España es uno de los países en la Unión Europea que se sitúa por debajo de la media popular de afiliación sindical (entre un 23% y un 27% de la población). Según la Comisión Europea, alrededor del 16% de la demografía española es miembro de algún sindicato, mientras que en Bélgica, por ejemplo, se alcanza el 55%, o en los países escandinavos el 70%. 

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Según registros del Ministerio de Trabajo, en el país hay unos tres millones de personas afiliadas a algún sindicato. Uno de ellos es Israel Soriano, que ha sido delegado de prevención y en la actualidad es delegado sindical de UGT en una fábrica de una empresa multinacional del sector de la industria química en Tarragona. “Tenía ganas de empezar algo nuevo a nivel personal, y me di cuenta de que podía ayudar a mis compañeros de trabajo a su vez”, explica.

Israel es también un cristiano comprometido y miembro de una iglesia local en la zona en la que reside y trabaja. “Creo que la fe y los valores me sensibilizan más a la hora intentar ayudar a los demás”, asegura. Pero, ¿qué cabida tiene en realidad la cosmovisión cristiana bíblica en el complejo ámbito de las relaciones laborales, entre empresarios y trabajadores? 

Siendo un debate constantemente presente en la opinión pública, y habiendo cobrado, de hecho, más protagonismo en el último año, con la aprobación de una nueva reforma laboral y con medidas como la transformación del carácter de los contratos temporales, desde Protestante Digital hemos preguntado a un sindicalista cristiano, un empresario cristiano y al responsable de un ministerio enfocado en el discipulado y la formación de la vida cristiana en el trabajo, sobre cuál puede ser el impacto del mensaje del evangelio en el funcionamiento y la ética del mundo sindical y del empleo. 

[photo_footer]Los valores y la cosmovisión cristiana ha tenido influencia en el sindicalismo desde sus orígenes. / Arno Senoner, Unsplash.[/photo_footer]

Considerar los antecedentes

Antes de plantear una reflexión actual es necesario considerar los antecedentes de la historia sindical. Aunque ahora el movimiento “es muy progresista, y esto implica que ha dejado de lado sus orígenes meramente laborales para incluirse en temas de política, orientación sexual y demás”, señala Soriano, sus inicios están vinculados al mismo propósito fundacional y los valores que han dado forma a muchas de las democracias europeas.

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“Los únicos países en los que existe un sindicato único, como o un único partido único, son aquellos en los que no hay democracia”, asegura el coordinador nacional de los Grupos Bíblicos de Graduados (GBG), Jaume Llenas. “Lo que hace incómoda la participación de los cristianos en los sindicatos es la ideología de fondo de muchos de los sindicatos. Prácticamente todos los sindicatos están basados en una ideología de fondo que es el marxismo […] La realidad es que en el origen del movimiento sindical hay una corriente cristiana de defensa de los trabajadores a partir de las condiciones tan degradantes que se dieron después de la revolución industrial, pero varias causas, entre ellas la institucionalización de las confesiones religiosas o el apoyo de estas instituciones al poder establecido, hacen caer las organizaciones sindicales en manos de la ideología marxista, que responde más rápido y mejor que las instituciones religiosas”, apunta.

Llenas plantea una división de tres corrientes sindicales en el continente europeo: “En los países del sur, una parte muy importante es un sindicalismo de corte anarquista, muy relacionando al ámbito agrario. En los países del centro y del oeste de Europa, el sindicalismo es más marxista, ligado a una fuerte estructura industrial. En cambio en Gran Bretaña, el sindicalismo no ha sido un sindicalismo revolucionario, con una implantación del marxismo mucho menor y con una mayor presencia de los cristianos, que son fundadores de organizaciones sindicales y posteriormente contribuyen a la formación del Partido Laborista”, relata. “Es posible que los cristianos nos sintamos más vinculados a este tipo de sindicalismo que al sindicalismo de origen marxista, que se construye sobre otras premisas ideológicas”, añade.

Teniendo esto en cuenta, y el enfoque que Pablo expresa en Efesios 5:21 y en adelante (especialmente 6:5-9), o también en la carta a Filemón, dice Llenas, la estrategia cristiana tiene más relación con el hecho de “crear un entorno en el que la esclavitud se haga simplemente imposible”.

Un modelo distinto, en carácter y contenido, respecto a muchas de las expresiones que se plantean desde el sindicalismo en la actualidad. “Está claro que en un mundo cada vez más humanista, donde se pierde la visión de que el centro es Dios y se cambia por la de que la persona es autosuficiente y tiene que disfrutar de todo porque la muerte es el fin, un movimiento progresista puede parecer antagónico a los ‘valores tradicionalmente cristianos’, pero creo que en la base sindical se encuentra el respeto mutuo, la búsqueda de la igualdad y la justicia laboral, que sí coinciden con lo tradicionalmente cristiano en muchos aspectos, porque amar al prójimo implica esto precisamente, tratarlo igual y respetarlo”, remarca Soriano.

¿Una expresión legítima de lo colectivo?

