Ha pasado una semana desde que se celebraran elecciones locales y autonómicas. Muy marcadas por el movimiento de indignación de ciudadanos en muchas ciudades, los resultados castigaron sobre todo al partido en el gobierno. Analizamos con Manuel Suárez algunas de las claves que marcarán el futuro de la democracia en España.
Viendo estrictamente los resultados del 22 de mayo, “más que ganar el PP, fue el PSOE quien perdió las elecciones”, opina Manuel Suárez, Vicepresidente de la Alianza Evangélica Española y del Grupo de Participación en la Vida Pública.
“Desde una perspectiva protestante, este PSOE las empezó a perder con su talante intolerante y su dogmatismo doctrinario, renegando de la tradición del socialismo de apertura y concertación que en otro tiempo conocimos”.
Pese a que esta vez no se elegía gobierno a nivel nacional, parece claro que muchos ciudadanos decidieron votar contra el partido que está en la Moncloa. Era un voto de castigo decidido ya antes de que el descontentamiento de muchos ciudadanos empezara a mostrarse en las calles: “Creo que el vuelco electoral estaba ya dispuesto antes del 15-M”, cree Suárez. Si bien las votaciones sí expresaron el sentir de “muchos decepcionados de la izquierda, no creo que les llevase a votar a la derecha”.
Las encuestas ya avanzaban un derrumbe del PSOE y un avance importante del PP y otros partidos de derecha (UPN en Navarra y Foro Asturias en Asturias).
LA CORRUPCIÓN NO PASA FACTURA
Lo que parece sorprendente es, sin embargo, las victorias contundentes en zonas en las que las acusaciones por corrupción llevan muchos meses manchando a algunos dirigentes, que ahora han salido incluso reforzados. ¿Qué ha sucedido en la Comunidad Valenciana?
Suárez saca
“una preocupante conclusión: la corrupción no tiene mucho coste electoral”. El fondo del problema, cree, “está más allá de las hipotecas dentro del partido y de las servidumbres de la partitocracia”. La raíz del asunto está “en el corazón de la sociedad, que considera la corrupción un pecado venial tolerable”.
15-M: ACERCAR LA DEMOCRACIA A LA GENTE
Precisamente alrededor de situaciones ilógicas como ésta se ha formado el movimiento de indignación que ha acompañado las elecciones y aún ahora descoloca a la clase política. Muchos jóvenes y no tan jóvenes ven las estructuras democráticas actuales como entes alejados de los ciudadanos, y demasiado inflexibles.
El movimiento 15-M es “una dura crítica a lo que tenemos”, pero a la vez es sentir que confía “en las posibilidades reales y prácticas del sistema democrático”. Es decir,
“no es tanto un movimiento anti-sistema como uno anti-degradación de la democracia”.
Suárez cree que lo que los “indignados” buscan en muchos casos es “sencillamente que se cumpla la constitución del 78”. Y más concretamente,
“listas abiertas y libres de imputados”, “el protagonismo de la ciudadanía en la actividad política y la desvinculación de Iglesia Católica y Estado”.
¿Vistas las demandas, por dónde empezar a hacer cambios? Suárez cree que los países anglosajones serían un buen modelo, aunque la clave, al final,no está sólo en los mecanismos de votación, sino en
“la necesidad de que los políticos estén más cerca de sus representados, sean más independientes de la partitocracia y dependan más de sus electores”. España tiene que copiar a los países anglosajones “en su ética social y madurez política”.
¿CREAR UN PARTIDO PROPIO PARA LOS “INDIGNADOS”?
Analizando los resultados, se podría concluir que el descontento con los partidos tradicionales no ha llegado a traducirse en una variación hacia el voto a partidos pequeños (excepto casos concretos como Bildu en el País Vasco, UPyD en Madrid y las CUP en Catalunya).
