Certifican una clara tendencia alcista en cantidad, intensidad y número de víctimas de las últimas grandes crisis humanas

El 2005 pasará a la historia como un año negro en el que las catástrofes naturales se sucedieron una tras otra, sin apenas respiro, sin dar tiempo a cauterizar las heridas provocadas por el devastador tsunami del diciembre pasado. Los desastres y las emergencias provocadas por causas ambientales, del huracán Katrina al Stan , de la sequía abrasadora del Sahel africano al terremoto de Pakistán, han afectado a millones de personas en varios continentes y puesto de manifiesto la insuficiencia de los mecanismos internacionales de respuesta rápida a tales contingencias.

En 2005, un año de desastres, Oxfam Internacional hace recuento de las últimas grandes crisis humanas y certifica una clara tendencia alcista en cantidad, intensidad y número de víctimas. Según el estudio, el número de catástrofes ha aumentado un 55% en el último lustro en relación con el registrado entre 1995 y 1999, con un tercio más de personas afectadas por sus consecuencias. A falta de cerrar el recuento de este año, el 2004 fue el peor de la década, con 719 desastres contabilizados. África ha sido, una vez más, escenario de las peores contingencias, menos mediáticas que los huracanes y los terremotos, pero más letales.

Sólo en Níger la sequía y la hambruna afligen a 3,6 millones de almas. En similares circunstancias está buena parte de la franja del Sahel, la región al sur del Sáhara de la que ahora proceden la mayoría de los inmigrantes africanos.

El informe incluye un capítulo sobre crisis humanas poco o nada naturales, las provocadas por conflictos armados. En Darfur (Sudán), más de 200.000 personas han muerto desde el 2003 ante la indiferencia internacional, y más de cuatro millones siguen desplazadas por los ataques y enfrentamientos entre fuerzas rebeldes en el Congo y en el norte de Uganda.