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“Me apasiona encontrarme con la iglesia sencilla”

“Las obras de arte son intrínsecamente vehículos de una teología, de una cosmovisión”, dice el cantautor colombiano Santiago Benavides.

AUTOR Joel Forster, Guillem Sampedro VALENCIA 19 DE SEPTIEMBRE DE 2017 17:40 h
Santiago Benavides, en concierto en Valencia, abril 2017. / Foto: Guillem Sampedro

De la música de Santiago Benavides, muchos se quedan con el acercamiento honesto a las preocupaciones de la vida.



En una conversación con el cantautor colombiano aprovechando su visita a Valencia en abril, nos contaba que sus canciones surgen de explicar historias que le han impactado en primera persona



“Algunos de los predicadores de la Gracia, incluyéndome, tenemos profundas dificultades para aplicar lo que decimos a nosotros mismos”, dice.



Ese perdón sin condiciones que redescubría Martín Lutero hace 500 años, y que es hilo conductor de muchas de las canciones del colombiano, es algo que en las iglesias aun no acabamos de comprender, cree Benavides. Hay que “desterrar” la idea de que “tenemos que merecernos el favor de Dios”.



De los pioneros de la Reforma, el cantautor también ha aprendido que seguir a Jesús conlleva sufrimiento. Es más, “nuestra conciencia podrá estar cautiva de la Palabra solo a costa de un sacrificio personal”.



En la conversación comenzamos hablando de su música y terminamos hablando de la “crisis de los 40” que ahora, a sus 39 años, le mantiene ocupado con preguntas de futuro.



 





Pregunta. Gente que escucha tu música en España destaca las historias que narras de tus canciones, como por ejemplo “El concurso de semillas” o la que habla de “El ruso”. ¿Cómo es tu proceso de crear canciones?



Respuesta. Básicamente se trata de dejar que se te conmueva el corazón. Casi todas las canciones han provenido de situaciones que me han impactado personalmente. Yo creo que una vez el corazón ha sido tocado por esa historia, es casi imposible hablar de ello sin que el discurso sea conmovedor. Diría que lo primero, en el proceso de componer canciones, es hablar de algo que realmente ha afectado tu vida.



En segundo lugar, pienso que no hay temas vetados para la composición, ni mucho menos para la composición cristiana. A veces, conscientemente o inconscientemente asumimos que si somos cristianos, la temática de nuestras canciones debe ser religiosa. Pero creo que no, Cristo vino a reconciliar todas las cosas, y en este sentido también estamos llamados a hablar de todas las cosas.





P. Así que estaríamos de acuerdo en que un músico cristiano no necesariamente tiene que hacer música de alabanza.



R. Sí.



 



P. Entonces, ¿crees que los artistas que son cristianos tienen claro que se puede hacer arte y misión fuera de los parámetros de lo que se ve en un domingo por la mañana en un culto?



R. Yo creo que cada vez más. Ha persistido en algunos contextos la idea de que cualquier canción cuya temática no es religiosa automáticamente no es cristiana. O algunas personas que se refieren a la música, por ejemplo, de Juan Luis Guerra, diciendo que él tiene “canciones cristianas” y “canciones no cristianas”.



No creo en esa división. Creo que todo lo que hace un artista cristiano es, por definición, “cristiano”, así su temática sea cualquier otra. He puesto este ejemplo en ocasiones anteriores: un arquitecto cristiano no construye sólo templos. Su fe está en lo que es, en su honestidad. Un chef cristiano no prepara sólo santas cenas [ríe]. Así que podríamos decir, de la misma manera, que un artista cristiano no solamente habla de temáticas religiosas.



Todo es teología. Aun una canción atea proyecta una teología, aunque no es una teología en la que nosotros creemos. Las obras de arte son intrínsecamente vehículos de una teología, o por lo menos, de una cosmovisión. Creo que estamos en un proceso cada vez mayor de comprensión de esta realidad.



 



P. Uno de tus trabajos se llama “Un lugar llamado Gracia”. ¿Qué aspecto de la Gracia aun no acabamos de comprender los evangélicos?



R. No sí es los evangélicos, o lo seres humanos en general. Nos cuesta tanto trabajo… La Gracia, aunque está tan presente en todo lo que nos rodea, está completamente ausente de nuestro concepto de vida. Diría que todo nuestro concepto de vida está basado sobre la idea del mérito, la meritocracia. Por supuesto eso tiene indudables ventajas prácticas en una sociedad como la nuestra.



He notado que nos cuesta pensar y actuar con Gracia con otros, pero también he notado que algunos de los predicadores de la Gracia, incluyéndome, tenemos profundas dificultades para aplicar lo que decimos a nosotros mismos.



Personalmente creo que todavía persiste en nuestra teología la idea de que tenemos que merecernos el favor de Dios. En la medida que sentimos que estamos actuando correctamente, entonces la culpa se aplaca un poco, y eso nos permite vivir un poco mejor. Pero lo que subsiste en el fondo es que tenemos que aplacar a Dios. Es una noción persistente, y yo, por lo menos, con toda la búsqueda que he tenido, siento que todavía no he logrado desterrar esta idea.



