El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Voces del ámbito científico cristiano valoran positivamente la restitución de la institución pero reclaman recuperar las ayudas a la investigación y desburocratizar la actividad académica.
En su tarea por evidenciar que ha habido cambio con su llegada al poder, uno de los gestos más visibles del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha sido la restitución del Ministerio de Ciencia. Descartado en los dos gobiernos de Mariano Rajoy, Sánchez ha recuperado una institución que comenzó en el año 2000 con José María Aznar y que fue cambiando de nombre hasta 2011, cuando el PP derrotó al PSOE en las elecciones y el departamento fue absorbido por el Ministerio de Economía y Competitividad.
La institución, restaurada desde este junio después de que la moción de censura contra Rajoy haya prosperado y de que el PSOE haya regresado al poder, aglutina las competencias en Ciencia, Innovación y Universidades. Con una inversión prevista en 6.500 millones de euros actualmente, el nuevo Ministerio afronta la inversión en I+D como uno de los retos principales. Aunque los Presupuestos Generales de este 2018 reflejan un aumento del 8% de las partidas en este ámbito, esta cantidad no sirve para reparar el retroceso provocado por los recortes en los últimos años. Por ejemplo, la caída constante del impacto que ha tenido la inversión en I+D sobre el PIB español entre 2009 y 2016, pasando de un 1,38% a un 1,19%.
VOCES EVANGÉLICAS, A FAVOR PERO CON EXIGENCIAS PRÁCTICAS
La decisión de Sánchez parece haber sido bien acogida por algunas de las voces evangélicas españolas más destacadas en el ámbito científico. “Es crucial que un país invierta en ciencia. No sé si eso se potencia más con un ministerio específico o no, porque lo que realmente importa son las políticas que se impulsen. Eso sí, un ministerio específico le va a dar siempre más visibilidad a la ciencia”, explica el doctor en química y coordinador del Centro de Ciencia y Fe de la Facultad de Teología SEUT, Pablo de Felipe. Por su parte, el doctor en biología Antonio Cruz considera positivo que se integren los departamentos de Ciencia, Innovación y Universidad porque “incentivar la investigación científica en todas las disciplinas es algo positivo y deseable” y “debe hacerse relacionando la universidad con las empresas innovadoras y protegiendo la labor de los jóvenes investigadores, con el fin de acabar con esa sangría que supone la fuga de cerebros”, dice.
A pesar de que para la matemática e investigadora de la Universidad de Barcelona, Marta Salguero, el gobierno de Sánchez “no está legitimado por las urnas”, la también miembro de Grupos Bíblicos Universitarios (GBU) manifiesta que “parece un buen ministerio en abstracto que sería positivo mantener en el futuro”.
Dos de los principales problemas que identifican son la falta de inversión en investigación y la burocratización del ámbito académico. “Después de décadas de subida paulatina, la financiación ha caído un 10% desde 2008. Sin embargo, no creo que sea el único problema. El sistema español sufre una burocracia extrema que limita tremendamente su rendimiento. Espero que el nuevo ministro logre progresos en estos dos frentes”, matiza el doctor en física y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, Antoine Bret, también colaborador del Centro de Ciencia y Fe.
De Felipe también señala como uno de los principales problemas el difícil acceso a la investigación a causa de la creación de élites académicas. “Uno de los problemas que más se viene mencionando respecto a las universidades es su gran endogamia, con personas que desarrollan toda su carrera en una misma institución, lo cual es bastante extraño en otros países occidentales”. En el enfoque personal se concentra también Cruz, aunque refiriéndose más bien al cuidado de los investigadores. “Espero que el nuevo Ministerio cuide de las personas implicadas en la investigación científica facilitando la estabilidad de sus puestos laborales, evitando que tengan que emigrar porque aquí no se las valora o rentabilizando el gasto realizado en su formación”.
Enfocándose principalmente en la juventud, y a pesar de “no esperar mucho” del nuevo gobierno, Salguero insiste en el problema de la fuga de cerebros. “Sería conveniente que invirtiésemos más en nuestros jóvenes y proveyésemos salidas acordes con su formación en España”, remarca.
SEMÁFORO VERDE PARA PEDRO DUQUE
Si la restitución del Ministerio de Ciencia ya ha dado de qué habar, más revuelo ha causado el responsable de la institución designado por Sánchez; el astronauta Pedro Duque. La noticia de su nombramiento ha sido interpretada, en general, como uno de los movimientos más audaces del nuevo presidente. “Es fundamental que el responsable de un ministerio sea un especialista del área que va a dirigir, y Pedro Duque es sin duda un hombre muy preparado para el cargo”, afirma Salguero.
Públicamente reconocido por haber sido el primer cosmonauta español, Duque participó en la misión STS-95 del transbordador espacial Discovery, en octubre de 1998, y en la misión Cervantes, en la que visitó la Estación Espacial Internacional a bordo de la nave Soyuz TMA. Un perfil que ha generado reacciones positivas entre los científicos evangélicos, aunque con matices. “Parece buena idea nombrar a una persona con formación en ingeniería y experiencia en el campo de la investigación científica, la industria innovadora y la universidad”, señala de Felipe. “Aunque el conocimiento del campo en cuestión es importante, las dotes de gestión son también necesarias para una responsabilidad a ese nivel”, añade.
Un detalle, el de las capacidades para gestionar y dirigir la institución, en el que se coinciden también otras voces. “Si tener un buen conocimiento del mundo científico me parece imprescindible, creo que no basta para ser un buen ministro. Duque tendrá que demostrar capacidades de liderazgo, negociación y comunicación muy importantes”, advierte Bret.
Para Cruz, en cambio, es necesario resaltar que Duque “encarna valores que necesitamos urgentemente en España”. “Es constante, trabajador, meticuloso y consciente de que el éxito no suele depender de la suerte o la casualidad, sino de la laboriosidad, la honestidad intelectual y el sacrificio personal”, reitera.
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