Dice la Biblia que es “bienaventurado el varón que soporta la tentación” (Stg. 1:12), algo que forma parte de la vida cotidiana de cualquier persona. Pero ¿cuáles son las tentaciones más comunes?
En la sociedad estadounidense, según un estudio realizado por Barna,
las tentaciones más habituales son la de procrastinar (es decir, dejar cosas para resolverlas más tarde) y la de estar ansioso o preocupado. Un 60 por ciento de la población dice estar sometido a estas tentaciones.
Sin embargo, el informe destaca que
para los protestantes la mayor tentación es la de comer en exceso, con una incidencia en un 66% de los de este credo, a diferencia de los católicos (44%) y del resto de la población de otros credos (44%).
Por otra parte, el 42% admite pasar demasiado tiempo pendiente de los medios de comunicación, y cuatro de cada diez se ve tentado por la pereza en el trabajo.
Otras tentaciones mencionadas, aunque no tan extendidas, están más relacionadas con los que se consideran “pecados morales”. Así, un 26% de los adultos admite ser tentado a realizar habladurías, un 24% tiene tentaciones de celos, un 18% es tentado a ver pornografía, un 12% a mentir, un 11% a abusar de alcohol o drogas y cerca de un 11 por ciento admite tentarse de “cotillar” en el correo electrónico ajeno.
En cuanto a la tentación de realizar un acto sexual inapropiado con alguien, un 9% de los adultos (y un 5% de los protestantes) admitió luchar con frecuencia contra ella.
El estudio se llevó a cabo como parte de la investigación que realiza el obispo anglicano Todd Hunter para un libro que publicará próximamente, que se titula Nuestros pecados favoritos. El libro pretende ayudar a los lectores a comprender la naturaleza de la tentación y el pecado.
¿Y LA IDOLATRÍA?
Otro autor, Kyle Idleman, dice que aunque el estudio es útil y refleja con precisión las tentaciones de la cultura de EE.UU.,
cree que ha sido un grave error dejar fuera de la lista al que considera que es el principal de todos: la idolatría.
“Realmente es el único pecado por el que todos estos otros pecados vienen. Nuestros pecados favoritos en realidad muestran a nuestro dios favorito. En última instancia cada vez que caemos en una de esas tentaciones estamos eligiendo a un dios falso. La idolatría es el principal pecado en la Biblia y eso no ha cambiado. Pero ahora en lugar de inclinarnos ante estatuas talladas, hacemos nuestras reverencias con nuestras tarjetas de crédito, en nuestras búsquedas en Internet, en la forma de administrar nuestro tiempo. Nuestros templos ahora son algunas páginas web, restaurantes y estadios deportivos”, dijo en una declaración a The Christian Post.
FORMAS DE REACCIONAR
El estudio también preguntó a los encuestados cuáles eran las razones para caer en estas tentaciones.
Muy pocos (sólo el 1%) culpan a su naturaleza humana y pecaminosa. La mitad se limitó a decir que “no están realmente seguros” y un 20 por ciento dijo que era “una vía de escape” o, simplemente, algo “que me gusta”.
Menos del 10 por ciento dijo que lo hizo para “sentir menos dolor” o “para satisfacer las expectativas de la gente”. Un dos por ciento dijo que era una forma de “tomar un atajo hacia el éxito” y otro 1 por ciento admitió que “no tuvo suficiente fuerza de voluntad”.
Para resistir la tentación, más de la mitad de los encuestados admitieron que no hicieron nada concreto. En las generaciones más jóvenes hubo menos oposición a evitar la tentación. Por credos, tanto protestantes como católicos admitieron mayoritariamente que intentaban evitar las tentaciones.
La oración (18 por ciento) resultó ser la forma más común para resistir la tentación. Otro doce por ciento dijo usar la razón, el 10 por ciento simplemente decir “no” y apartarse del foco de tentación. Un 8 por ciento dijo que intentaba enfocarse en otra cosa, y un 7 por ciento evitó la tentación considerando las consecuencias. Sólo el 4 por ciento tomó medidas preventivas y un tres por ciento se apoyó en una mayor lectura de la Biblia.
LOS JÓVENES SE RESISTEN MENOS
David Kinnaman, presidente de Barna Group, señala como
“preocupante” que los más jóvenes son más propensos a admitir que son tentados y a la vez más dóciles para caer.
“La mayor preocupación está en que los más jóvenes comienzan a aceptar estas emociones como algo normal”, empezando a pensar que “en realidad ser tentado no es intrínsecamente malo, como resultado de la influencia de los medios de comunicación y la variación de valores en la sociedad. Desde luego, parece estar surgiendo una nueva moral según la cual la tentación no es algo que debe evitarse, sino más bien una característica relativamente benigna de la vida moderna”, concluye Kinnaman.
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