La cristiana paquistaní Asia Bibi, condenada a muerte por blasfemia, ha sido indultada por el presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, estando en la cárcel donde permanecía encerrada, a la espera de ser procesada.
Según ha confirmado a la agencia Zenit International Christian Concern (ICC), así como la agencia de Kuwait Kuna y otras instituciones de defensa de la libertad religiosa, Bibi, de 37 años, fue declarada "inocente" este lunes, 22 de noviembre, por el ministro de las Minorías de Pakistán, Shahbaz Bhatti, que también es cristiano.
Bhatti había pedido al presidente Zardari que la mujer, madre de cuatro hijos, fuera indultada y liberada por "no haber cometido actos blasfemos".
El pasado sábado, Bibi había firmado un llamamiento para pedir la gracia al presidente, que fue entregado a Zardari por el gobernador de Punja, Salman Taseer.
Con este indulto, salva su vida de la horca, pero sigue a la espera de que se de una salida legal a su situación de ancarcelamiento.
SIGUE EL PELIGRO
Nazir Bhatti, presidente del partido Congreso Cristiano de Pakistán, sabe bien lo difícil que resulta ser miembro de esta minoría en su país. Exiliado en Estados Unidos tras ser condenado por alta traición por haberse quejado de las condiciones de vida de su comunidad, considera que las presiones internacionales para salvar a Asia Bibi no conseguirán que cambie la polémica ley sobre la blasfemia. Advierte además del riesgo de que la cristiana condenada a la horca sea asesinada por los islamistas radicales en caso de que sea absuelta.
–¿Piensa que las presiones conseguirán que el Gobierno paquistaní derogue la ley de la blasfemia?
–El Ejecutivo de Asif Ali Zardari no es sincero cuando dice que cambiará esta normativa. El Gobierno tiene como aliados a dos partidos que no permitirán nunca la anulación de una ley que está apoyada por los islamistas radicales. Estas dos formaciones están arraigadas en las regiones fronterizas con Afganistán, donde actúan los talibán paquistaníes. Esta ley es una cuestión muy sensible para los grupos musulmanes de Pakistán, que amenazan con una marcha de un millón de personas en Islamabad y con llenar las calles de sangre si se deroga.
–¿Puede al menos la presión internacional conseguir que mejore la situación de los cristianos?
–Por supuesto, puede provocar un cambio positivo en la vida de los cristianos de Pakistán, que han sido tratados como ciudadanos de segunda clase. Gracias a la presión se puede conseguir que el Gobierno nos dé iguales derechos democráticos. Nuestra representación en las instituciones no es proporcional a nuestra población. A los jóvenes cristianos se les niega el trabajo y la admisión en los centros académicos superiores. La situación económica de los cristianos es muy mala porque sólo pueden acceder a los trabajos peor pagados. Sufrimos violaciones y secuestros de mujeres, que son forzadas a convertirse al islam. Hay además asesinatos y ataques a iglesias y viviendas de cristianos.
–¿Considera que el Gobierno paquistaní es anti cristiano?
–No se puede decir que lo sea, pero la Constitución sí que es anti cristiana ya que contiene la ley islámica y dice que Pakistán es la patria de los musulmanes.
–¿Presionan los islamistas al Gobierno para que persiga a los cristianos?
–Ellos son muy poderosos en la sociedad paquistaní y la administración no es capaz de castigar a quienes cometen actos de violencia contra mi comunidad. Si los musulmanes radicales ven que la Justicia absuelve a un cristiano acusado de blasfemia no tendrán miedo en matarlo ellos mismos, como ya ha ocurrido en otras ocasiones en las que incluso asesinaron a un juez de Lahore que absolvió a algunos cristianos.
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