El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Expertos del ámbito evangélico en el mundo laboral observan una mayor carga política que social en la propuesta del ejecutivo de reducir las horas trabajadas a 37,5 por semana.
La legislatura acaba de echar a andar y una de las propuestas que podría llegar al Congreso de los Diputados en los próximos meses es la rebaja de horas de la jornada laboral, pasando de 40 a 37,5 horas. Se trata de una de las medidas más destacadas que contempla el acuerdo de gobierno en PSOE y Sumar, condición sine qua non de la coalición de izquierdas para pactar un nuevo ejecutivo con los socialistas.
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El plan de la formación que encabeza la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, es un proceso que acabe reduciendo la jornada laboral a 32 horas, es decir, quitando uno de los cinco días de la semana de trabajo. “Este acuerdo parte de la convicción profunda de que nuestro único patrimonio son las cosas que hacemos para hacer mejor nuestro tiempo y, sobre todo, nuestra tierra […] Su único sentido es mejorar la vida de los españoles y las españolas”, remarcaba Díaz refiriéndose a la propuesta en el marco de la presentación del acuerdo de gobierno.
En la misma línea, el Ministro de Cultura, Ernest Urtasun, también miembro de Sumar, decía que “el tiempo de trabajo es vital para la gente, para vivir mejor, para poder ser más felices”, y justificaba la propuesta señalando que los trabajadores en España han tenido “la misma jornada laboral en los últimos 100 años”.
Los sindicatos de UGT y CCOO han aplaudido la propuesta, que han catalogado como algo “beneficioso”. En este sentido, han remarcado que es un primer paso y que esperan que esta sea “la legislatura de las 35 horas”, y también han matizado que la medida debería ir unida a una “negociación colectiva que debe concretar cómo se produce esa reducción en cada sector”. De hecho, ya han pedido al Ministerio de Hacienda y Función Pública implementar la jornada de 35 horas para los funcionarios de la Administración General del Estado.
La propuesta de reducción de jornada laboral que contempla el acuerdo de gobernabilidad entre PSOE y Sumar no contempla una pérdida salarial en base a las horas recortadas. El debate surge en torno a cuestiones como si, en España, las personas necesitan realmente trabajar menos o no, la trabas para la conciliación familiar y si una reducción en los horarios serviría para abordar esas problemáticas. Desde una concepción bíblica del trabajo, sustentada por la realidad social y los datos de los que se disponen, esto no parece tan claro.
“La cuestión es si esta medida es la adecuada para generar estos efectos”, puntualiza Jaume Llenas, coordinador nacional de los Grupos Bíblicos de Graduados (GBG). “El único ejemplo reciente que tenemos es el caso de Francia, donde desde el 1 de enero del año 2000 la jornada laboral es de 35 horas. En Francia la creación de empleo fue modesta, se calcula en unos 350.000 nuevos puestos de trabajo, aunque ni siquiera se sabe si se debe a la reducción de la jornada o a una reducción de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social que vino en la misma ley”, añade.
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Además, la cuestión de la conciliación familiar en territorio galo “ha sido diversa”, dice Llenas. “En sectores como la función pública, sí se ha conseguido que las 5 horas repercutieran en más tiempo libre, mientras que en otros sectores, como las cajeras de supermercado, lo habitual es que tengan una mañana libre mientras siguen trabajando hasta las 9 o las 10 de la noche. En muchos casos, se han concentrado las horas en unos días más de vacaciones, que en estos momentos están en unos 9 días más de vacaciones al año”, agrega.
En este sentido, Rubén García, director ejecutivo de la empresa Main Memory y anciano en una iglesia evangélica, subraya que “hay que tener en cuenta qué tipos de trabajo funcionan por horas”, ya que “ahora se ha empezado a trabajar más por objetivos que por horas”. “Muchos puestos de trabajo ya tienen horarios flexibles y se puede teletrabajar”, matiza.
