En la comunicación actual de las redes sociales, todo el mudo busca llamar la atención. Blogueros, autores, músicos, líderes de jóvenes, pastores... En general, para cualquier usuario de Facebook, Twitter o Instagram parece que lo importante es conseguir un nuevo “me gusta”, un “retweet” o un “corazón de doble click”. Tyler Braun, autor que también se mueve mucho en las redes sociales, aboga por buscar un impacto real en las personas aunque con ello no atraigamos la atención sobre nosotros mismos.
“Ponemos nuestro mensaje en la red esperando que más personas se unan a nuestras causas, nuestra marca o nuestro argumento. Queremos la atención,
ser vistos, y los ‘me gusta’ de personas a las que ni siquiera conocemos”, opina
Braun en un
artículo publicado originalmente en la revista Relevant (en inglés).
“Todo el mundo está gritando a la vez y, muy a menudo, es imposible escuchar nada” en medio de todo el ruido. Es algo a lo que ya está habituada la generación de los nativos digitales, una realidad que se ve como “un problema”, pero que a la vez se acepta simplemente como un signo de los nuevos tiempos.
La obsesión por conseguir la atención de otros, sin embargo, no es una novedad del siglo XXI.
“La apabullante necesidad de recibir atención continua es un problema humano” que existe desde el principio, desde el Génesis. Entonces, ¿cómo evitar convertirnos en una parte más de todo el ruido innecesario en las redes? Braun propone 2 ideas sencillas.
NO DEFIENDAS TUS PUNTOS DE VISTA, HAZ UN IMPACTO REAL
“
Jesús hizo muchos milagros que merecerían titulares. Pero después, a menudo dio instrucciones muy específicas a aquellos a los que sanó. En un caso, dio la vista a dos personas ciegas y les dijo: ‘mirad que nadie lo sepa’ (Mateo 9:30). ¿Por qué iba a Jesús a esconder su milagro? Cambiar la vida de una persona y mantenerlo en silencio. No estaba buscando llamar la atención, simplemente quería hacer un impacto en vidas que le necesitaban. Jesús nunca llevó a cabo sanidades masivas, e hizo todo lo que pudo para asegurarse de que se le conociera por haber tenido un impacto en la intimidad de las vidas de las personas con las que trató”.
Otro episodio ilustrativo de la visión de Jesús se puede encontrarse poco antes, en el mismo evangelio de Mateo. Jesús enseña sobre la oración y les dice a sus seguidores: “pero tú,
cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público” (Mateo 6:6). Y lo mismo dijo en relación a ayunar o ayudar a los pobres: no grites tus buenas obras a las masas.
“Cuando tomas una buena obra y hablas de ella a otros, la obra se convierte en propaganda en lugar de un servicio desinteresado. Existe para beneficiarte en tu propósito de que otros se fijen en ti. En lugar de hacer una diferencia, te has convertido a ti mismo en el centro de atención”.
CAMBIA TU ACTITUD
“Podemos vivir con puños cerrado o con las manos abiertas. Los puños cerrados muestran un deseo de controlar, una falta de fe y reticencia a adaptarse. Las
manos abiertas muestran un corazón de servicio, una fe manifestada en indicaciones del Espíritu Santo y una pregunta persistente: ‘¿qué es lo siguiente, Abba?’”.
“No es posible ir más allá del deseo de que se fijen en ti si vives con los puños cerrados”, cree Braun. Y pone el ejemplo del
profeta Miqueas, en el Antiguo Testamento: “Sentía una carga inmensa por agradar a Dios, pero nunca estaba seguro de lo que Dios realmente quería. La gente alrededor de Miqueas había cerrado sus puños intentando atraer la atención de Dios, pero
Dios se mantenía en silencio, indiferente a sus motivaciones escondidas”.
El profeta capturó esa lucha tan humana con el ego describiendo el deseo profundo de Dios: “Él [Dios] te ha declarado lo que es bueno: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante de tu Dios” (Miqueas 6:8).
“Dios les estaba diciendo a la gente, a través del profeta: ‘abrid vuestras manos, buscadme en actos de sacrificio’”.
LA TENSIÓN ENTRE SERVIR Y ATRAER LA ATENCIÓN
Esta tensión entre buscar el reconocimiento de otros, a la vez que intentamos mantener una disposición a servir a otros es algo totalmente presente en “nuestras
interacciones del día a día con compañeros de clase, compañeros de trabajo, amigos y familia”, cree el autor.
“Hace no muchos años,
servía en un ministerio que me ponía bajo los focos frente a miles de personas cada semana. Pero tenía problemas a la hora de interesarme por las personas una vez las luces se apagaban y los grupos de personas se hacían más pequeños. Una cosa parecía tan importante, y lo otro, tan insignificante”, explica Braun de su propia experiencia.
La enseñanza que sacó de comentar esa experiencia con otras personas fue que “ser visto por muchos nunca tendrá una importancia real si
las personas que están directamente a tu alrededor no sienten que son visibles para ti. Es lo que Dios está diciendo a través de Miqueas. No hay nada malo en ser visto y reconocido o tener tu nombre bajo una luz brillante, siempre y cuando no le des más importancia a esto que a ayudar a la gente justo delante de ti”.
Braun concluye:
“Empújate a ti mismo a amar a otros. Abre tus manos. Busca marcar una diferencia. Y en el proceso, empezarás a encontrar un nuevo camino que va más allá de esta cultura de la obsesión por llamar la atención”.
Si quieres comentar o