Uno de los textos más leídos en momentos de dificultad, por quienes creen en el Dios de Israel, está en el libro de Habacuc; en el capítulo 3, versículo 17 y siguientes (*).
Nos hemos permitido hacer
una paráfrasis (adaptación libre) para que entronque con el tiempo de este año 2013 que se nos viene encima con la vitalidad y fuerza de un tsunami, como el ejército enemigo amenazaba invadir Israel en tiempos del profeta Habacuc.
Aunque la economía no mejore, y en las cuentas casi no haya fondos.
Aunque mengüe el producto del trabajo, y las nóminas no den mantenimiento, y las ayudas sociales sigan a la baja, y tiemblen las pensiones para los mayores; con todo, yo me alegraré en el Señor, y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Dios el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en las alturas de esta crisis me hace andar.
Vemos a un hombre realista, consciente de los hechos que le envuelven y lo difícil del futuro que va a acontecer, muy alejado de esa espiritualidad tipo Walt Disney, en la que lo superficial de un velo religioso rosa -construido con unos pocos versículos- quiere disimular la gravedad de los acontecimientos.
Pero
junto a ese hombre consciente de la verdad horizontal, hay una persona que ve claramente otra verdad, ésta vertical, que se une a la anterior de forma indisoluble para formar un marco nuevo.
Viene un año muy duro, no lo dudamos ni creemos que nadie deba dudarlo.
Pero de la misma forma que esto es cierto,
viene un año en el que Dios sigue teniendo el control de todas las cosas, muy por encima de la complejidad de los 365 peldaños de la escalera que se nos alza delante de nuestro calendario.
Más aún,
esa escalera es una cordillera, con unas “alturas” que a las personas nos parecerá a veces imposible superar. Pero en esto también hay un precioso mensaje en este texto de Habacuc en dos partes.
La primera, Dios es nuestra fortaleza. No una mentalidad positiva, ni nuestras capacidades personales, ni la religión establecida con sus ritos y dogmas. Dios mismo es la fuerza, la energía, el ánimo, el Espíritu que te empujará donde tú no puedas hacerlo si se lo pides y confías en Él.
La segunda, aún con fuerzas surgirán circunstancias previstas o imprevistas, dificultades tales que aún contando con todas las fuerzas necesarias serán imposibles de superar. Abismos insalvables para un ser humano.
Y éste es el final más poético y profundo:
Él no sólo nos dará fuerzas, sino que nos transformará en lo más hondo para darnos la capacidad de superar cualquier obstáculo, los pies de cierva que nos llevarán a sortear lo que humanamente es imposible.
Por eso podemos alegrarnos y gozarnos en el Señor, el Dios de nuestra salvación.
No seas irreal mirando hacia otro lado. Pero tampoco seas tan materialista que sólo veas lo horizontal de la vida.
Mira la cruz vacía, en la que el Hijo del Hombre afrontó la realidad más cruda del ser humano, sin olvidar que el Padre le daría pies de cierva para salir victorioso de la tumba de la muerte ("
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu...").
Sus discípulos lo vieron y proclamaron. El incrédulo Tomás lo creyó porque tocó. Tú eres bienaventurado/a porque sin ver con tus ojos físicos puedes hacerlo con los del alma, los del espíritu.
Alza tu vista al cielo!!!
Esa es la promesa. En 2013 y siempre. Por eso podemos decirte de corazón, con todas nuestras fuerzas y sabiendo que deseamos algo posible y real:
¡Feliz año nuevo!
(*)
Texto original (versión Reina-Valera de 1960):
Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos.
Aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en el Señor, y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Dios el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.
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