Colonia documenta los intentos del arte de representar la figura de Jesucristo

Nadie sabe qué aspecto tenía Jesucristo, pero desde hace siglos los artistas intentan una y otra vez representar lo irrepresentable. El rostro de Cristo es un tema recurrente en la historia del arte, desde los primeros años de nuestra era hasta nuestro siglo. Tal vez sea el tema. La ciudad alemana de Colonia, inundada el pasado fin de semana por centenares de miles de jóvenes católicos que acudieron a la XX Jornada Mundial de la Juventud, documenta en una exposición cómo artistas de todas las épocas ha abordado la figura de Jesucristo.

Organizada por el Museo Wallraf-Richartz-Fundación Corboud de Colonia y por el Vaticano, la muestra, titulada Aspectos de Cristo,presenta 90 obras de artistas que van desde Durero, el Greco, Rubens, Veronese y Zurbarán hasta Max Beckmann, Picasso, Joseph Beuys y Andy Warhol.

Si algo tienen en común la mayoría de obras, como mínimo las figurativas, es en representar al Cristo con barba y cabellos largos que conocemos. En este sentido, existe una continuidad. Al mismo tiempo, la muestra permite constatar cómo cada época se ha apropiado de este motivo. El arte antiguo y el contemporáneo, por ejemplo, parecen renunciar a reproducir su figura. En un mármol del siglo IV, procedente de los museos del Vaticano, Jesucristo es un pez; dieciséis siglos después, en 1970, para el norteamericano Barnett Newman, es una tela azul oscura.

La exposición está distribuida en siete salas. No siguen un orden cronológico, sino que cada una está dedicada a un aspecto del arte inspirado por Jesucristo. La primera aborda la resurrección. Nada más entrar, en la semipenumbra del subterráneo que alberga la muestra, el visitante se topa con un óleo del Greco, La resurrección de Cristo. Su figura pálida y enjuta se eleva, sin desgajarse del todo, del confuso mundo de los hombres. En la segunda sala, dedicada a las representaciones abstractas o simbólicas, se encuentra la tela de Newman, así como varias obras anónimas de la antigüedad. Cruces (Doce),de Andy War-hol, presenta el lado más espiritual del rey del arte pop. En esta obra, creada para una exposición en Madrid, "la cruz aparece como una marca", según los organizadores.

Del alemán Beuys se expone Cruz de fieltro partido por la mitad con un retrato de polvo de Marta,de 1965, título que describe la obra con exactitud. "La cruz de fieltro partido por la mitad es un signo de un proceso vital, de una parte de la vida, del pensamiento, de la materialidad, de la muerte", se lee en el catálogo.

"La otra parte representa la vida y la emoción, la espiritualidad y la actitud contemplativa de las hermanas Marta, María, el espíritu humano, su totalidad, su santidad, su curación y su salvación y el espíritu cristiano, presente pero invisible, del que Beuys también habla en otras obras", añade.

En otra sala, bajo el título Cristo y el artista,se expone la escultura La mano de Dios, de Auguste Rodin, así como una crucifixión pintada por Picasso en 1930. Pero uno de los cuadros más llamativos es del pintor francés decimonónico Jean Béraud, La Magdalena y la casa farisea,que retrata a Cristo y a María Magdalena en un salón burgués parisiense del siglo XIX.