de grupos sociales como los pobres, las mujeres (marginadas socialmente) y los inmigrantes. “Si nosotros nos identificamos con este Jesús, debemos ser conscientes de que eso tiene un coste, como iglesia debemos pagar el precio de ser identificados con Jesús también en esa lucha contra la corrupción”.
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