El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En un comunicado hecho público hoy la entidad evangélica apela a la “responsabilidad sobre el mundo que estamos construyendo”.
Unas 1.500 personas han perdido la vida en el Mediterráneo en lo que va de año, unas 900 el pasado domingo. Las cifras no son exactas porque es difícil hacer un recuento de las decenas e incluso centenares de personas que suben a una embarcación insegura para iniciar un viaje peligroso hacia Europa.
Miles de personas intentan llegar a Europa para comenzar una nueva vida, casi siempre huyendo de la miseria, la persecución u otras desgraciadas situaciones que viven en sus países de origen.
Ante ello, la Alianza Evangélica Española hace una valoración, mostrando primero “nuestra más profunda tristeza y dolor por la situación humana que se vive de forma especial en la región mediterránea”. Son “tantas vidas perdidas de los que no llegaron y tantos riesgos para los que sí llegaron a las costas de Europa, huyendo de situaciones extremas difícilmente evaluables desde nuestro lado del mar”, expresa el comunicado.
EL PROBLEMA DEL MAL
La Alianza Evangélica Española quiere aportar un análisis que va más allá de lo político. “Creemos y denunciamos que nuestra sociedad no mejorará su comprensión” de los hechos “si no es capaz de ver lo que ocurre como la consecuencia del mal, del pecado”, expresa la AEE.
“Es el mal el que genera situaciones de vida de miseria y explotación; es el mal el que produce situaciones de violencia en los países de origen; es el mal el que hace que muchos de ellos mueran en el camino; es el mismo mal el que hace que las mafias se aprovechen de la necesidad para enviarlos en condiciones que no aguantan la navegación; es el mal el que genera indiferencia en parte de los ciudadanos y gobiernos de los países occidentales; es el mal el que en este lado y en el otro generaliza la corrupción; es el mal el que establece condiciones comerciales de explotación de los recursos de los países del Sur; es el mal el que mira para otro lado o incluso da cobertura a los gobiernos dictatoriales, para obtener ventajas comerciales”, enumera el comunicado.
CIRCUNSTANCIAS COMPLEJAS
La situación de la inmigración en Europa es, sin embargo, compleja, por ello desde la AEE consideran que para comprender lo que sucede hay que tener en cuenta cuatro factores.
Primero que “no hay país en el mundo o conjunto de países que tengan la capacidad de acoger tal marea migratoria. El volumen de migrantes es tan alto y en tan poco tiempo que Europa, incluso maximizando sus capacidades de acogida, no puede recibir de manera digna y adecuada a todas las personas que tratan de entrar en ella”.
El motivo de esta marea que se reproduce cada año al llegar la primavera es “el diferencial económico que existe entre el Norte y el Sur”. “Entre las fronteras Norte–Sur del mundo, la que plantea muestra un mayor diferencial es la que separa el Norte de África y el África subsahariana de Europa”, explican.
En tercer lugar se señala que “no es realista que se puedan evitar todos los naufragios en aguas mediterráneas mientras no se permita la libre entrada de inmigrantes a suelo europeo” y hasta que no se llegue a esta situación “seguiremos contemplando la multiplicación de naufragios en aguas mediterráneas”.
BUSCAR CONSENSO Y ACTUAR
Para la Alianza en Europa hay dos tendencias extremas: “el miedo a la pérdida de sus identidades propias y de un estado del bienestar que sus ciudadanos no paran de ver recortado, y una ideología que solicita la entrada sin restricciones de todo aquel que lo desee”.
Por ello, para la AEE los países del continente europeo deben llegar a “un consenso entre la realidad y la posibilidad”. Por eso aboga por “la libre llegada de todo inmigrante a través de vuelos de África hacia Europa”, como “la única forma en la que se podrían evitar los naufragios y las muertes en el mar, a la vez que se acabarían las mafias que comercian con las personas”. “Los costos en vidas y económicos para los migrantes serían mínimos”, mantienen.
Pero “mientras ese no sea el consenso o no sea realista esta posibilidad, mientras la entrada no sea libre, tendremos personas muriendo en el Mediterráneo. Los dispositivos de recogida en alta mar priman a aquellos que han tomado la decisión de arriesgar la vida, con lo que a mejores dispositivos de recogida, mayor será el número de los que apostarán por arriesgarla”.
“Probablemente muchos de nosotros entenderemos que la solución de la libre entrada no es viable ni a corto, ni a medio plazo. Eso significa que deberemos continuar con los dispositivos de recogida de los que se arriesguen, que deberemos aceptar que seguirán ocurriendo muertes, que habrá que habilitar mecanismos de devolución de los que consiguieron llegar, que habrá que revisar muy bien los expedientes de los que llegan para aquellos casos de refugiados por causas de conciencia, que habrá que mejorar las formas de colaboración con los países de origen cuyos regímenes acostumbran a estar rotos por la corrupción, y que habrá que convencerse que establecer nuevos mecanismos de cooperación y solidaridad internacional es mucho mejor en cuanto a vidas y mucho más económico en costes que otras soluciones. Reconocemos la complejidad de la situación y de este tipo de medidas, pero seguimos pensando que son las que pueden producir mejores resultados y las que son más acordes con la ética social europea”, concluye la AEE.
HACER AUTOCRÍTICA
Finalmente, se expresa el deseo de que los europeos entiendan “la responsabilidad que tenemos sobre el mundo que estamos construyendo, en el que nuestra opulenta riqueza se convierte en inhumana injusticia hacia miles de millones de personas”.
Desde una perspectiva cristiana, dice la AEE, “eso es el resultado de nuestro pecado de codicia, y sin reconocer y enmendar nuestra responsabilidad tan solo caminamos como sociedad hacia un juicio seguro: ‘Oid esto, los que explotáis a los menesterorosos y arruináis a los pobres de la tierra: nunca me olvidaré de ninguna de vuestras obras. ¿No temblará por esto la tierra, y hará duelo todo aquel que habita en ella?. Llegará el día -dice el Señor Dios- que cambiaré vuestras fiestas en llanto y vuestros cantos en lamento’ (Oseas 8)”.
Puede leer aquí el Comunicado completo de la Alianza Evangélica Española sobre la crisis humanitaria en el Mediterráneo.
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