 



P. En el contexto colombiano (y por extensión, en Latinoamérica), las iglesias son mucho más grandes que en Europa. ¿Qué ventajas y desventajas crees que tiene tener congregaciones cristianas grandes?



R. Pensando en ventajas, se pueden emprender iniciativas que afectan a la ciudad a un nivel muy visible. Conozco una ciudad en Colombia que tiene una iglesia sin la cual esa ciudad sería otra cosa, porque esa iglesia ha significado el desarrollo económico de esa ciudad. La iglesia tiene una cadena de restaurantes, que son los mejores allí, y fruto de estos ingresos hay obras misioneras en todo Asia central, sostienen un equipo de misioneros muy grande. Eso son ventajas gigantes, es decir, las ventajas de sumar. Eso es algo muy valioso.



El gran peligro de las iglesias grandes es que, siendo algo corporativo con muchas manos puestas en un proyecto, se vuelva corporativo en un sentido más frío, empresarial, si me explico. Algunas de estas iglesias muy grandes han llegado a configurar una industria religiosa. No es el que concepto sea intrínsicamente negativo, pero es muy riesgoso.



Las personas pueden tender a ser asumidas como números, no como vidas. El pastorado no digo que sea imposible, pero sí es un reto muy grande. Y siento que a veces en medio de las megaiglesias es difícil sentir comunidad. De alguna manera estas iglesias pueden generar programas que ayudan, sin lugar a dudas, a muchas personas, pero aquellos que no casan en el programa, sencillamente van a sentir que no encontraron su lugar.



Como digo, hay ventajas y desventajas, pero estoy muy agradecido por el crecimiento de la obra de Dios en Colombia.





P. Tus canciones hablan mucho de una fe llevada a la acción. ¿Qué movimientos ves en Latinoamérica que consigan aplicar el evangelio al entorno de una forma misional? ¿Hay más interés que hace un tiempo en responder a las preguntas de la gente?



R. Sí, sin duda, hay movimientos que están afectando muy positivamente a la iglesia. Ustedes habrán oído del movimiento de la misión integral, que empezó a expandirse en la iglesia global a partir del primer Congreso de Lausana, que se dio dentro del protestantismo. Pero también a nivel social toda la preocupación de la Iglesia Católica nos ha llevado también a asumir la idea de que los cristianos tenemos que estar en contacto con el contexto en el que vivimos.



Creo que será cada vez más frecuente, y estoy muy agradecido por esto. Hay un mayor sentido de misión en la vocación de cada persona. Antiguamente, la única forma de servir a Dios era estando metido en la iglesia o desarrollando actividades típicamente eclesiales: siendo pastor, diácono o maestro de niños, lo cual, por cierto, está muy bien.



Últimamente hay una conciencia de “sirvo a Dios con la misión que me ha dado en la sociedad secular”. Como artista, como profesional, como servidor público…



 





P. Más allá de la música, ¿en qué otras áreas te ves volcado en los próximos años?



R. Bueno, estamos ahora justamente preguntándonos un poco eso. Definitivamente quiero escribir algunas cosas que hemos aprendido en estos años. Llevamos ocho años viajando por América Latina, antes de lo cual estuvo cuatro años en el pastorado. Anteriormente, estuve otros años sirviendo en distintos ministerios juveniles y de música.



Así que han aparecido algunas lecciones que me gustaría compartir con otras personas. No son la última palabra, de ninguna manera, pero son ideas y observaciones que me han quedado que quisiera compartir.



Otra cosa, más personal, es que quiero aprender un oficio manual. Porque siento que ahí hay también espiritualidad. Mira qué interesante que antiguas órdenes religiosas expresaban su adoración en las labores del campo, en lo artesanal, en la cerámica. En lo manual hay una posibilidad espiritual, de encuentro y de oración muy interesante. Tengo ganas de desarrollar algo así. De veras que pienso que lo necesitamos.



Estamos en un era en la que están tan sobrevaluados los trabajos intelectuales y muy subvaluados los oficios manuales. Dios nos ha llamado a plantar la tierra con nuestras manos.





P. Estás casado con una psicóloga y tú también pasaste por la universidad. ¿Estás en contacto con estudiantes? ¿A qué les animas?



R. Ya no estoy tan en contacto con estudiantes como en otras épocas, pero cuando viajo me encuentro con grupos de jóvenes.



Una de las cosas que creo que debemos aprender es a no tener miedo a las pregunta de las personas. Personalmente, muchas veces en mi vida experimenté miedo ante el que pregunta, y quizá yo mismo tuve miedo a preguntar. No debemos tener miedo a enfrentar la pregunta, a responder según nuestra mejor convicción y a aceptarlo cuando no sabemos la respuesta.



No por ser cristianos tenemos todas las respuestas. En nuestra condición de seres humanos, aún si creemos que la Biblia es la Palabra de Dios, hay muchas preguntas ante las que solamente podemos decir: “Vemos borrosamente como en un espejo”.



