El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Señalado por la prensa internacional como negacionista de la Covid-19, el presidente de Tanzania ha fallecido este mes de marzo. La versión oficial habla de problemas cardiacos, pero se especula sobre un contagio de coronavirus.
La polémica alrededor de la figura del hasta ahora presidente de Tanzania, John Magufuli, continúa incluso después de su repentina muerte, el pasado 17 de marzo, a los 61 años de edad. Ni siquiera el funeral de Estado ha quedado libre de controversias, después de que al menos 45 personas hayan perdido la vida en una estampida humana que se formó entre las decenas de miles de ciudadanos que asistieron previamente al velatorio del mandatario en el Estadio Uhuru de Dar es Salam.
La versión oficial del gobierno es que Magufuli ha muerto por problemas cardiacos, sin embargo, miembros de la oposición política del país han asegurado tener pruebas de que ha sido el coronavirus lo que ha matado al presidente. La polémica no es casual, ya que el mandatario había sido señalado en varias ocasiones por la prensa internacional como un negacionista de la Covid-19 y por tomarse a la ligera las recomendaciones sanitarias.
Después de estar ausente de las comparecencias públicas durante algunos días, el ejecutivo tanzano informó el 17 de marzo de la muerte del presidente. “Tengo información de fuentes que me dijeron que Magufuli estaba gravemente enfermo y que había muerto hacía días”, señaló entonces el líder de la oposición parlamentaria, Tindu Lissu. El gobierno, por su parte, ha mantenido la versión oficial de los hechos y ya ha realizado el traspaso de la presidencia a Samia Suluhu Hassan, hasta ahora vicepresidenta de Magufuli.
La relación del presidente Magufuli con la pandemia durante el último año ha sido considerada como controvertida por la prensa internacional. No son pocos los medios que lo han acusado de haber expulsado del país a los representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), o de haber hecho caso omiso a las recomendaciones para la seguridad sanitaria durante la epidemia, o de no haber confinado a la población.
Una polémica que se ha visto alimentada con algunas declaraciones del mandatario ocupando titulares de cabeceras en todo el mundo. Por ejemplo cuando en mayo de 2020 aseguraba que las cosas iban tan bien que pensaba “en programar tres días de oración para dar las gracias a Dios por la salida de la crisis”. Mientras tanto, desde la OMS denunciaban que el gobierno tanzano había detenido el recuento de casos de infección y de defunciones y el Centro Africano de Control de Enfermedades aseguraba que se había realizado una cifra insignificante de tests para una población de 56 millones de personas en todo el país. “El gobierno dice que quien hable será castigado, así que no podemos diagnosticar Covid-19 y debemos escribir ‘neumonía severa’”, ha explicado recientemente un enfermero tanzano a La Vanguardia.
Precisamente, las menciones de Magufuli en reiteradas ocasiones a Dios y la oración en plena pandemia, han llevado a que una parte de la prensa también plantease un supuesto vínculo entre la religión y la actitud negacionista en el país.
[photo_footer]La nueva presidenta de Tanzania, Samia Suluhu Hassan, en el velatorio de Magufuli. / Twitter @RadioPuntoGT[/photo_footer]
“El presidente Magufuli no ha negado la pandemia de la Covid-19. Su respuesta ha sido la de prevenir el pánico reivindicando la confianza en Dios y en la oración, y el uso de remedios tradicionales”, matizan desde la Comunidad de Estudiantes Evangélicos de Tanzania (TAFES, por sus siglas en inglés), miembro del IFES.
Para el misionero y pastor de la Iglesia Bautista Reformada de Dodoma, Simon Patilo, “Magufuli no ha violado las directrices de la OMS”, sino que “ha cuestionado con dudas la forma en la que la OMS ha gestionado la pandemia”. “Él ha mostrado su preocupación por la eficiencia de los test y de las mascarillas importadas desde China y Estados Unidos”, explica Patilo, pero “pidió a la gente que siguiera las medidas de seguridad, como el uso de mascarillas y de gel de manos y que hicieran cola para utilizar los servicios públicos, sin olvidar los remedios tradicionales, para evitar la propagación y los efectos de la Covid-19”.
Si Magufuli rechazó el confinamiento, apunta Patilo, fue “porque muchos tanzanos son pobres y tienen que trabajar para mantener a sus familias y no había suficiente dinero para dar a las personas y que no murieran de hambre”. “El número de las personas que mueren de hambre en África es muy superior al de las que mueren por Covid-19”, añade.
Aunque el gobierno de la ya presidenta Samia Suluhu Hassan ha decretado tres semanas de luto oficial, tanto la prensa internacional como los ciudadanos nacionales esperan los primeros indicios de cuál va a ser la propuesta política de la nueva mandataria, a la que se prevé con un carácter más moderado. De hecho, una de sus primeras medidas ha sido crear un comité de asesoramiento contra la Covid-19. “Es tiempo de permanecer unidos y conectados. Es tiempo de enterrar nuestras diferencias y mostrar amor los unos a los otros y mirar hacia adelante con confianza”, ha señalado en una de sus primeras declaraciones.
