Coincidiendo con el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, este 17 de junio, la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés) ha recibido la acreditación de parte del Secretariado de Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés), formalizando de esta manera la colaboración que la entidad ya venía prestando. “Con esta acreditación, la WEA puede participar como observadora en las conferencias de la institución internacional. La WEA puede llevar la voz evangélica en la lucha contra la degradación de la tierra, la desertificación y la sequía”.

“Estamos convencidos de que los Objetivos de Desarrollo Sostenible no se pueden alcanzar sin que las comunidades de fe se involucren”, ha señalado el secretario general de la WEA, Ephraim Tendero. “Como socia de la UNCCD, la WEA se ve a sí misma como un puente entre las comunidades locales y la gobernanza ambiental multilateral y la gestión de la tierra a nivel mundial”, ha añadido.

Una reflexión teológica

Entre los recursos que la WEA ha ido publicando para fomentar una reflexión sobre la importancia de la conciencia medioambiental entre las comunidades evangélicas de todo el mundo, está la campaña ‘Living the change’, que pretende “animar a los cristianos a realizar compromisos personales para un estilo de vida sostenible motivados desde un corazón de fiel discipulado y desde el llamado a cuidar la creación”.

“La Biblia utiliza el símbolo del desierto para describir dificultades, desesperación y falta de esperanza. En contraste, los jardines fructíferos y la tierra fértil son símbolos de la bendición de Dios a muchos personajes de la Biblia. La imagen dualista de la Biblia no podría ser relevante en la actualidad mientras en casi todas las partes del mundo, la tierra fructífera que nos ha dado Dios está bajo severa presión de desertificación, cambio climático, sequía y deforestación”, señalan desde la entidad. 

Desde la WEA también consideran que “nuestros patrones de consumo y nuestras actividades económicas destruyen los verdes pastos y los jardines fructíferos”. “La tala masiva de árboles, el uso excesivo de los recursos acuíferos para la producción de carne y las emisiones de CO2 son actitudes humanas que fomentan la desertificación y la sequía, creando lugares de desesperación y de falta de esperanza”, señalan.