Barack Obama, acompañado por su esposa Michelle, tomó posesión de su cargo como 44º presidente de los Estados Unidos en el Capitolio de EE.UU. en Washington, DC, este 21 de enero 2013.
Obama dio un giro simbólico en una tradición consagrada por el tiempo, tomando el juramento para su segundo mandato con la mano colocada no en una sola Biblia, sino sobre dos,
una propiedad de Martin Luther King Jr. y otra de Abraham Lincoln.
Cuando el presidente Obama apoyó su mano sobre estas dos Biblias históricas añadió una frase que no se menciona en la Constitución: "Y que Dios me ayude". Cuatro palabras que tienen tras de sí un largo e intenso debate en los EE.UU.
En primer lugar, había un mito que afirmaba que la tradición de añadir el nombre de Dios al juramento presidencial comenzó con George Washington. Y no es cierto, dicen los expertos de la Biblioteca del Congreso, en la Oficina Histórica del Senado de EE.UU.
Aunque la frase ha sido utilizada en los tribunales federales desde 1789, la primera evidencia de su uso en un juramento presidencial llegó con Chester Arthur, en septiembre de 1881. Desde entonces todos los presidentes, incluyendo a Obama, han seguido su ejemplo.
El propio Obama notificó al presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, quien es la autoridad judicial en el juramento, que él quería que esta frase se incluyese en su toma de posesión.
Pero no se produce a gusto de todos. En California el activista ateo Michael Newdow ha luchado sin éxito ante un tribunal federal para lograr quitar o prohibir la frase. Su batalla legal acabó en 2011, cuando la Corte Suprema de los EE.UU. denegó atender la última apelación realizada por Newdow.
En la inauguración de su segundo mandato, la frase "Y que Dios me ayude" ha sido indiscutible, pronunciada sobre la Biblia que Abraham Lincoln utilizó en 1861, y la que Martin Luther King Jr. llevaba consigo en todos sus viajes.
INVOCACIÓN, BENDICIÓN, Y EL NOMBRE DE DIOS ¿EN VANO?
La inauguración siempre ha incluido la participación, oraciones y bendiciones de líderes religiosos evangélicos durante los últimos dos siglos. Primero estaban a cargo del capellán del Senado, pero desde 1933, era el presidente electo quien elegía a los participantes.
En esta ocasión ha sido
Myrlie Evers-Williams, ex presidenta de la NAACP y viuda del asesinado defensor de los derechos civiles Medgar Evers, quien
realizó la invocación (una introducción de tipo espiritual), la primera mujer que lo hace, algo aún más significativo al no ejercer ningún cargo de liderazgo religioso.
La bendición final ha estado a cargo del reverendo Luis León, rector de la iglesia de San Juan, una congregación episcopal que se encuentra en la plaza Lafayette y justo enfrente de la Casa Blanca. León es un abierto defensor del matrimonio homosexual.
Un pastor evangélico conservador, el reverendo
Louie Giglio, de Atlanta, era quien iba a tener esta participación pero fue desplazado del programa debido a la presión del lobby gay que “sacó del armario” una predicación de hace años en la que defendía su punto de vista a favor del matrimonio tradicional y contrario al matrimonio homosexual.
EL DISCURSO DEL PRESIDENTE
Pero Dios no ha estado sólo presente en la invocación y bendición final, realmente se puede decir que no se deja de mencionar su nombre a lo largo de todo el acto, incluido el discurso del presidente.
"Te reto a que encuentres algún discurso presidencial que no hace mucho mención de Dios", dice el historiador constitucional R.B. Bernstein profesor de derecho en la Escuela de Derecho de Nueva York y de Ciencias políticas e Historia en el City College de Nueva York.
Desde George Washington, que realizó su toma de posesión con el sonido de las campanas de la iglesia protestante cercana. Su discurso comenzó con "fervientes súplicas" al "Ser Todopoderoso", y concluyó pidiendo ver "bendición divina" de Dios para la nación.
Y así
hasta el primer discurso inaugural de Obama, que llamó a cristianos, musulmanes, judíos, hindúes y, por primera vez en un discurso inaugural, a los no creyentes también. Una inclusión necesaria cuando uno de cada cinco estadounidenses afirman no tener identidad religiosa alguna.
En este segundo discurso de investidura, habló desde la perspectiva de la actualidad, pero comenzando"El juramento que hago hoy, como tantos otros antes de mí, es un juramento ante Dios y ante nuestro país, no ante mi partido ni una facción de éste"
En su contenido Obama defendió las ideas de su programa partiendo de la Constitución: "Lo que une a esta nación no es color de nuestra piel ni la religión, lo que nos hace excepcionales, lo que nos hace EE UU, es tener una idea articulada en una declaración hecha hace más de dos siglos", aseguró."Esa creencia de que todos los hombres son iguales", ha defendido, expresando que“nuestra libertad es un regalo de Dios que debe de ser defendido por los hombres aquí en la Tierra”.
A partir de ahí recordó la importancia de una adecuada
sanidad pública, afrontar la
crisis económica y el
cambio climático, intentar resolver los
conflictos internacionales pacíficamente, y un especial guiño al
colectivo homosexual: "Nuestro sueño no acabará hasta que nuestros hermanos homosexuales sean tratados igualque los demás".
También mencionó específicamente
el problema de los inmigrantes sin papeles, algo que preocupa especialmente al colectivo latino y a los líderes evangélicos hispanos."Nuestro viaje no estará completo hasta que encontremos mejor formas de dar la bienvenida a los que luchan, los inmigrantes que aún ven Estados Unidos como una tierra de oportunidades"
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