“Todos esperan a ver si [Samia Suluhu Hassan] mantendrá el impulso hacia adelante por el que Magufuli era reconocido. Él era una figura controvertida, por lo que algunas personas esperan que la nueva presidenta reúna al país, pero no están seguros de cómo se puede hacer esto si se mantiene la política anticorrupción de Magufuli”, remarcan desde el TAFES.
Para Patilo, “el enfoque de lucha contra la corrupción por el que Magufuli fue aclamado cuando ganó sus primeras elecciones en 2015, no ha cambiado hasta su muerte”. “Magufuli se opuso a todo juego de corrupción y algunos comenzaron a odiarlo por eso. Esto acabó afectando también a las iglesias donde los miembros no estaban dando suficientes donativos, católicas y otras, porque las otras vías de financiación se vieron cortadas por el presidente. Muchos líderes de iglesias estaban abusando de la política de exención de impuestos, utilizando esta vía para sus cosas. Se han importado muchos coches en el nombre de las iglesias y se han vendido sin el consentimiento de éstas. Muchos líderes de iglesias han estado involucrados en la corrupción e incluso en el consumo de drogas. El liderazgo de Magufuli no ha causado ningún obstáculo al culto público en todas las religiones. Él nos ha dado libertad para adorar y predicar el evangelio”, añade el misionero y pastor bautista reformado.
[photo_footer]Militares cargando con el feretro de Magufuli en el funeral de Estado. / Twitter @ComentarioUdeC[/photo_footer]
Tanto los miembros del TAFES como Patilo coinciden en que Magufuli “ha sido muy reconocido por su amor por su pueblo, especialmente por los ciudadanos de a pie”, pero también por “la forma en que ha resistido los dictados de Occidente”. “Muchos países de Occidente lo odiaban porque permaneció en contra de su explotación y dependencia, y también contra sus influencias liberales, como el aborto, la homosexualidad y el movimiento LGTBI”, explica Patilo. Por eso, añade, “muchos cristianos lamentan su muerte”.
Magufuli llegó a la presidencia en 2015, ganando las elecciones con el 58% del apoyo y como cabeza del partido dominante del país, Chama Cha Mapinduzi, fundado por el primer presidente del país, Julius Nyerere. Una formación con arraigo en las bases populares del país, de carácter nacionalista y con unos planteamientos políticos que han ido virando desde una izquierda más concreta hacia la socialdemocracia, y en la que la figura del líder sigue teniendo un peso primordial Eso ha sido, sin duda, una de las claves para que en 2020 fuese reelecto con el 84% de los votos, según los datos oficiales. “Hemos visto algunas discusiones entre evangélicos sobre dónde acaba la línea de honrar a un líder para convertirse en adoración, viéndolo como un salvador”, advierten desde el TAFES.
Sin confinamiento y con una medidas de seguridad muy generales, las iglesias evangélicas, que representan un 11% de la población en Tanzania según Joshua Project, han tenido que tirar de criterio propio a la hora de gestionar el impacto de la pandemia en sus rutinas. “No ha habido una orden de cierre dirigida a las iglesias. En lugar de ello, Magufuli declaró que los lugares de culto debían permanecer abiertos para que la gente fuese a orar a Dios para que ayudase a la nación contra la pandemia”, subraya el pastor Patilo.
“Muchas iglesias han implementado servicios online y otras medidas voluntarias, excepto las que se encontraban en pueblos donde los equipos higiénicos son caros y difíciles de conseguir. La pandemia ha afectado a las iglesias tanto directa como indirectamente porque, aunque no hay un confinamiento, muchas personas optan por seguir el culto desde casa. Algunas comunidades han decidido voluntariamente limitar el número de asistentes. El trabajo de evangelismo también se ha visto afectado porque muchas personas permanecen en sus casas”, apunta.
Desde el TAFES, en cambio, reconocen que “algunas iglesias han tomado más precauciones que otras”. “La mayoría de las congregaciones han continuado reuniéndose [presencialmente], y las mascarillas escasean”, dicen.
La situación económica de Tanzania se ha visto gravemente afectada por la pandemia. El país, que se ha desarrollado como uno de los principales destinos turísticos del este de África en los últimos años, llegaba a 2020 con una previsión de crecimiento anual de su PIB del 7%, según el Fondo Monetario Internacional. Al acabar el año, se había reducido al 1% y ahora se ha establecido en un 2,4%, mientras que la media mundial es del 6%.
“La pandemia ha afectado la industria del turismo en general. Muchos hoteles han cerrado, muchas compañías han dejado de ofrecer sus servicios porque el número de turistas ha bajado y muy pocas personas han venido a visitar Tanzania durante el último año. Muchas personas han perdido sus trabajos por el cierre de muchas empresas o por las reducciones de personal”, asegura el pastor Patilo.
Desde el TAFES consideran el efecto de la pandemia en la economía turística del país como “devastador”. “El gobierno ha trabajado duro para promocionar Tanzania como un destino seguro al que venir. Ahora no hay restricciones para las personas que llegan al país, aunque algunas compañías aéreas sí que han impuesto medidas de seguridad”, añaden.
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