Es imposible negar la ascensión de las iglesias evangélicas en la sociedad brasilera, sobre todo en los barrios populares, donde el compromiso social de los cristianos ha llevado a la atención de los problemas sociales que había descuidado la Iglesia católica.
Si bien Brasil sigue siendo el mayor país con mayor número teórico de fieles católicos del mundo, los evangélicos crecen cada año. Actualmente suman alrededor de 24 millones, y algunos cálculos estiman que para 2045 serán ya la mitad de la población. Sus iglesias poseen un buen número de licencias de emisoras de televisión.
La mayoría de los evangélicos brasileños pertenecen a la Asamblea de Dios, principal iglesia pentecostal del país, que este año celebra su centenario.
FRENTE PARLAMENTARIO
Desde hace unos años, la influencia cristiana protestante en la sociedad se ha trasladado al Congreso de los Diputados. En las elecciones de octubre de 2010, los candidatos evangélicos, agrupados en la llamada bancada evangélica, consiguieron tres senadores y 73 diputados, no muy lejos del Partido de los Trabajadores (PT) de la presidenta Dilma Rousseff y sus aliados del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
De estos parlamentarios, 19 diputados son miembros de la Asamblea de Dios, a la que pertenece también la senadora Marina Silva, candidata a la presidencia por el Partido Verde que logró 20 millones de votos.
Pertenecientes a 14 partidos de diversa orientación política y económica, los parlamentarios evangélicos dieron muestra de unidad hace pocos meses cuando votaron en bloque e impidieron que se repartiese un "kit antihomofobia", propuesto por el Gobierno.
La prioridad del Frente Parlamentario Evangélico es luchar contra "proyectos como la legalización del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el cambio del concepto de familia, el Plan Nacional de Derechos Humanos y proyectos que criminalizan a quienes osan protestar contra el pecado de la homosexualidad". Así expresan en su blog.
Su fuerza se dejó sentir ya en la campaña electoral. Muchos analistas consideran que fue la fuerte oposición a la legalización del aborto de los evangélicos, en plena campaña para las presidenciales de 2010, la que impidió la victoria en primera vuelta de Rousseff. En aquel momento, Dilma vio cómo su popularidad se despeñaba y convocó a los líderes evangélicos a una reunión de urgencia en la que consiguió ciertos apoyos.
IGLESIA UNIVERSAL (IURD)
La Iglesia Universal del Reino de Dios, que no es evangélica pero sin embargo los medios de comunicación suelen presentar como tal, es muy influyente en las calles y en el Parlamento. Su fundador Edir Macedo es dueño de la Rede Record, la segunda televisión con más audiencia del país con un 16% de cuota de mercado, por detrás sólo de la Globo. Controla también 30 emisoras de radio, dos periódicos y una revista.
Ese enorme poder mediático que ostenta Macedo explica seguramente que este obispo haya sobrevivido a numerosos escándalos y acusaciones en las dos últimas décadas. Desde principios de los años noventa se le investigó y se le llegó a detener por fraude y malversación, pero fue absuelto. A finales de esa misma década llegó la denuncia de que su red de 2.000 templos en todo Brasil había ayudado a lavar dinero del cártel de Cali, uno de los grupos de narcotraficantes más poderosos de Colombia.
A pesar de estos escándalos, Macedo sigue viendo cómo crece su imperio, sus cuatro millones de fieles y 10.000 pastores. Algunos cálculos apuntan a unos ingresos de hasta mil millones de dólares anuales. En el sur de São Paulo, La Iglesia Universal se alza con soberbia y magnanimidad en plena avenida João Dias. “La Casa de la Moneda”, le dicen con sorna los paulistanos más escépticos.
Salpicada siempre por la polémica, la iglesia fundada por Macedo en 1977 en Río de Janeiro está presente hoy en más de 40 países, donde predican una mejoría espiritual y también material, que no llegará en el más allá, sino en la tierra. Para lograrlo, los seguidores deberán desembolsar cuantiosas ofrendas.
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