La agrupación de teólogos, pastores y educadores Evangélicos y Católicos Juntos (Evangelicals and Catholics Together) fue formada en el año 1994, y desde entonces, cada año presentan un documento en el que hacen especial hincapié en algún tema de interés común.
Recientemente ha salido a la luz un artículo titulado “En defensa de la libertad religiosa”, en el que, además de denunciar los ataques que reciben los cristianos en muchos países donde no se ha desarrollado este concepto en la sociedad, hacen énfasis en la pérdida de libertad en países democráticos de Norteamérica y Europa.
El documento, que se puede consultar íntegramente
en la web First Things, comienza advirtiendo que, en 1994, el tema de la libertad religiosa no estaba en la agenda, pero que los últimos años demuestran la necesidad de recuperarlo ante “una amenaza” mundial a la “libertad de fe, de práctica y participación religiosa en los asuntos públicos, no sólo en Estados islámicos o comunistas sino también en democracias desarrolladas”.
Los firmantes detectan que
“en Occidente ciertas creencias religiosas son ahora consideradas como intolerancia, y los pastores enfrentan un gran peligro, tanto cultural como jurídico, al predicar la verdad bíblica”.
La reducción de la libertad religiosa como simple “libertad de culto” supone un nuevo escenario, denuncia el documento, en el que se niega “el carácter intrínsecamente público de la religión bíblica y privatiza la idea misma de la libertad religiosa”.
Desde este grupo se ofrece esta declaración como un alegato a favor “de la verdadera libertad religiosa” y en defensa “de la fe y del bien común que supone esta libertad en la sociedad”. El documento reconoce que los cristianos “hemos fracasado con frecuencia en querer vivir esta libertad, persiguiendo a otras religiones o haciendo uso de métodos coercitivos de proselitismo” entre ellos el apoyo del Estado. Ahora, sin embargo,
detectan el peligro de que este derecho esté en peligro a causa de la vulneración del mismo por parte de legislaciones restrictivas, aún en Estados democráticos.
LIBERTAD Y SEPARACIÓN IGLESIA-ESTADO
En el texto se expresa la necesidad de mantener una separación real entre la Iglesia y el Estado, pero se aclara que esta defensa nunca debe suponer “vaciar la plaza pública de expresiones religiosas”. “No se puede exigir en base a la separación de Iglesia y Estado una plaza pública desnuda, despojada de convicciones religiosas o morales, ya que esta separación legal tiene por objeto proteger la libertad de convicción, no promover el exilio de la religión de la vida pública”.
Católicos y evangélicos proponen que el papel de los ciudadanos, tanto creyentes como no creyentes, sea igualitario en el plano público, sin desterrar las ideas o aportaciones de ninguno de los grupos y así trabajar en la construcción de un espacio real de libertad y debate.
PERSECUCIÓN VIOLENTA
Los casos de persecución a cristianos han crecido en los últimos años, recordándose en el texto los informes presentados por el Foro Pew o la Alianza Evangélica Mundial que
demuestran que los seguidores de Jesús son “hoy el grupo religioso más perseguido del mundo”.
Se recuerdan los
problemas para los cristianos en Estados de religión islámica y otros laicos en los que la persecución por parte de grupos musulmanes es evidente. El documento enumera casos en Egipto, Irán, Irak, Pakistán o Nigeria, y advierte además que la “primavera árabe” no parece dar lugar a una “primavera religiosa” ya que es probable que en estos países el poder político caiga en manos de radicales islámicos.
También se hace mención a la persecución a cristianos en los Estados comunistas y pos-comunistas como Corea del Norte, China, Vietnam, Bielorrusia, Turkmenistán y Uzbekistán, donde la vida religiosa “es restringida en la determinación de los Estados de controlar todos los aspectos de la vida social”.
PELIGRO EN PAÍSES DEMOCRÁTICOS
Pero
la libertad religiosa también está “en peligro” en países “donde el idioma de los derechos humanos es parte del vocabulario moral público”. Se cuenta el caso de un pastor canadiense multado por predicar la moral bíblica en asuntos de sexualidad, o que se les negase la adopción de niños a parejas británicas por su compromiso de enseñar principios bíblicos a los niños, o el caso en el que una revista polaca fue multada por dar su visión sobre el aborto.
El documento también se fija en los problemas con la legislación estadounidense respecto a la objeción de conciencia para los médicos que no quieran abortar, o para los ministros de culto que no quieran casar a parejas homosexuales. “Médicos cristianos, enfermeras, farmacéuticos y otros proveedores de atención de la salud se están poniendo en riesgo profesional por las políticas que obligan a todos los trabajadores de la salud a llevar a cabo procedimientos y proporcionar medicamentos con receta que muchos de ellos consideran inmorales”.
Todos estos casos demuestran
la restricción de las ideas y la persecución que desde los Estados laicos se realiza a las comunidades cristianas en cuanto éstas expresan sus ideas en un ámbito público del que se les quiere echar.
DECLARACIÓN DE ACCIÓN
El documento concluye con la idea de que
católicos y evangélicos trabajen juntos para “honrar el testimonio de los mártires como Bonhoeffer... o como Shahbaz Bhatti, un funcionario cristiano asesinado por su defensa de la libertad religiosa de todos sus compatriotas paquistaníes”.
“Nos comprometemos a trabajar juntos para la renovación de la libertad religiosa en nuestros países y en todo el mundo”, dicen los firmantes, entre los que se encuentran decenas de intelectuales evangélicos como Chuck Colson, J.I. Packer o John Woodbridge.
El documento concluye con el propósito de continuar luchando por la defensa religiosa. “Vemos la evidencia de la historia, que enseña que las sociedades religiosamente libres son mejores para el pueblo, y más seguras para el mundo, que las sociedades en las que la persecución cultural y legalmente se afirma (…) En todo esto, creemos que estamos actuando como los cristianos han recibido la orden de actuar, y en calidad de ciudadanos de las democracias maduras conviene hablar. Nuestra fe en Jesucristo como Señor y Salvador, y nuestro bautismo en el nombre de la Santísima Trinidad nos obliga a defender la libertad religiosa de todos los que son creados a imagen de Dios”.
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