Por un lado, y por muy negativa que pueda interpretarse o ser la declaración de Ratzinger respecto al islamismo y a Mahoma (fuese cual fuese su intención, y el contenido de su discurso, lo dejamos al margen) declaraciones no comparables se pueden leer o escuchar casi todos los días contra el catolicismo (o el cristianismo) sin que nadie dentro de la fe cristiana llegue más allá de la defensa de las ideas propias o de la queja más o menos dura por la agresión a la propia identidad religiosa.
Volviendo a la reacción ante las declaraciones del Papa, entendemos que quienes responden a las palabras y las ideas con la violencia física y psíquica (amenazas, chantajes, asesinatos, bombas) se desacreditan a sí mismos y no hacen más que sumar votos a favor de quienes les acusan.
Y que conste que no pensamos que el islam sea un “totum revolutum”, ya que conocemos personalmente a líderes islámicos que son un gran ejemplo de respeto hacia “el otro” sin negar en absoluto su fe religiosa (como puede ser Tatary, en España). Y no son los únicos, representan a un colectivo que nada tiene que ver con estas actitudes agresivas.
Pero de la misma forma que hemos condenado todo tipo de terrorismo en Irlanda del Norte (el unionista "protestante" y el separatista "católico"), o la actuación de muy determinados y concretos telepredicadores o corrientes teológicas muy cercanas al protestantismo, condenamos de la misma manera esta violencia en la equivocada defensa de las ideas –en este caso del islam- por medio de la fuerza y la violencia.
De igual manera que condenamos las Cruzadas; contrarias a los principios cristianos. En esa misma línea condenamos la Yihad que asesina a personas, entendemos que en nombre de una equivocada fe islámica. Unos y otros son ejemplos malditos del "lado oscuro", de lo peor de la fe en una malvada actuación sea en nombre de Jesús o en nombre de Mahoma. Con la diferencia de que actualmente no hay Cruzadas, pero sí siguen existiendo
yihads, y
sharias que se imponen a todos los ciudadanos de muchos países árabes en los que conviven personas de todas las confesiones y creencias.
Y por último, debemos decir que las disculpas del Papa nos conmueven. Pocos (por no decir casi ninguno) de los líderes políticos o religiosos en el poder tienen el valor y la humildad de pedir públicamente disculpas o perdón. Seguimos creyendo que el papado es contrario a la Biblia, pero (y debemos reconocer que por primera vez) este Ratzinger nos ha conmovido con su humildad y auténtico deseo de paz por encima de su propia figura. Ante sus declaraciones, lo bueno de lo que ha hecho no nos deja oír lo que de malo o regular haya dicho (si es que algo malo o regular hubo en su discurso); al contrario que los fanáticos que incendian la efigie de Ratzinger en nombre de Mahoma.
Amigos musulmanes en todo el mundo que sabéis que lo que escribimos es cierto: dejad oír vuestra voz, añadid comprensión, perdón y diálogo a vuestra fe. Eso no os hará más débiles, sino más creíbles, más dignos y más cercanos. Y seguramente –desde nuestro punto de vista- mejores seguidores de Alá. Como ha sido el caso del portavoz del Centro Cultural Islámico de Madrid, Mohamed El Afifi, que condenó este lunes 18 de septiembre la respuesta violenta de algunos sectores islámicos a las declaraciones del Papa Benedicto XVI, a la vez que -en su justo derecho- manifestaba su malestar por sus declaraciones.
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