En los últimos días el debate acerca de la terapia hacia personas homosexuales resurge en relación a dos noticias. Mientras que la Comisión de Derechos en Brasil derogaba una ley que impedía a personas con tendencia homosexual que se tratasen con un profesional para intentar cambiar, en Estados Unidos cerraba sus puertas Exodus, una de las asociaciones cristianas referente en el ofrecimiento de terapias reparativas para homosexuales.
Esta situación trae a debate una cuestión que todavía genera disparidad entre los profesionales de la psicología. El hecho de que Exodus dejase de realizar estas terapias en 2011 provocó una escisión en la entidad, que llevó a que
Exodus Global Alliance se desvinculase de su homónima en Estados Unidos; mientras que muchos de los apoyos tradicionales de iglesias evangélicas en el país se dirigían a una nueva entidad, la
Restored Hope Network, que siguen apoyando terapias y estrategias para proporcionar un cambio.
Preguntamos a
Esteban Figueirido, presidente del Grupo de Psicólogos Evangélicos en España acerca de estas terapias.
Para este profesional de amplia experiencia en la atención psicológica,
la terapia reparativa implica “la aceptación de que algo está dañado en la persona” que presenta una orientación homosexual.
“Bíblicamente entendemos que eso es así”, admite Figueirido, porque la tendencia homosexual “se desvía del diseño original planteado para el hombre y la mujer y la relación entre ambos”.
P. Como profesional, ¿crees que las terapias reparativas son adecuadas para tratar a un homosexual?
R. Si hablamos de “terapias reparativas” conlleva la aceptación de que algo está dañado en la persona con una orientación homosexual. Bíblicamente entendemos que eso es así en la medida en que se desvía del diseño original planteado para el hombre y la mujer y la relación entre ambos. El daño recibido puede ser de muchos tipos, y es en ese sentido que la actuación de un profesional de la psicología se hace oportuna para cualquier persona que sufre, y que tenga un objetivo a alcanzar, como podría ser la reconducción de su orientación sexual. Para esto, las terapias reparativas son útiles en términos de la reparación de ciertos daños frecuentes en personas con dicha orientación. Por ejemplo, la sanación de traumas de la infancia, especialmente ligados al abuso sexual, o en la reparación de relaciones familiares, especialmente la relación de cada uno con el progenitor de su mismo sexo. Pero hay que tener en cuenta que la orientación homosexual se puede desarrollar por otras causas, en cuyos casos nos encontramos con pocos recursos para poder ayudar a la reconducción, cuando es esto lo que se pide. Es muy triste la falta de apoyo en la sociedad, en las autoridades competentes y en la comunidad científica, para poder avanzar en tratamientos eficaces para el desarrollo de una orientación heterosexual en los homosexuales que así lo desean.
P. Exodus, así como otras asociaciones cristianas similares, han basado su estrategia durante muchos años en que es posible cambiar la tendencia homosexual. ¿Sigue siendo esta la respuesta cristiana más adecuada? Si hay otros enfoques posibles, ¿cuáles serían?
R. Creo que las causas del desarrollo de una orientación homosexual son diversas, y esto va a repercutir en las expectativas acerca del cambio. No todos los homosexuales que quieran cambiar de orientación pueden conseguirlo, así que plantear eso como una meta, ya sea una asociación cristiana o secular, no considero que sea lo mas acertado. Es verdad que en el planteamiento cristiano entendemos la posibilidad de una intervención sobrenatural por parte Dios, que podría hacer un milagro en la vida de una persona, como se ha podido constatar en muchas ocasiones, pero no en todas, y no es la manera mas habitual de intervenir por parte de Dios, al menos en la época presente.
En mi opinión tanto se busque y consiga cambio de orientación como si no se consigue, el primer paso es la aceptación de esa condición, tanto por parte del “afectado” como por los que le rodean. A continuación, si no hay posibilidad de un cambio, el camino alternativo, es como el de muchas personas, por ejemplo las solteras que no han encontrado pareja: el camino de la abstinencia y del desarrollo de la persona y del proyecto de vida con ese hándicap, que en algún sentido puede convertirse en algo positivo para ciertos ministerios y tareas en el servicio a Dios, como nos aconseja el Apóstol Pablo en la primera carta a los Corintios capítulo 7.
P. ¿Cómo puede la iglesia ayudar a los homosexuales?
R. Estamos muy verdes en este asunto. Como comentaba en el artículo de la revista “Básicos” de la Editorial Andamio, es necesario entender el apoyo y la comprensión que necesita una persona en medio de esta lucha. Hay un llamado claro a que la iglesia esté comprometida en reflejar el amor de Dios. Los cristianos tenemos la costumbre de clasificar y valorar con mayor gravedad todo tipo de pecado sexual. Es necesario recordar que la Biblia condena la práctica homosexual pero no la tendencia homosexual. La homosexualidad implica un estilo de vida que puede ser abandonado y perdonado. Las personas sólo se condenan por su negativa a aceptar a Cristo como Señor y Salvador. Dios ama a la persona homosexual, pero Dios no acepta la conducta homosexual de la misma forma que Dios no acepta ninguna de nuestras prácticas pecaminosas, antes o después de nuestra conversión.
Así que esa actitud de amor, comprensión, apoyo, paciencia, etc… es la que debería caracterizar a la iglesia, puesta para compartir el Evangelio y vivirlo en la práctica del apoyo a cualquier persona que lo necesite. Ello implica exhortar (animar) a nuestros hermanos o hermanas recordando lo que la Biblia dice al respecto, no solo del tema en sí, sino de la promesas de Dios para nuestra vida; orar por y con la persona; ayudar en la búsqueda de los recursos disponibles para alcanzar los objetivos deseados y la meta principal, que en este caso, como iglesia, es parecernos más a Cristo.
En Vigo, 25 de junio de 2013
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