La cuarta edición del Congreso Protestante de Cataluña se ha celebrado entre el 6 y el 8 de diciembre, en las instalaciones de la Iglesia Ministerio Jesucristo Pan de Vida, en L’Hospitalet de Llobregat. El evento, que se celebra cada diez años y que se había retrasado un año a causa de la pandemia, ha reunido a más de 200 personas en talleres, conferencias, mesas redondas y tiempos de alabanza y predicación, con un programa marcado por los temas de la misión y el discipulado.

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Además de líderes del ámbito evangélico catalán, del resto del Estado español y de otros países, también han participado autoridades públicas. Entre ellas, Jesús Husillos, como representante del Ayuntamiento de L’Hospitalet de Llobregat, el nuevo director de Asuntos Religiosos de Cataluña, Carles Armengol, y la Consejera de Presidencia de la Generalitat, Laura Vilagrà. 

Inaugurem el IV Congrés Protestant de Catalunya. Al nostre país vetllem per la interrelació de les diferents creences, des de la tolerància i el respecte. Evitant l’ús de la religió com un element d’enfrontament, però com a element de cohesió social i de convivència enriquidora. pic.twitter.com/IUHhbNFGsA

— Laura Vilagrà Pons (@LauraVilagra) December 6, 2022

Ahora, la organización, que encabeza el Consell Evangèlic de Catalunya, ha publicado un documento con unas “primeras conclusiones” extraídas del congreso. “Son el resultado de las ponencias presentadas y de las aportaciones de las mesas de trabajo”, dicen.

“Rejerarquizar valores”

Desde el Consell, plantean una docena de primeras conclusiones que están relacionadas, una parte de ellas, con el cambio en el entendimiento de la iglesia dadas las circunstancias de pandemia y crisis actuales.

“El Congreso se ha visto a sí mismo como una oportunidad de acelerar los procesos de transformación que está experimentando la iglesia protestante en Cataluña”, dicen en primer lugar. Por eso, añaden, su documento base busca “profundizar en su contenido y sus enseñanzas”.

También hablan de un “cambio de paradigma” en la actitud de las iglesias, pasando de una orientación a las actividades, a procesos de “un discipulado transformador”. En este sentido, consideran necesario “rejerarquizar nuestros valores según la enseñanza bíblica y renunciar a aquella parte de nuestro pasado que no se ajuste al modelo original de Dios”. Todo esto, matizan, sin perder de vista una reflexión acerca de lo que “Dios espera de nosotros” y siendo conscientes de que “la fe se perfeccionará en la unidad de la iglesia”, dicen.

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Mención especial al discipulado

Especial atención dedican a la cuestión del discipulado en sus conclusiones. Sobre todo, pensando en los jóvenes de entre 18 y 35 años. Por eso definen como un “reto” el hecho de “mentorear a las nuevas generaciones”. 

“La prioridad del trabajo pastoral es la de hacer discípulos que, a su vez, hagan discípulos, un discipulado multiplicador”, afirman. Para ello, entienden que “la célula o el grupo pequeño es el mejor lugar para vivir el amor de Dios y transmitirlo a otros”. 

“Hagamos nuestros los retos del futuro desde la fe y desde la unidad de la iglesia”, añaden.