Por eso, señala, “hay argumentos a favor o en contra” de la propuesta de reducción de la jornada. “Simplemente depende de la perspectiva según lo miremos”, dice. “En mi empresa, como ejemplo, teníamos dos horas al mediodía para comer. Hace más de diez años de esto. Cuando propusimos reducirlo a una hora hubo muchos problemas porque la normalidad era comer tranquilamente. Hoy no tendría sentido”, explica.
Para García, es clave responder antes a preguntas como el sector al que pertenece cada empresa y cómo encajaría trabajar menos horas en ese marco, si se quiere reducir la jornada dentro de los cinco días o restar un día a la semana y qué relación tiene cualquier reducción con el salario. “Creo que no necesitamos una jornada laboral más reducida, sino un compromiso más fuerte por las partes que implique más libertad para el empleado siempre que se cumplan los objetivos que tenga asignados”, concluye.
El momento y la idoneidad del anuncio también lleva a preguntar el motivo por el que la propuesta se introduce en el acuerdo de gobierno como uno de los puntos fuertes, aunque se trata de algo de lo que ya se había hablado con fuerza en la anterior legislatura, por parte del ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos. Eslóganes como “ganar tiempo para cuidarnos y ser felices” han estado constantemente presentes en las comparecencias de la Ministra de Trabajo.
Para Llenas, “el gobierno está tratando de consolidar sus bases electorales”. “Esta es la medida estrella para afianzar el voto de izquierda”, dice, aunque opina que “también es dudoso si va a conseguir el efecto deseado”. “Yendo, otra vez, al ejemplo francés, el primer ministro que aprobó la medida, Lionel Jospin, se presentó a las siguientes elecciones presidenciales y, por primera vez, el Partido Socialista en Francia ni siquiera pasó a la segunda ronda, que acabarondisputando la derecha y la ultraderecha”, recuerda.
También García observa la cuestión como “un tema que socialmente es atractivo, da votos, y por eso se intenta utilizar como una palanca de sumar votos”, dice. “El problema es que este tipo de temas deberían consensuarse entre todos los partidos, porque afectan a todas las personas sin distinción política”, apunta.
La de conseguir una victoria notable en el esfuerzo por conciliar vida familiar y social y trabajo es una de las cuestiones con las que el ejecutivo justifica la necesidad de la medida. Sin embargo, ¿es así? “Me parece que ha hecho más por la conciliación la pandemia de la Covid-19 que las leyes aprobadas en el país”, opina Llenas.
“La pandemia nos convenció de que hay muchos trabajos en los que no es imprescindible desplazarnos a un lugar de trabajo lejos de donde ocurre la vida familiar. Obviamente, esto no ocurre en todos los sectores. Hay sectores de necesaria presencialidad, como la hostelería, la educación infantil y primaria, la recogida de residuos, etc.”, asegura. “Pero hay muchos otros sectores que permiten una presencialidad híbrida, con algunos días en casa y algunos días en la oficina”, agrega.
“Conciliar implica, en ciertas ocasiones, cambiar de valorar las horas de las que disponemos del trabajador a valorar los resultados que este produce. No todos los trabajadores tienen el mismo ritmo de trabajo, pero si damos trabajo suficiente y permitimos que el trabajador reparta el tiempo a su conveniencia, se puede conseguir una mayor implicación, felicidad e identificación del trabajador con su tarea. Medir más por el resultado obtenido que por el horario empleado. En este sentido la reducción de la jornada de trabajo es solo una de las distintas posibilidades para conseguir mayor conciliación familiar”, reflexiona Llenas.
García también contempla los horarios flexibles y el teletrabajo como una opción para avanzar en materia de conciliación. “Muchas empresas tienen días especiales para temas personales, más allá de lo que obliga la ley, o la posibilidad de pactar con la empresa condiciones especiales. En algunas empresas ha empezado la idea de ‘vacaciones sin límite’, donde se valoran los objetivos que se tienen que alcanzar y las posibilidades que da el ritmo de trabajo para pactar directamente con la empresa el tiempo de vacaciones que vas a tomar”, explica. “Las posibilidades son grandes si ambas partes están de acuerdo”, subraya.