Desde el ámbito empresarial evangélico reconocen la importancia de los sindicatos, pero también consideran que están lastrados por factores como la falta de “responsabilidad en la creación de empleo”, el exceso de subvenciones o el “aumento del enfrentamiento con gobiernos no afines”. Además, subrayan lo que interpretan como un “descrédito” por la implicación de algunos de sus líderes en casos de corrupción y por la falta de una “implicación efectiva”.

“Prueba de ello es la decreciente participación en las grandes concentraciones, como las manifestaciones del 1 de Mayo, así como la reducción de la afiliación que paulatinamente se viene produciendo año tras año”, afirma Ángel González, representante del grupo de cristianos en economía y empresa Tres-e. “En algunas ocasiones hacen declaraciones muy altisonantes pero en la práctica no se ve implicación efectiva […] Esta arbitrariedad les desacredita y produce desafección”, añade.

[destacate]“Es obvio que el fuerte tiene un gran poder para imponer sus condiciones al débil. Los sindicatos son una de las formas para corregir esas desigualdades”.[/destacate]No obstante, reconocen la necesidad de “armonizar posiciones en la negociación entre patronal y sindicatos”. En este sentido, Llenas hace referencia a lo alarmante de una sociedad despoblada de actividad sindical. “Un sindicato es una estructura colectiva que nace para mejorar unas condiciones que eran insostenibles como consecuencia de la revolución industrial del siglo XVIII en Europa, que trae a miles de campesinos al entorno de las ciudades y que viven en condiciones infrahumanas. Gracias a la acción de cristianos comprometidos, de la creación del estado del bienestar, de la acción de los sindicatos y demás, la situación de los trabajadores es ahora mucho mejor que en aquel momento”, dice.

“En algunas iglesias se predica un evangelio puramente individualista, pero esta no es la perspectiva bíblica […] Hay cristianos que identifican la visión cristiana con el individualismo liberal. El liberalismo tiene como ideología central el dejar en completa libertad a los mecanismos del mercado, como la ley de la oferta y la demanda, porque creen que ese mecanismo funciona de una forma adecuada y producirá un equilibrio. La realidad es que cuando no existe igualdad entre las partes que contratan, en este caso empresarios y trabajadores, lo que hace el liberalismo es perpetuar e incluso incrementar las desigualdades. Es obvio que el fuerte tiene un gran poder para imponer sus condiciones al débil. Los sindicatos son una de las formas para corregir esas desigualdades. Los trabajadores se organizan para no ser nada más que un input en un mercado salvaje. Otro mecanismo de corrección de las desigualdades debe ser el Estado que, a través de la regulación de la legislación laboral, debe proteger al débil en la relación. Para esto afirma la Biblia que el Estado es ministro de Dios, en ese sentido es servidor de Dios para favorecer el bien y contener el mal”, subraya Llenas.

[photo_footer]Com ocurrió en su día con la Revolución Industrial, también la inteligencia artificial y el impacto de las nuevas tecnologías cambia transforma el panorama laboral y plantea retos no resueltos. / Rémy Gieling, Unsplash.[/photo_footer]

Restaurando relaciones

El punto clave en el que parecen coincidir sindicalistas y empresarios cristianos es en la cuestión de restaurar las relaciones ante un contexto cada vez más desafiante. “El mundo laboral está cambiando. Cada vez está más deshumanizado, ya que estamos introduciendo la inteligencia artificial y los algoritmos no solo para acelerar los procesos productivos, sino ya también para contratar y despedir a personas. Esto está creando que las personas actúen cada vez de manera más egoísta y se esté degradando la relación entre jefe y empleado”, asegura Israel Soriano.

Este sindicalista plantea la imagen de un rompecabezas. “Si miramos una empresa como un puzzle, igual de importante es el empleado que el jefe, y si las piezas no encajan no terminarás el puzzle. Esto, hay muchos jefes que no lo ven, y también hay muchos empleados que lo pasan por alto, y es justo aquí donde empieza el conflicto y también mi trabajo como delegado sindical”, añade.

Además de encontrar puntos de encentro, desde Tres-e también apuntan a la necesidad de “desterrar viejos estereotipos”. “El mantra de que los empresarios se inflan con los beneficios tiene que desaparecer, porque más del 80% de las empresas de este país tiene menos de 50 trabajadores y pasan muchas dificultades para mantenerse. Por otro lado, el pensar que los trabajadores no buscan el bien de la empresa y su rentabilidad, y que esto es solo el objetivo de los empresarios, es otro mantra que también tiene que desaparecer”, señala González.

[destacate]“Debemos elevar la mirada y pensar que los intereses de los unos y los otros deben respetarse y ser tenidos en cuenta, como única forma de convertir la confrontación en colaboración”.[/destacate]Parte del éxito de esa idea, matiza, pasa por la cosmovisión bíblica de saber que “todos están bajo la supervisión divina”. “A los empresarios se les dice: ‘haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos’ (Colosenses 4:1). A los trabajadores se les dice: ‘no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios’ (Efesios 6:6)”, cita González. “Este marco de relación es posible, pero debemos elevar la mirada y pensar que los intereses de los unos y los otros deben respetarse y ser tenidos en cuenta, como única forma de convertir la confrontación en colaboración y entendimiento”, añade. Pensando en las relaciones, desde Tres-e proponen la figura de “un árbitro imparcial”, y apuntan al gobierno, aunque también lamentan que “no siempre cumple con su función”.

