El 28 de febrero la iglesia católica vaticana tendrá que comenzar un proceso que llevará a la elección de un nuevo Papa. Según Lombardi, portavoz de la Santa Sede
, esta elección no debería dilatarse por más de quince días, por lo que habrá un nuevo Papa a mediados de marzo.
La elección del Papa la decide el cónclave, institución creada en 1274 para la elección democrática de los papas por parte de los cardenales de la iglesia de Roma, según dice José Macca, periodista y autor del libro Wojtyla, de la A a la Z (Planeta, 1998).
A los 11 días de la muerte – o dimisión, como es el caso - de un pontífice,
los cardenales se aíslan en la Capilla Sixtina para elegir, de entre ellos, un sucesor. El sufragio es secreto y las papeletas de las votaciones son quemadas en una chimenea de la sala para, en forma de fumata –una humareda blanca o negra–, anunciar al exterior el resultado.
Si la humareda es negra, significa que no hubo quorum y los debates deben reiniciarse hasta que haya fumata blanca.
En 1996, Juan Pablo II reformó las reglas del cónclave. Estableció un sistema electoral por mayoría de dos tercios, aboliendo los métodos tradicionales de designación por aclamación, cuando todos respaldan a un mismo candidato, o por compromiso, si tras varias votaciones infructuosas algunos suman su voto al de la mayoría sólo para cubrir la cuota de respaldo. También prohibió a los cardenales reunidos ver la televisión, oír radio y usar teléfonos móviles.
¿QUIÉN ELIGE AL PRÓXIMO PAPA?
Como explica el experto Leonardo de Chirico en un artículo en Protestante Digital,
una de las pocas restricciones al poder del Papa dentro de la iglesia vaticana es la elección de su sucesor. Esta tarea se reserva al Colegio de cardenales electores, o sea,
los cardenales que tienen menos de 80 años, quienes se reúnen en “cónclave” (del latín cum clave, es decir, cerrados con llave) en la Capilla Sixtina para votar al nuevo Papa.
Esto no quiere decir que el Papa actual no influya en el voto para la elección del siguiente. En realidad, juega un papel estratégico, aunque él no estará presente. De hecho,
el Papa tiene la autoridad para seleccionar a los nuevos cardenales. De esta forma, al elegir a los nuevos “príncipes” de la Iglesia católica, constituye el Colegio que elegirá a su sucesor . Esto le da un influencia real, si bien indirecta en el proceso de selección del siguiente Papa.
Si se analizan a los miembros elegidos del Colegio (o sea, su peso espiritual y su procedencia eclesiástica) es posible, por tanto, describir una imagen bastante precisa y verosímil de quien será el sucesivo papa.
LOS NUEVOS CARDENALES “DEL NORTE”
Hace algo menos de un año, el 18 de febrero de 2012, el Papa Ratzinger “creó” (éste es el verbo técnico) 22 nuevos cardenales, aunque sólo 18 de ellos llegarán a ser parte del Colegio elector debido a que tienen menos de 80 años. El Colegio está compuesto pues de 125 cardenales, un número que disminuirá en un corto espacio de tiempo ya que algunos de sus miembros cumplirán pronto 80 años y, por tanto, quedarán excluidos del mismo.
Se trata de un cuerpo proporcionado entre las macro-regiones. Por una parte,
hay 67 europeos (más de la mitad del Colegio), y si a éstos añadimos los norteamericanos y el único de Oceanía, el número de cardenales procedentes de la parte Norte del globo es de 83 sobre 125. Por otra parte,
los cardenales latinoamericanos, africanos y asiáticos son sólo 41.
Casi dos tercios del Colegio vienen de las poderosas y antiguas iglesias fundadas en Occidente, aunque la mayoría de estas iglesias se enfrentan actualmente a una fase de declive de larga duración. Únicamente un tercio del Colegio llegan de iglesias del Sur que son más jóvenes, menos tradicionales, quizás más pobres, pero que están creciendo en términos tanto de práctica como de vocaciones al sacerdocio.
Por lo tanto, en el Colegio se refleja el rostro “más antiguo” de la Iglesia, así como su “nuevo” perfil . Es un Colegio con una distintiva fisonomía “Ratzingeriana”. ¿Significa esto que el Papa Ratzinger desea que su sucesor sea un Papa del Norte que compartirá su énfasis en el llamado a los Países Occidentales para que retornen a la Iglesia CR?
¿Quiere esto decir que el Occidente secular será el primer tema en la agenda del próximo Papa como lo es en la de Benedicto XVI?
BUSCANDO AL SUCESOR
La otra característica notable a considerar es el papel de los cardenales electores. Después de la creación de los 22 nuevos, 44 de ellos pertenecen ahora a la Curia Romana. Dicho de otra forma,
son personalidades eclesiásticas de alto rango que viven en Roma y dirigen varios departamentos vaticanos, pero que no tienen funciones pastorales directas.
Ellos aportan a la Iglesia una perspectiva más “romana” que “católica” (o sea, universal). Mientras que los obispos de todo el mundo tienen una experiencia de primera mano en conducir una iglesia, incluso en la parroquia y en las organizaciones a nivel de base, la Curia Romana tiene una cultura autoreferencial más “política”.
Hablando en términos generales, son más hábiles diplomáticos que predicadores y pastores. Su pericia está más en el derecho canónico que en la misionología.
Sumando estos dos indicadores, se puede obtener un posible retrato del próximo Papa: un cardenal del Norte con un alma distintiva “romana”. Es posible que el siguiente Papa sea totalmente diferente, pero al menos su descripción corresponde muy bien al pronóstico de Benedicto XVI.
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