Nueve norteamericanos frente a los cuales viajó la siempre entusiasta Bonni Banker, directora para el área de Dallas, Texas, de este ministerio de inspiración cristiana, vinieron a ser el siguiente eslabón de una larga cadena de ayudas a Cuba, propiciadas gracias a la labor de las iglesias cubanas en su interacción con la sociedad.
Eduardo González, pastor de la Iglesia Bautista Enmanuel en Ciego de Ávila y quien les asiste habitualmente en sus visitas al país, señaló que la entrega, concluida la pasada semana, fue una bendición doble. “Primero, porque nos permitió llegar a una de las provincias más orientales del país y, segundo, por el amor que promueve el Evangelio que se hace palpable en un gesto que lleva implícito el agradecimiento a Dios, a estos hermanas y hermanos y, también, a las autoridades cubanas que facilitaron los aspectos logísticos para que la entrega fuera lo que verdaderamente fue: una fiesta del espíritu”.
El pastor bautista explicó que “a las personas beneficiadas con las sillas de ruedas siempre se les pregunta, sin imposición alguna ni proselitismo, si desea también llevarse a casa el Libro Sagrado. Y el solo hecho de aceptarlo constituye un signo esperanzador para quienes encontramos en la fe otra manera de ser solidarios, compartiendo la esperanza de mejores tiempos en el Señor”.
Junto a los fisioterapeutas y técnicos que integran el grupo también participa siempre un grupo de personas de las iglesias, que hacen de asistentes y traductores de manera voluntaria. Los profesionales de la salud deben indicar qué tipo de silla necesita cada beneficiario, a partir de las especificidades de la limitación que tenga y los técnicos hacen los ajustes para que la silla resulte lo más cómoda y funcional posible.
APOYO LOCAL
Según dijeron los organizadores de la campaña, el apoyo de la ACLIFIM santiaguera (Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores) fue decisivo para que todo el proceso fluyera de manera orgánica y se beneficiaran personas que verdaderamente lo necesitan. La cifra de ciudadanos con discapacidades motoras, a nivel de país, es considerable y son estos, los sectores más vulnerables, quienes mejor expresan en sus carencias las políticas del bloqueo económico que sufre la isla. A pesar de que la Salud Pública un derecho respetado, el alto costo de las importaciones –vía terceros países- hace incosteable la labor asistencial.
Antes de cada viaje a Cuba el ministerio de Joni and Friends realiza una labor previa de acopio de sillas, andadores y bastones que, luego, son reparados en cárceles norteamericanas, dándosele así empleo a la población penitenciaria en otra arista de la actividad social de esta organización. El paso siguiente es enviarlas por vía marítima al lugar de destino y, finalmente, realizar la entrega.
VISIÓN MINISTERIAL
Bonnie siempre ha afirmado que las sillas no solo permiten la locomoción de las personas, sino de los corazones en un acercamiento humano que rompe toda barrera política, geográfica y étnica. Por encima de ellas está la necesidad de servir al prójimo como hizo Jesús en su ministerio. De modo que cada vez que concluyen otro de los muchos viajes que aún restan por realizar a la isla caribeña, ella siempre regresa a su país con la convicción de que están cumpliendo con lo que la Biblia dice no solo en el ámbito espiritual, sino en el práctico y humano.
El pastor González agregó que allí el tiempo no contaba, sino el deseo de concluir la tarea que les había convocado, gracias al esfuerzo común de todos. Dijo que con menor número de personal especializado (fisioterapeutas) que en ocasiones anteriores, se logró mucho más: diariamente eran atendidos una promedio de 27 niños con parálisis cerebral infantil, además de los adultos, trabajando hasta más de 12 horas.
“El hecho de que ya se haga común la visita de estas hermanas y hermanos a nuestro país, en su afán de servicio, no resta conmoción a cada entrega. Uno puede apreciar el rostro sonriente y agradecido de niñas y niños, de ancianos y jóvenes, que ven en las sillas un gesto de independencia personal, una posibilidad de ser más útil y de poder integrarse a la sociedad devolviéndole lo que ella, en alguna medida, les ha dado”, afirmó González.
“Para la Iglesia cubana esto también constituye un acicate. Nos damos cuenta que de hablar a los hermanos y a las hermanas en los cultos de domingo no es suficiente, si no nos hacemos partícipes de sus necesidades y de su solución. Ser parte de este proyecto es mantener la fe viva en tiempos que demandan de tanta esperanza y hacer realidad ese otro mundo posible, del cual se habla a nivel global, pero que tiene que comenzar a verificarse primero en la persona y en su entorno inmediato, para después salir a transformar el planeta desde la propia comunidad”, concluyó el pastor cubano.
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