 



P. En todo el mundo se celebran los 500 años de la Reforma, este año 2017. ¿Qué cosas crees que los evangélicos podríamos aprender de los primeros reformadores?



R. Podemos aprender de su altísima dosis de sacrificio, como en todos los inicios. Todos los pioneros ponen una cuota altísima de sacrificio sobre la cual después nosotros construimos nuestra cada vez más aburguesada fe [ríe].



Tenemos que recordar que la obra del Señor implica sacrificio. Siempre me ha sorprendido el texto que dice que “por su llaga fuimos sanados”. Porque no nos dice solo que la herida de Cristo nos ha traído sanidad, sino porque nos da también, por así decirlo, la metodología de Dios, para curar la tierra, para curar a otros. Es a través de nuestro propio sacrificio.



Lutero, arriesgando su vida, diciendo que su conciencia es cautiva de la Palabra de Dios y que en esa medida no puede retractarse de las cosas que ha dicho, creo que es un excelente ejemplo para estos tiempos, en los que estamos tan tentados a retractarnos de convicciones. Pero será a costa de un sacrificio personal que nuestra conciencia podrá estar cautiva de la Palabra.



 



P. Conforme se acerca el cuarto álbum como banda, ¿nos puedes avanzar alguna cosa en cuanto a la temática? 



R. Hemos estado produciendo este álbum desde hace aproximadamente tres años. Ha sido un parto largo y con dolor. Trabajamos un año con un productor, al cabo del cual nos dimos cuenta que estábamos en “yugo desigual creativo” [ríe], así que decidimos cortar allí el proyecto. Eso implicó parar un tiempo, tuvimos que recapitalizar para arrancar de nuevo. Y cuando veníamos empezando este nuevo proyecto, aparece un empresario cristiano en Colombia, un tipo muy especial y muy buena gente, que se dedica literalmente a que la gente se encuentre (hacen materiales para facilitar conversaciones, entre matrimonios, entre jefes y empleados, etc). Y nos han pedido crear canciones para ayudar a que la gente se comunique. Ahora lanzaremos este álbum con ellos, y algunas de las canciones las utilizaremos como materia prima para nuestro próximo álbum que ya sí estará abierto a todo el público.



De títulos para el proyecto… hemos pasado por todos. Pero yo podría anticipar que va a estar girando en torno de la idea de la crisis de los 40. Tengo 39 años, y como dice el papá de Mafalda: “no soy un joven de 40 y ya tengo cosas de viejo de 39”. Sí que he sentido una especie de crisis. De preguntas como: “¿para dónde vamos?”, “¿esto tiene un sentido real?”, “¿es esto sostenible? o fue un ímpetu de la juventud?”.



Las canciones girarán un poco alrededor de esta crisis, y de cómo en medio de ello hemos visto la Gracia de Dios.



 



P. ¿Saldrá para este año?



R. Tiene que ser, porque además ya para el otro año tendré 40 años. Cronológicamente tiene que estar para antes de que acabe el año, sí.



 



P. Pues nos quedamos con eso. Finalmente, como grupo, ¿qué os gusta de viajar por el mundo, y qué no?



R. Nos gusta casi todo. Nos gusta más viajar que no viajar. Nos encanta encontrarnos con gente.



A mí personalmente me apasiona encontrarme con la iglesia sencilla. Con las comunidades sencillas, pequeñas. Me gusta eso, aunque también en esas comunidades es difícil la sostenibilidad de nuestro ministerio, pero siento un gusto muy grande de encontrarme con grupos en poblaciones apartadas. Con los niños, con los jóvenes, con los matrimonios, y el poder hablar con ellos. Eso y tiene “sabor a evangelio”, que es una expresión que nos gusta usar mucho en la banda. Aunque cuando vamos a las ciudades, por supuesto, también disfrutamos mucho.



Lo que menos me gusta, ya imaginarás, es la separación de la familia. De la esposa y de los hijos. Es muy duro, pero mal que bien, mi esposa es una adulta y entonces entiende que hay una razón. Pero los chiquillos a veces no entienden tan claramente. A veces cuando hablamos por Skype me dicen: “No, quiero que tomes un avión y te vengas ya para Colombia”, y estamos en el tercer día de una gira de diez días, por ejemplo. Este aspecto ha sido duro, pero creo que Dios también se encarga de honrar eso.




 

 


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COMENTARIOS

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Respondiendo a

Andrés
20/09/2017
14:23 h
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y si la obra de arte es una escultura? cuidado con las frases hechas... Lo cierto es que hay una espirualidad ¨protestante y luterana¨ muy de moda que está llegando a latinoamérica y que es la excusa para generar o ampliar un mercado, el consumo. Que en realidad ni es protestante ni luterana, sino que se asume como tal pero ¨edulcorando y diluyendo¨ lo que fué la reforma y Lutero: la gracia vinculada a los sacramentos, la iglesia como institución y la persecusión al disidente.
 



 
 
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