Son el ejército más pequeño del mundo y también el más antiguo. La Guardia Suiza nació hace 500 años, tal día como hoy, y el Vaticano lo celebrará durante los próximos cuatro meses.
Fue idea del Papa Julio II, y en 1506 decidió formar un cuerpo militar estable, un lujo para la época. El Papa, obviamente, se dirigió al mejor proveedor, que entonces eran los cantones suizos.
La heroica defensa del pontífice en el gran saqueo de Roma de 1527, obra de tropas españolas y alemanas desatadas en una orgía anticlerical, les valió el privilegio de convertirse definitivamente en la guardia personal del Papa. El cuerpo ha tenido sus altibajos y ha estado al borde de la disolución en varias ocasiones. Pío X estuvo a punto de suprimirlo a principios del siglo XX, ante la revuelta, ya habitual, que siguió a su elección, porque los soldados exigían una paga extra por el trabajo durante la sede vacante. Al final optó por conservarlo, pero con un buen lavado de cara.
De esta 'refundación' nace la Guardia Suiza tal como la conocemos hoy y se debió a Jules Repond, el militar profesional a quien el Papa encargó la tarea. Repond era un señor que se paseaba por el Vaticano con prismáticos y un plano, como si estuviera a punto de entrar en combate, y hasta llegó a proponer colocar unos cañones. Se lo tomó muy en serio y consiguió dar lustre al regimiento: diseñó el uniforme actual, recuperó la alabarda, echó a los que no eran suizos -se había colado mucho romano- e impuso una férrea disciplina. De hecho, algunos guardias abandonaron el cuartel asqueados, cantando la Marsellesa y gritando vivas a Garibaldi, que 30 años antes había tomado Roma y acabó con los estados pontificios.
¿Qué hace hoy un guardia suizo? Pues vigila día y noche uno de los 27 puestos establecidos en las puertas, logias y salas vaticanas. Al principio está acompañado de un mando y sólo llega a escoltar al Papa tras ocho años de servicio. Vive dentro del Vaticano, en un cuartel con tres barracones que se halla a la derecha de la plaza de San Pedro, entrando por la puerta de Santa Ana. Si tiene graduación, al menos 25 años y lleva tres en el cuerpo, puede casarse. En este momento, 15 viven con sus familias y tienen 20 niños. Hasta hace poco no se admitían suizos de cantones italianos, «porque se temía indisciplina y un exceso de confraternización con la población», ha reconocido el comandante Mäder.
SIN MUJERES
No hay mucho tiempo libre, pero tampoco demasiadas distracciones. Los soldados se pueden apuntar al equipo de fútbol, F.C. Guardia, fundado en 1975 y que juega amistosos, además del torneo vaticano. Disponen de una sala de juegos y un gimnasio, y de una piscina en un convento cercano. Pueden salir a dar una vuelta por Roma, pero sin trasnochar. No hay mujeres, «porque con 110 jóvenes encerrados en un cuartel causarían inevitables problemas disciplinarios y de relaciones», explica Mäder. Sin embargo, con el uniforme se debe de ligar, porque en el último año se han casado cuatro.
Las italianas y la belleza de Roma, tener una experiencia única en el extranjero, son algunos de los reclamos confesos de estos mozos llegados de aburrídisimos cantones. Pero también, por supuesto, la vocación de servicio y la fe católica. Engancha, porque muchos se quedan hasta diez años. En los valles suizos, ir a la Guardia es un orgullo y una tradición, a veces familiar. Los que vuelven cuenta anécdotas y recuerdan con nostalgia la vida de Roma. En el pueblo les conocen y a menudo su servicio les facilita encontrar un trabajo a su regreso, porque todos piensan que será un persona de confianza. Si no, no habría vigilado el sueño del mismísimo Papa.
LAS DUDAS
Sin embargo, esta versión ha sido discutida en muchas ocasiones y la familia de Tornay, que acusa a la Santa Sede de manipular las pruebas, siempre ha exigido una investigación independiente. Del sensacionalismo a los libros de investigación más rigurosos, las hipótesis han hablado, cuando menos, de una historia de infidelidad de la mujer de Estermann con el recluta. Pero también de un turbulento romance homosexual entre los dos guardias en medio de una rígida disciplina militar teutónica, un material demasiado bueno como para no disparar los rumores más escabrosos. Se llegó a decir que Estermann había sido espía de los servicios secretos de Alemania del Este.
SÓLO SUIZOS, SOLTEROS Y CATÓLICOS
La Guardia Suiza recluta 30 personas cada año, para un periodo mínimo de dos, y exige los siguientes requisitos: ser suizo, católico, soltero, de entre 19 y 30 años, medir al menos 1,74 metros, tener una «reputación irreprensible», que certifica el párroco correspondiente, y un título de formación profesional o de enseñanza superior. Los candidatos deben haber cumplido el servicio militar suizo y hacer un curso en la escuela de reclutas del cuerpo en Suiza. No se admiten mujeres.
Si quieres comentar o