Cuando hace unos meses, en julio, el gobierno de coalición en Israel anunció la disolución de la Knéset (el Parlamento) a causa de la deserción en sus filas, y la convocatoria de unas nuevas elecciones para el 1 de noviembre (las quintas en los últimos tres años), el ex-primer ministro Benjamin Netanyahu pidió al electorado que apostase por formar un gabinete “fuerte y nacional”. Y ha tenido su respuesta.

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Un año ha durado Netanyahu como líder de la oposición. Los resultados de los últimos comicios le dan una mayoría de escaños (65 de 120) al grupo que forman su partido y las formaciones que han venido apoyándole en sus últimos gabinetes. De esta manera, ‘Bibi’, como se le conoce popularmente en Israel, volverá a presidir el consejo de ministros israelí después de haberlo hecho entre el 1996 y el 1999, y entre el 2009 y el 2021.

“El pueblo quiere que devolvamos el orgullo nacional y un gobierno estable”, ha dicho Netanyahu tras conocer los resultados. “Se ha demostrado que somos, con diferencia, el partido más grande de Israel”, ha remarcado.

El auge del sionismo religioso

En la composición parlamentaria, el Likud de Netanyahu seguirá siendo el partido con más diputados (32, dos más que en 2021). Le siguen el centro izquierda del hasta ahora primer ministro Yair Lapid (24, siete más que en 2021) y la formación Sionismo Religioso, de Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir, la gran sorpresa de las elecciones. Este partido, calificado de “extrema derecha” por un amplio sector de la prensa israelí, ha pasado de 6 a 14 escaños en apenas un año. Ben Gvir ya ha señalado que quiere formar parte de un gobierno “completamente de derechas”.

La coalición de centro de Benny Gantz y Gideon Sa’ar (la esperanza de muchos analistas para disputarle el poder a Netanyahu en las elecciones de marzo de 2021), ha obtenido 12 asiento en la Knéset, mientras que 11 son para los Shas (dos más que en 2021), y 8 (uno más que en 2021) para los ultraortodoxos askenazíes de Judaísmo Unido por la Torá.

Los resultados no han sido positivos para las pequeñas formaciones que sostenían la actual coalición de gobierno. La derecha laicista de Israel Beitenu, cuyo candidato es Avigdor Lieberman, ha perdido dos escaños y se queda con 5, mientras que los laboristas solamente han podido retener cuatro de los siete asientos que tenían en el Parlamento. 

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La Lista Árabe Unida (Ra’am), la gran sorpresa de las últimas elecciones, obtiene cinco diputados, uno más que en 2021, mientras que la coalición de izquierdas árabe-israelí Hadash Ta’al entra en el Parlamento con cinco escaños. 

El electorado ha dejado sin representación parlamentaria a la izquierda de Meretz y la derecha de La Casa Judía, ambos partidos miembros del gobierno de coalición del último año y al frente de algunos ministerios, como el caso de Ayelet Shaked con Interior. También desaparece de la Knéset la formación Balad, que formaba parte de la Lista Conjunta.

[photo_footer]El Likud de Benjamin Netanyahu ha vuelto a ser el partido más votado. / Hanay, Wikimedia Commons.[/photo_footer]

Regreso al poder de Netanyahu

 Aunque todavía tiene que cerrar las negociaciones con el bloque de partidos que ha manifestado públicamente su apoyo a un gobierno dirigido por él, Benjamin Netanyahu está cerca de regresar a la oficina de primer ministro en Israel, un año después de que una gran coalición de partidos de derecha, centro, izquierda y árabes formase un gabinete alternativo.

Netanyahu contaría con una mayoría más amplia que las que ha tenido en otros comicios durante los últimos años. No obstante, su figura parece ser el elemento divisorio del panorama político israelí en la actualidad, tal y como han repetido diferentes analistas en varias ocasiones.