Otra de las justificaciones es el elevado porcentaje de absentismo laboral que se registra en España y cómo una posible reducción de la jornada motivaría más al trabajador para evitar esta práctica. Sin embargo, García lo observa como un problema relacionado con la “actitud personal”. “Reducir la jornada no soluciona el problema. Debemos educar a las personas en la responsabilidad”, reitera.
Los estudios de entidades privadas, como Adecco o Randstad, señalan que en 2022 el absentismo laboral creció en España hasta el 6,8%, una cifra récord en el país únicamente superada por el año de la pandemia, 2020, cuando se registró un 7,1%. Se trata del equivalente a 1,2 millones de trabajadores que faltan a su puesto de trabajo a diario.
Llenas, que también descarta una vinculación entre el absentismo y la duración de la jornada laboral, señala que esta práctica parece estar más ligada a que en el “mercado de trabajo se tiende a contratar menos personal del necesario y a forzar a los trabajadores a realizar más tareas de las que pueden razonablemente asumir”. “Si algo me llama la atención es ir a un restaurante que en otro país servirían tres o cuatro camareros, y en nuestro país ver un solo camarero corriendo de un lado para otro. En esta política de contratación hay dos perjudicados, el trabajador explotado y el cliente olvidado. Creo que hay que solucionar otros problemas de fondo, más allá de los horarios, como suplir las vacantes en lugar de repartir el trabajo entre el resto de trabajadores”, añade.
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[title]Otra cosmovisón del trabajo es posible[/title]
[text]La forma en la que se percibe el valor y el hecho en sí de trabajar es importante a la hora de abordar el debate. Según identifica el coordinador nacional de los Grupos Bíblicos de Graduados (GBG), Jaume Llenas, existe una “visión errónea del trabajo” en general, por la que muchos trabajadores se pasan la vida soñando con ganar la lotería o con otras razones para dejar de trabajar. “Sigue siendo común pensar que Dios castigó con el trabajo a los seres humanos después de la caída y eso hace que el trabajo sea algo a evitar. Algo de lo que cuanto menos se tenga, mejor”, dice.
Por otro lado, matiza Llenas, “hay personas que obtienen su valor como seres humanos de su trabajo”. “El trabajo les da identidad y propósito. Ésta es otra forma de ver el trabajo que no tiene su fundamento en Dios”, subraya. “Nosotros somos más que nuestro trabajo. Si nuestros logros nos dan identidad estamos en grave riesgo. Algún día el desempleo o la jubilación nos desnudarán de esta identidad conseguida a través de nuestro trabajo. El trabajo no debe ser idolatrado, ni despreciado”, agrega.
Es indispensable, recuerda Llenas, considerar el trabajo como “una gran herramienta para servir a los propósitos de Dios”. “Incluso estando afectado por el pecado, el trabajo sigue siendo bueno en sí mismo. Es la manera en la que conseguimos hacer habitable un planeta afectado por el mal y la decadencia. Es una manera de colaborar con los propósitos de Dios. Puede ser una forma de acercar objetivos del Reino y de transformar la sociedad para bien”, opina.
Esta cosmovisión del trabajo da forma a otro tipo de reflexión ante el planteamiento del gobierno, de que es necesaria una reducción de la jornada laboral para resolver el problema que muchos trabajadores tienen con su empleo. “La reducción del tiempo de trabajo no debe ser tanto el objetivo, como conseguir unos horarios y unas condiciones de trabajo que nos permitan florecer como personas y servir con nuestro trabajo a los demás, a la sociedad. Puede que lo ideal sea esta división en tres períodos de ocho horas. Ocho horas para dormir, ocho horas para trabajar y ocho horas para cuidar de los demás y de nosotros mismos”, puntualiza Llenas.[/text]
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