Tras la dimisión de Elisabeth Borne, el nuevo primer ministro de Francia ha llamado la atención de muchos por su edad: 34 años.

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En un país en el que el presidente de la república (actualmente Emmanuel Macron) hace y deshace del gobierno nacional con cierta facilidad, el nuevo líder es el más joven de la historia del país.

En lo que los medios nacionales describen como una carrera política meteórica, Gabriel Attal ha acumulado experiencia en los últimos años como consejero, portavoz del Gobierno y ministro de Educación. Fue él quien impulsó el año pasado la controvertida prohibición en las escuelas de las abayas, un vestido similar a una túnica utilizado por las niñas y mujeres musulmanas.

Chère @Elisabeth_Borne, tu as été une Première ministre d'action et de courage. Ton histoire personnelle tout autant que ton éthique politique ont fait de toi un exemple.



Nous savons ce que nous te devons.



Merci pour tout. pic.twitter.com/6jLPTne52K

— Gabriel Attal (@GabrielAttal) January 9, 2024

Más popular que otros actores de la política francesa, como la líder de la derecha dura Marine Le Pen, Attal también ha causado sensación al convertirse en el primer primer ministro abiertamente gay. De padre tunecino y madre con raíces rusas, el nuevo jefe del Gobierno galo fue educado en la fe cristiana ortodoxa.

“A día de hoy, no podemos cuestionar su competencia por su juventud”, ha dicho a Evangelical Focus Romain Choisnet, portavoz del Consejo Nacional de Cristianos Evangélicos (CNEF). Mientras un rival político se refería al nombramiento de Attal con la expresión: “Ay de los pueblos cuyos príncipes son niños”, el organismo que representa a los cristianos evangélicos se muestra más cauto, afirmando que “aún no tenemos datos” sobre cómo serán las políticas y el liderazgo de Attal.

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La controvertida figura de Darmanin

A pesar de la remodelación, el nuevo gobierno francés mantiene a uno de sus pesos pesados, el ministro del Interior, Gérald Darmanin. Conocido por su línea dura contra el islam radical, también fue él quien atacó públicamente a la minoría evangélica en 2021, diciendo que “los evangélicos son un problema muy importante” y comparándolos con el islam por ser personas que “no son capaces de poner por escrito que la ley de la República es superior a la ley de Dios”.

Por aquel entonces, varios líderes de entidades evangélicas protestaron, afirmando que las iglesias evangélicas no debían utilizarse como arma arrojadiza en el debate político en torno al islamismo. Una semana después, el gabinete del Ministro del Interior pidió disculpas.

“Darmanin dijo una vez, torpemente, que los evangélicos eran peligrosos, sí”, dice Romain Choisnet, del CNEF. “Se refería a iglesias con prácticas dudosas, y no debería haber generalizado”, añade.

“Pero en general, el ministro del Interior no está en contra de las religiones”, prosigue, y pone como ejemplo un mensaje de vídeo que el ministro Darmanin envió a la CNEF con motivo del 10º aniversario del organismo evangélico.

Algunos en Francia sospechan incluso que mencionar críticamente de vez en cuando a los evangélicos y a otros grupos religiosos puede ser una estrategia del gobierno para evitar aparecer en público como en oposición constante únicamente contra el islam.

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[title]Por un año más[/title]

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