Otro 20 de junio marcado por la conmemoración del Día Mundial de los Refugiados. Otro 20 de junio plagado de discursos que abogan por la defensa de los derechos de aquellos que se han visto desplazados ya sea por la guerra, la crisis climática, la falta de oportunidades o la persecución religiosa. Pero otro 20 de junio marcado por la realidad de unos datos que no dejan de agrandar sus cifras.

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Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a finales de 2023 eran más de 117,3 millones las personas que se encontraban desplazadas a la fuerza de sus hogares. Un número que equivale al 1,5% de la población de todo el mundo. Desde la institución, además, alertan de una tendencia que no ha dejado de crecer en los últimos 12 años, pasando de afectar a una de cada 125 personas hace una década, a una de cada 69 en la actualidad.

De entre las cifras de los desplazados, que incluyen también a aquellas personas que no salen de su país pero sí se mueven a otras regiones internas del mismo, se desprende el dato de 43,4 millones de refugiados en todo el mundo (esto es personas que sí han tenido que abandonar tanto sus hogares como sus países de origen). Según ACNUR esta cifra se ha triplicado en la última década. Además, en 2023 solo 1,1 millones de refugiados lograron regresas a sus casas.

“Detrás de estas crudas cifras se esconden innumerables tragedias humanas”, ha asegurado el responsable de ACNUR, Filippo Grandi. “El sufrimiento debe impulsar a la comunidad internacional a actuar con urgencia para abordar las causas del desplazamiento forzado”, ha añadido.

“La mayoría lo hacen por necesidad”

La cuestión de qué hacer ante esta situación ha sido un aspecto destacado en el debate político de los últimos años. La Unión Europea acabó el año 2023 aprobando un ansiado acuerdo migratorio que no ha convencido a las ONG y entidades sociales dedicadas a trabajar con refugiados y desplazados. 

Y es que, aún con el acuerdo ya aprobado, algunos países de la Unión han mantenido los acuerdos bilaterales firmados previamente con otros países extracomunitarios, como es el caso de Italia con Túnez, o han firmado otros incluso después de aprobarse el nuevo marco legal, como el del mismo gobierno italiano con Albania que al principio fue vetado por la justicia albanesa.

Un escenario que lleva a las ONG, como Alianza Solidaria, ha insistir en la normalidad de los desplazamientos en el transcurso de la historia y la ocasión en la que se producen en la actualidad. “La migración no es un fenómeno nuevo, ha ocurrido siempre. Unos pocos lo hacen por sentido de aventura, pero la mayoría lo hace por necesidad. Porque las circunstancias que les ha tocado vivir se hacen, en su caso, insostenibles”, dicen. La entidad trabajo con refugiados en Líbano y en otros países, con “ los que se quedan cerca de su lugar de origen”. La mayoría, dicen, son “sirios desplazados por una guerra fratricida de más de 13 años de evolución”. “Población sin habilidades, capacidades ni recursos económicos para emigrar más lejos. Y sobre todo niños apátridas, invisibles, que no existen para nadie y sin acceso a lo más prioritario en un niño para que tenga un futuro, la educación”, lamentan desde Alianza Solidaria.

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Sin renunciar a su trabajo, reconocen las limitaciones que tiene cualquier entidad de ayuda solidaria y reivindican una acción política justa y equilibrada que ayude realmente a las personas en este contexto y reconoce. “Ninguna ONG, la nuestra tampoco, puede parar una guerra. Eso lo tienen que hacer los estados. No estaría de más que facilitaran nuestra labor, ya que contribuimos a que la población desplazada sobrelleve su situación y cubra, al menos, alguna de sus necesidades básicas. Pero también, ayudamos a preparar a las futuras generaciones, a hacer visibles a esos niños invisibles, para que puedan ser útiles a su familia y a su comunidad cuando se den las circunstancias para un retorno seguro a su país de origen”, aseguran.

Inseguridad alimentaria

Un fenómeno que se ha acentuado en los últimos años especialmente entre la población desplazada por la fuerza es el de la inseguridad alimentaria. Desde la ONG World Vision apuntan a lo que han llamado “recortes en las raciones”, por el título de uno de sus últimos informes que analiza las interrupciones en la distribución de ayuda humanitaria y su efecto, especialmente entre desplazados y refugiados. Según esta entidad, hasta el 68% de las personas dependientes de ayuda humanitaria, y que han sufrido estos cortes intermitentes en su acceso a la misma, aseguran que algún miembro de su familia se había ido a la cama con hambre en las últimas semanas por escasez de alimentos. “El hambre no mata a la gente solo por desnutrición, sino también por enfermedad mental”, ha explicado la directora de Respuesta Mundial al Hambre de World Vision, Mary Njeri.

En Alianza Solidaria también identifican esta misma tendencia y aseguran que “la supervivencia es un problema [entre los desplazados y refugiados] porque la inseguridad alimentaria se ha intensificado en los 5 últimos años, llegando a niveles de pobreza grave en el 90% de la población refugiada”. 

A esto se añade un clima de constante exposición a la violencia que afecta tanto a adultos como a niños. En este sentido, World Vision ha identificado que el 41% de los refugiados sienten que los niños experimentan ahora más violencia, abusos y abandono en el hogar que antes.

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