Soriano también apunta a la cuestión de la empatía y lamenta lo que considera como una “pérdida” en este sentido. “El jefe no piensa que su empleado ha llegado tarde porque quizás ha pasado una mala noche por su hijo enfermo, o simplemente dice que ese no es su problema, cuando realmente sí lo es. Tampoco el empleado piensa en las presiones del jefe para poder mantener su empresa a flote entre tantas subidas de impuestos y nuevos competidores más baratos […] Hoy en día hacemos muchos más cursos de coaching que nunca para enseñar empatía, a ser asertivos, la resolución de conflictos y demás, pero hay un libro escrito desde hace miles de años y que ya nos mentorea desde entonces. Al final, todo se resume en el evangelio de Juan 13:34-35 y el mandato que nos da Cristo de amarnos los unos a los otros. Esta es la verdadera empatía y la solución al problema no solo laboral, sino universal”, remarca.

Discipulado y alcance de acuerdos: las grandes aportaciones cristianas

Como toda problemática compleja, no hay soluciones simples. Al pensar en un respuesta cristiana, la forma en la que se comprende y se vive la cuestión del discipulado es, como de forma habitual, prioritaria. “No hay un espacio en el universo del cual Jesús no clame: ‘Esto es mío’. Si Jesús es Señor de todo, no solo de la Iglesia, quiere decir que los cristianos tenemos que proyectar ese señorío en cada área de la vida […] Es necesario que el discípulo de Jesús busque primeramente el reino de Dios y su justicia. Esta justicia se extiende a todos los ámbitos de la vida, quiere restaurar cualquier relación dañada por el pecado. Entre esas relaciones dañadas por el pecado está la relación entre empleadores y empleado”, asegure Llenas.

[photo_footer]El modelo cristiano de vida y discipulado tiene mucho que decir y aportar en el marco de las relaciones laborales en la actualidad, según los propios cristianosimplicados en el ámbito del trabajo. / Sol, Unsplash.[/photo_footer]

El coordinador nacional de GBG rechaza la visión clásica de partes antagónicas. “No es cierto que la única manera de conseguir resultados en el ámbito de las relaciones laborales sea la confrontación. Como en los demás ámbitos de la vida, hay otras maneras de conseguir frutos relacionales. Con ello no estoy descartando la huelga, me parece que la huelga puede ser, en determinados casos, una manera lícita de establecer relaciones en el ámbito laboral de forma que se imponga la resistencia activa y pacífica”, matiza.

La clave, apunta, es “ser relacionales”. “Los acuerdos que duran a lo largo del tiempo tienen su origen en situaciones en las que nadie se siente que se ha cometido un agravio con él. Las soluciones en las que no hay justicia tienen un corto recorrido y son fuente de más conflictos. Para ello, la dimensión relacional es la más importante. Creo que esta dimensión es una de las grandes aportaciones que podemos hacer los cristianos”, remarca Llenas.

[destacate]“Desde los sindicatos tenemos acceso a muchas personas de distintos grupos sociales a las que poder enseñar que los conflictos también se resuelven sin ser egoístas”.[/destacate]Esto, dice, “significaría que los empresarios cristianos tienen que entender que hay que obtener beneficios con los trabajadores, no a costa de los trabajadores”. “Cuando el beneficio se obtiene a través de la explotación de los trabajadores, esa empresa pasa a ser parte de la economía del Antiguo Egipto, una estructura opresiva”, algo que a Llenas le resulta muy común en España. “Las empresas tienen que hacer su negocio con la venta de sus productos o la prestación de sus servicios, no con la explotación de sus trabajadores”, reitera.

Siguiendo ese enfoque de influencia cristiana, Ángel González apunta al amor y la generosidad como pauta para “las relaciones con el prójimo” y “los planteamientos y propuestas que se presentan”. Y añade que “el talante y el tono” de la comunicación son especialmente importante para lograr esos acuerdos a largo plazo.

Pero el ejemplo a seguir, apunta Israel Soriano, es el del proprio Jesús. “Una persona, Jesucristo, creó el acuerdo más importante de la historia al morir por nuestros pecados, un acto para nada egoísta pero sí eterno. De igual manera nosotros, en nuestros ámbitos laborales, debemos dejar de lado nuestro ego para mejorar las condiciones de las personas trabajadoras”, afirma. Por eso considera que “el lugar de los cristianos en el mundo sindical es determinante, ya que, desde los sindicatos tenemos acceso a muchas personas de distintos grupos sociales a las que poder enseñar que los conflictos también se resuelven sin ser egoístas, y que podemos llegar a acuerdos importantes para las personas trabajadoras de este país sin ‘quemar puentes’”.

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