Los líderes de la Iglesia anglicana han aprovechado los mensajes de inquietud lanzados por el Príncipe Carlos ante la inminente reforma de las normas que rigen la sucesión al trono británico para expresar sus propias preocupaciones ante la parte menos conocida del proyecto de ley.
El Parlamento deberá aprobar en los próximos meses una propuesta que elimina la preferencia masculina en la sucesión al trono británico.
El Ejecutivo que preside David Cameron quiere que la histórica reforma constitucional esté ya en vigor cuando nazca el primer hijo –o hija– del Príncipe Guillermo y la Duquesa Catalina, previsto para el mes de junio próximo, por lo que se espera que su tramitación parlamentaria sea rápida. Los británicos podrán así celebrar el nacimiento del tercer Windsor en la línea sucesoria –detrás de su abuelo, el Príncipe Carlos, y de su padre, Guillermo– sea cual sea el sexo del bebé.
EL PROBLEMA DE UN MONARCA CATÓLICO
Pero, además, el texto presentado por el Gobierno pondrá fin a 312 años de discriminación a los católicos, desde que el Act of Settlement de 1701 introdujo en el entramado constitucional de las islas la prohibición al heredero al trono y los miembros «senior» de la Familia Real casarse con un católico. La reforma del conjunto de leyes y normas, muchas de ellas del siglo XVII y XVIII, que rigen el estatus de la Corona británica mantendrá, eso sí, la prohibición de que el monarca sea católico.
El Rey (o Reina) de Inglaterra es además la máxima autoridad eclesiástica, en calidad de Gobernador Supremo, de la Iglesia anglicana.
¿Qué pasaría si un bisnieto de Carlos, destinado a acceder al trono, fuese educado en el catolicismo?
Esta es la pregunta que preocupa enormemente a los líderes de la Iglesia de Inglaterra.
EDUCACIÓN CATÓLICA, PREOCUPACIÓN ANGLICANA
Según testimonios recogidos este martes por varios diarios británicos, a varios prelados anglicanos les preocupa que abrir la puerta a matrimonios con católicos dentro de la línea sucesoria puede generar «confusión» en torno a la consolidada tradición de que el monarca sea además un miembro de la fe anglicana.
«Debe haber mucho más debate y consultas sobre las propuestas [de reforma] para evitar consecuencias no intencionadas para la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia Católica», asegura el ex arzobispo de Canterbury, Lord Carey, a «The Daily Mail».
La constitución no escrita británica es clara en que el monarca debe ser miembro de la iglesia anglicana, pero no especifica si debe además ser educado en esta fe. La posibilidad que abre la reforma en curso de que los bisnietos de Isabel II –porque no tendrá efectos retroactivos– se casen con católicos abre el debate sobre si los seguidores de la doctrina de El Vaticano están obligados a educar a sus hijos en el catolicismo.
El arzobispo de Canterbury saliente, Rowan Williams, se refirió con contundencia a esta cuestión en una entrevista en Radio Vaticano el pasado diciembre: «Mientras el monarca sea Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, debe haber un consenso claro de que el heredero debe ser educado en ese ambiente».
Los interlocutores en el Gobierno ya contestaron que la cuestión podría ser objeto de ulteriores «negociaciones con el Vaticano», una respuesta nada tranquilizadora.
Por su parte,
Tim Stevens, arzobispo de Leicester y líder anglicano en la Cámara de los Lores (los 26 obispos anglicanos son miembros de la segunda cámara), ha advertido que se opondrán a la reforma en su trámite parlamentario: «Si el heredero al trono es educado como católico y, según las normas actuales de la Iglesia Católica, no puede estar en comunión con la Iglesia de Inglaterra, estaría de hecho incapacitado para ser Gobernador Supremo de la Iglesia anglicana, por lo que es una cuestión mucho más compleja de lo que parece a primera vista», asegura.
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