Ante esto, la pregunta que se plantea es si los “indignados” deberían formar un partido propio. “No lo creo”. Suárez argumenta que precisamente “la maquinaria de los partidos es parte del problema” que muchos ciudadanos rechazan. Uno de los elementos más “esperanzadores” de este movimiento es que “
demuestra que la sociedad civil tiene capacidad de incidir en la política sin necesidad de pasar por los partidos políticos”. Por tanto, lo mejor es “continuar como un movimiento civil”.
PASOS PARA UNA DEMOCRACIA MÁS REAL
Suárez cree que “este movimiento debe mantenerse libre de los intentos de partidos políticos por fagocitarles o manipularles o, en su defecto, descalificarles”. Es un buen momento para “asentarse como un movimiento cívico plural” y “centrarse en 4 ó 5 objetivos definidos en su decálogo, los asumidos por la mayoría”.
La democracia también es
“recurrir a mecanismos democráticos de acción cívica, como las propias manifestaciones, las campañas o las iniciativas legislativas populares”. Además, será necesario encontrar un “un medio de expresión, porque el Facebook o el Twitter son excelentes para convocar sentadas, pero se necesita algo más para sedimentar y construir propuestas y comunicarlas”.
LA RESPONSABILIDAD DE LOS CRISTIANOS
La Biblia anima a los creyentes a buscar el bien de la sociedad en la que viven. Suárez cree que es básico comprender esto y ser partícipe de los cambios. “No comprendo las propuestas de algunos hermanos que dicen que hay que quedarse callados”. Añade que “en la Argentina de Videla su argumento habría condenado a las madres de la Plaza de Mayo y habrían doblado su cabeza ante los militares, en la Alemania de Hitler habrían condenado a Bonhoeffer y habrían defendido el entreguismo de la Iglesia Luterana oficial”.
“Necesitamos una más correcta hermenéutica para Romanos 13”, dice. Es evidente que “no estamos ahora ante un gobierno dictatorial como aquellos, pero padecemos un claro déficit democrático: no sólo no hemos completado la transición democrática, sino asistimos a un retroceso democrático”, opina Suárez.
Ante el deterioro de ciertas libertades, “el 15-M levanta con dignidad y eficacia nuestra cabeza” y ante este deseo de cambio,
“los evangélicos tenemos un adecuado sustrato ético que ofrecerle”, una cosmovisión que “refuerza la profundización democrática que reclaman nuestros jóvenes”.
“Entra en nuestra mejor tradición evangélica participar en primera línea en estos movimientos de regeneración democrática: seguimos la senda de Martín Lutero, los puritanos de las nuevas colonias, Martín Luter King o William Wilberforce”.
LOS CIUDADANOS DEL FUTURO
Todos estos esfuerzos por reformar la democracia tendrán resultados en los próximos años. “Lo más esperanzador es que tendremos un electorado que incluirá
una generación de jóvenes que no tienen temor, que descubrieron su poder de influencia, que están dispuestos a pagar el precio de su responsable rebeldía como en estos días en la Plaza de Catalunya [tras las cargas policiales], que serán más inmunes a los flautistas de Hamelin”.
“Espero que dentro de cinco años los burócratas de las maquinarias partidarias hayan perdido poder y lo hayan ganado las bases y los políticos aprendan a rendir cuentas a sus electores día a día”. Sería una muestra de que el poder está más cerca de los ciudadanos.
Suárez espera que los cristianos también vayan avanzando en su entendimiento de la participación pública. Acaba deseando que para entonces “los evangélicos no nos hayamos quedado atrás”, sino que “sigamos en primera línea de la mano de los jóvenes evangélicos que han estado en las plazas, asentados en su fe, conscientes de su responsabilidad, poderosamente usados por Dios”.
Y para mirar al futuro, a veces es necesario echar la mirada atrás.
“En la transición post-dictadura había un lugar para los evangélicos, lugar que no tuvimos el coraje y la convicción para ocupar”, recuerda Suárez. “Espero que ahora no dejemos el hueco y caminemos hacia delante hombro con hombro con quienes están abriendo camino en la regeneración democrática”.
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