El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Miqueas Forster (GAiN España) explica sus impresiones tras regresar de un viaje humanitario. “Más allá del sufrimiento físico y emocional, hay una realidad espiritual muy palpable”, explica.
Uno de los factores esenciales para el funcionamiento de un país son sus infraestructuras. Las de Haití están bajo mínimos tras la serie de desastres naturales de los últimos años.
Miqueas Forster es miembro de la oficina española de GAiN, una ONG especializada en responder a este tipo de situaciones. Acaba de regresar de Haití, donde ha trabajado con un equipo en los alrededores de una aldea llamada Ça-Ira.
Una prioridad era la potabilización de agua. “De nada sirve tener acceso a un pozo u otra fuente de agua, si esa agua será la que haga que enfermes. Una persona enferma es una persona que no puede trabajar y por tanto no puede generar ingresos para la familia”, explica.
La ayuda de donantes españoles ha permitido, además, repartir paquetes de ayuda humanitaria para 2.500 personas.
Pregunta. Al llegar ahí, aclimatándoos los primeros días, ¿qué realidades concretas de Haití os chocaron más al llegar al país?
Respuesta. El primer contacto con el país siempre es chocante. Viviendo en España nos cuesta entender que la pobreza tiene muchos colores y formas y damos por hecho que cualquier país necesitado responde a las típicas imágenes que muestran las ONGs. No es el caso de Haití.
Haití es un país precioso, lleno de posibilidades. Pero la pobreza y los desastres naturales han castigado la nación durante tanto tiempo que parece que la población viva en un estado de shock post-traumático continuo, y no es para menos.
Ciertos sistemas sociales y hábitos culturales que nosotros tenemos asimilados, se han perdido en Haití. Un ejemplo de ello es el tema de la gestión de residuos sólidos, las basuras. A falta de un sistema oficial de recogida de basura, se ha adoptado el hábito de amontonar la basura en cualquier lado y de tanto en cuanto quemarla. Esto hace que los haitianos vivan rodeados de basura, monten sus mercados en medio de ella y convivan en su día a día con la contaminación que esta produce al acumularse en calles, cauces de ríos y explanadas.
Otra de las cosas que más impactan es ver cómo, aún habiendo pasado ya seis años desde el terremoto, muchas familias todavía no tienen un hogar digno en el que vivir. Todavía se puede ver como muchas familias tienen por hogar las tiendas de campaña que fueron repartidas por las grandes ONGs justo después del terremoto de 2010.
P. ¿En qué zona estuvisteis y con qué personas locales trabajasteis allí?
R. Estuvimos en la aldea de Ça-Ira, próxima a la ciudad de Léogâne, a unos 40 km. de la capital (Port Au Prince). Trabajamos en el Hogar Infantil Ça-Ira, que da cobijo a 52 niños y niñas, además de servir de escuela de primaria para otros 150 niños y niñas de los alrededores.
Este hogar se derrumbó durante el terremoto de 2010 y desde entonces GAiN ha estado trabajando en el proceso de reconstrucción y gestión del Hogar en colaboración con los trabajadores locales. Allí estuvimos realizando tareas relacionadas con el acceso a agua potable, saneamiento e higiene, formando (entre otras cosas) a locales acerca de la correcta evaluación de problemáticas relacionadas con el agua.
Además estuvimos arreglando el sistema de potabilización de agua que tiene el Hogar (que por entonces estaba teniendo problemas técnicos) y formando a locales para el correcto mantenimiento del sistema.
Además, hemos colaborado con el Hogar Infantil en su misión de proveer ayuda básica a las víctimas del huracán Matthew de la aldea de Ça-Ira. Hemos ayudado a preparar y distribuir los paquetes de ayuda básica para los que se consiguieron fondos desde España, y con los que se han beneficiado hasta un total de 2.500 personas.
P. ¿Por qué es importante tener agua limpia?
R. El acceso a agua potable siempre ha sido un reto en Haití. En estos últimos años se han hecho grandes avances, pero desde el paso del huracán Matthew, el riesgo de consumo de agua contaminada ha vuelto a aumentar mucho. También han resurgido casos de enfermedades relacionadas con el agua (cólera, fiebre tifoidea y malaria) en varios puntos del país, por lo que es muy importante encontrar soluciones a corto y largo plazo.
De nada sirve tener acceso a un pozo u otra fuente de agua, si esa agua será la que haga que enfermes. Una persona enferma es una persona que no puede trabajar y por tanto no puede generar ingresos para la familia. Un niño enfermo es un niño que no puede ir a la escuela y por tanto no puede formarse para tener un futuro mejor. Es, en definitiva, un punto clave en el desarrollo de un país.
Uno de nuestros principales objetivos en este viaje era solucionar los problemas que estaba teniendo el sistema de potabilización de agua del Hogar Infantil. Tras poner la máquina a punto nuevamente, estuvimos formando al responsable de mantenimiento (un joven que se crió en el Hogar y posteriormente se formó en fontanería gracias a un microcrédito que le dio la ONG) para potenciar su autonomía en lo que se refiere a la gestión del agua.
