Este domingo en la catedral de la ciudad italiana de Trento, sede del concilio iniciado en 1545 y concluido en 1563, se realizó una misa recordando los 450 años del mismo, presidida por el cardenal alemán Walter Brandmuller, enviado especial del papa Francisco.
Este concilio definió la doctrina de la Iglesia delante de las propuestas protestantes y determinó el Credo Niceno-constantinopolitano como en todo aquello en lo que deben creer los bautizados por la iglesia católica.
En su homilía el cardenal alemán recordó que un estudioso del concilio lo ha definido “el milagro de Trento” y que “solamente en retrospectiva podemos reconocer con cuanta potencia el espíritu de Dios, justamente por medio de tal concilio intervino en el destino de la Iglesia” a tal punto que los siglos posteriores son definidos post-tridentinos. “Y hoy después de 450 años en que nosotros cristianos del tercer milenio entonamos el mismo Te Deum de entonces, no debemos hacerlo con la mirada nostálgica hacia el pasado, sino que más bien celebramos este jubileo con la mirada hacia la Iglesia y el mundo, aquí y ahora”.
Y
el cardenal se preguntó cuál mensaje nos llega del concilio hoy en día a través de los siglos. “¿O quizás tenían razón quienes consideraron al Concilio Vaticano II como una despedida del de Trento? (…) Después de 450 años éste está presente en la doctrina de la Iglesia” dijo.
Recordó también los frutos del concilio de Trento, entre ellos “la evangelización” de los nuevos continentes descubiertos.
El cardenal alemán nacido en una familia protestante y convertido de joven a la Iglesia católica, recordó además que en la apertura del concilio de Trento, ninguno de los pocos cardenales allí presentes provenía de Alemania y se temía “un futuro oscuro” para su Iglesia católica. “No teman, pequeña grey le dijo el Señor a sus apóstoles, y por lo tanto también a sus sucesores que se habían reunido en Trento. Así se dedicaron en seguida al trabajo para entender y discernir la verdad de la fe del error que era el de reforma”.
TRENTO, CONTRA LA REFORMA
“La Reforma Protestante del siglo XVI insistía en que la salvación es “por la fe sola”, pero
desde el concilio de Trento, la Iglesia Católico Romana no ha aceptado la doctrina de la salvación por la gracia sola a través de la fe sola”,
explica el teólogo evangélico Leonardo de Chirico.
Desde este concilio, la Iglesia Católica Romana se reafirma como depositaria de la salvación. “El viaje del creyente católico requiere la fe más las obras, la fe mediante los sacramentos y la fe con la Iglesia que imparte los sacramentos”, añade.
OTROS “LOGROS” DE TRENTO
Además del tema salvífico,
Trento sirvió para reafirmar la jerarquía eclesiástica y al Papa como la máxima autoridad de la Iglesia católica.
Los
santos fueron reivindicados al igual que la misa, y se afirmó la existencia del purgatorio. Para cumplir sus mandatos, se creó la Congregación del Concilio, dándose a conocer sus disposiciones a través del “Catecismo del Concilio de Trento”.
Se reinstauró la práctica de la Inquisición que había surgido en el siglo XIII, para depurar a Francia de los herejes albigenses.
Ya restablecida en España desde el año 1478, se propagó por varios países europeos bajo la denominación de Santo Oficio, que usó la tortura para obtener confesiones. Si ese método no daba los resultados esperados, de arrepentimiento del hereje, éste quedaba en manos del poder civil, que lo condenaba generalmente a la muerte en la hoguera.
También
creó el Índice, en 1557, por el cual se estableció una censura contra la publicación de pensamientos que pudieran ser contrarios a la fe católica, y se quemaron muchos libros considerados heréticos.
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