También estuvimos formando a trabajadores locales del Hogar en temas de evaluación de la potabilidad del agua, para reforzar sus capacidades a la hora de detectar problemáticas y encontrar soluciones. Creemos en la importancia de la formación, ya que es la principal vía por la cual podemos ayudar a Haití a dejar de depender de ayudas externas y potenciar sus capacidades.
P. En Haití en estos momentos hay muchas organizaciones trabajando. ¿Hay muchas que son cristianas? ¿Se solapa el trabajo entre ONGs o hay buena coordinación entre diferentes proyectos de ayuda ahí?
R. Efectivamente, muchas de las organizaciones de ayuda que hay en Haití, como es nuestros casos, realizan su trabajo motivadas por su fe en Jesús. Es una realidad esperanzadora porque significa que los cristianos seguimos entendiendo nuestra responsabilidad con el más necesitado. Es así como lo entendemos también nosotros, tanto desde GAiN como desde Ágape.
Nuestra experiencia en cuanto a la relación con otras organizaciones de ayuda siempre ha sido buena, tanto con entidades de base cristiana como con entidades laicas.
Aunque en el mundo de las ONGs (como cualquier otra área de la vida) hay corrupción, seguimos viendo movimientos de personas que, con pasión y transparencia, aman de forma incondicional al prójimo y ponen a los demás por encima de sus propios intereses.
Es difícil que el trabajo entre ONGs se llegue a solapar. Hay muchas organizaciones en Haití pero la necesidad sigue siendo mucho mayor que la ayuda que se está ofreciendo.
P. ¿Cómo veis a los cristianos allí, tras el huracán? ¿Cómo se habla de la muerte, los desastres naturales…?
R. Haití es un país acostumbrado a sufrir, no solo por las consecuencias que han tenido los desastres naturales, sino también por sus antecedentes históricos (fueron conquistados y esclavizados) y por su permanente estado de pobreza.
En un país así, la eternidad y la conciencia de que nuestra vida en la tierra es pasajera, cobra mucho más sentido. No puedo decir mucho sobre qué piensan o en qué profundidad se habla de ciertas cosas (por las barreras idiomáticas), pero la pasión con la que se cantan las canciones de alabanza es significativa. Te emocionas cuando, siendo conscientes de su realidad y tan pocos días después del paso del huracán, los ves mirar al cielo y los oyes gritar “Merci Jésus” (frase que por cierto está muy presente en su vocabulario).
No tengo duda de que los creyentes haitianos son los que algún día serán el canal a través del cual Dios restaure este país y Haití vuelva a estar en boca de todos por ser esa “perla del Caribe” que es (y no por su pobreza).
P. Philip Yancey decía en una entrevista reciente que una de las formas de testimonio más claras de la iglesia se da cuando los cristianos son los primeros en involucrarse en zonas donde ha habido desastres naturales. ¿Estáis de acuerdo?
R. El cristianismo siempre ha sido puntero en lo que la ayuda al necesitado se refiere. Pensamos que no hay mayor fuerza de cambio que las acciones movidas por el amor incondicional. Cuando nuestro fin es el de amar al necesitado con ese amor incondicional con el que amaba Jesús y decidimos ser un canal de ese amor, el impacto de nuestras acciones es tan profundo que cambia vidas, más allá incluso de cubrir necesidades concretas.
La ayuda inmediata en situaciones de emergencia es clave, y como cristianos tenemos la responsabilidad de estar ahí, porque más allá del sufrimiento físico y emocional que genera vivir un episodio tan dramático en tu vida, hay una realidad espiritual muy palpable, ya que la muerte está más presente que nunca.
Estar disponibles en esas situaciones es un testimonio muy poderoso. Pero cuidado, la intención no lo es todo, y en situaciones como esas hay que estar bien formados y ser capaces de empatizar con el sufrimiento de las personas por encima de todo, renunciando a nuestros intereses y planes preestablecidos para priorizar sus necesidades.
P. ¿Algo más que quieras añadir? Haití, al igual que muchos otros países, sigue viviendo una situación de gran necesidad, aunque en los medios de comunicación ya no se hable de ello. Las consecuencias del paso del Huracán Matthew siguen muy presentes y en nuestro viaje a Haití hemos conocido muchas familias que lo han perdido todo debido a las inundaciones y que están lejos de recuperarse.
En GAiN apostamos por el DART (Equipo de Respuesta en Desastres) porque precisamente se trata de eso, estar cerca de las personas que más sufren en los momentos en que más lo necesitan.
Seguimos buscando urgentemente personas que se impliquen en la vida de las 425 familias de Ça-Ira a las que estamos ayudando. Con 12€ se puede financiar un paquete de ayuda básica para una de estas familias.
Puede conocer más sobre los proyectos de GAiN en Haití y otros lugares visitando su página web. También les puede seguir en Facebook, Twitter o Instagram.
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